Encuentro esta expresión en la novela que estoy leyendo titulada "Los hombres duros no bailan" de Norman Mailer, y no tiene nada que ver con esta playa de Ribadesella que fotografié hace tres o cuatro años (el tiempo pasa de tal manera después del COVID que tendría que consultar mi blog para saber cuándo estuvimos por última vez en Asturias).
Una cabeza de playa es un término militar que suena a desembarco violento y establecimiento con uñas y dientes en el terreno ocupado para defender y permitir la llegada más tranquila de otros desembarcadores y emprender todos juntos la conquista de un territorio al que no se podía entrar de otra manera. Me da por pensar la inmensa suerte a lo largo de mi vida de no tener que mojarme los huevos en un desembarco, y avanzar helado, torpe y calado de pesada agua salada entre las balas o los cañonazos de los defensores de la playa. Continúo, pensando en los militares que a veces mandan a gente a hacer esto como una maniobra de distracción al enemigo, sacrificando gente (peones de ajedrez) para que se avance en otro lugar desde donde se ganará la guerra más fácilmente. Reflexiono sobre las guerras y la poca importancia de las vidas individuales en nombre de la estrategia.
Los conflictos bélicos más famosos de la actualidad son los de Ucrania y Gaza. Los ucranianos, por los que han pasado tantas veces por encima los rusos, saben por qué luchan y es posible que se sometan a mojarse los huevos, y hasta a hacer de peones. Los rusos no sé si tanto: perdieron su imperio tras la derrota de Afganistán (donde murieron muchos ucranianos también por la geopolítica de la guerra fría). Un poco antes los norteamericanos pobres, los que fueron obligados y no supieron escaquearse en los 60 y 70 de ir a Vietnam, también se preguntarían de qué y por qué eran peones de una guerra en el sudeste Asiático. Los vietnamitas sí sabían por qué luchaban y ganaron, los civiles americanos consiguieron que a partir de entonces el ejército fuera profesional y que nadie que no hubiera firmado un contrato tuviera que someterse a ser peón.
Creo que los israelíes, que son muy listos (gran escritor Norman Mailer, judío) sí saben por qué luchan porque tienen muy presente que los nazis los mataron como corderos en el año 1.944, y que si se hubieran defendido por lo menos habrían muerto menos y de otra manera y conocen que si no reaccionan con suficiente violencia serán echados de donde viven hace bastantes décadas ya, incluso reciben judíos rusos y argentinos que huyen de su maltrecho país a uno más potente y mejor dirigido.
Miro esto desde fuera. Nadie me ha obligado a tomar ningún riesgo armado ni a matar para conquistar una cabeza de playa.
¿Por qué cabeza si es la parte más inteligente del cuerpo?, quizá porque sea la cabeza lo primero que sale en un parto humano para conquistar la vida, se me ocurrió ahora mismo. No sé, pero una cabeza es donde se elaboran los pensamientos y lo que pasa en una cabeza de playa en los términos que la empleamos es bastante irracional.
Como especie nos acercamos a terminar el trago del primer cuarto del siglo XXI. Recuerdo que en la lejanía pensábamos que en el redondo año 2.000 viviríamos felices, rodeados de limpios robots y platillos volantes, sin humos negros ni mierdas de guerras estúpidas, egoísmos, manipulaciones, supremacías étnicas, violencias, destrucciones.
Llevo escuchando mucho tiempo que las bacterias se están haciendo resistentes, las estamos entrenando para hacerse resistentes a nuestros antibióticos. El toro nos cogerá a todos como el COVID y el cambio climático. Yo no llegaré al dos mil cien pero tampoco me da la impresión que entonces seguirá siendo una quimera que la razón gobierne nuestro planeta. A ver si para el 3.000 hay en España algo más que bacterias, que pueden estar tomando una cabeza de playa mientras estamos desprevenidos usando antibióticos sin ton ni son y sin armarnos (prepararnos) para después.
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