Mis lecturas infantiles fueron el Capitán Trueno y el Jabato, grandes viajeros. Recuerdo haber seguido con interés por la televisión la serie de viajes de Miguel de la Cuadra Salcedo sobre Marco Polo(1). El libro de las Maravillas del Mundo lo quise leer para un trabajo en una versión infantil que había en mi colegio de 6º curso, pero se lo cogió otra persona y a mí me tocó hacer el trabajo sobre el libro Leyendas de Guatemala, de Miguel Ángel Asturias, que no me gustó.
Mucho más tarde, en los años 90, descubrí que repetían en la Segunda Cadena de Televisión Española los documentales de Luis Pancorbo. Ya tenía vídeo en casa y me los fui grabando, como joyas que son. Aunque hoy pueden verse todos en RTVE.es.
Mi deseo de tener libros y el azar que produce solo querer comprarlos baratos, hizo que cayera en mi mano "En la noche y entre los hielos" de Fridtjof Nansen, que recuerdo haber leído de noche y con frío, -no tenía calefacción- en Mombeltrán. Me causó una honda impresión el sufrimiento humano y el espíritu de resistencia que da la soledad, la determinación, los víveres contados, incluido matar a los perros que arrastran tu trineo para comértelos; en resumen; el tesón y la paciencia. Poco después de aquella lectura una tarde me pilló una tormenta en Gredos, arriba en el Torozo, solo y a 2.000 metros. Estuve resignado a pasar la noche en una pequeña cueva donde me refugié. Llevaba una capa de plástico muy mala, pero como ya había leído a Nansen, sabía que iba a resistir, aunque no fuera capaz de dormir en toda la noche. Lo único que me preocupaba era no tener cobertura en el teléfono móvil y que mi madre se asustara cuando no contestara a su llamada diaria.
Recuerdo que eran las 7 y pareció que la lluvia aflojaba, y me lancé a la ventisca con mi capa de plástico que quedó hecha trizas al rozarse con los piornos. Con furia luché contra la lluvia por llegar al sendero que más o menos podía seguir aunque estuviera anocheciendo. Todo lo hice inspirado por el valiente Nansen. Luego, en la bajada, escampó, pero estaba a punto de hacerse de noche.
Hace dos semanas adquirí "El peor viaje del Mundo" de Apsley Cherry-Garrad, que va de la expedición de Scott al Polo Sur. El autor formaba parte de la expedición de estos ingleses, pero no fue de los elegidos para llegar al centro del Polo, al final se tuvo que volver a las bases costeras como retaguardia o apoyo de los que iban a culminar la llegada al Polo.
Es sabido, y si no lo cuento, que los expedicionarios de Scott murieron en el regreso, tras comprobar que Amudsen, que era discípulo de Nansen, había llegado primero y dejado sus marcas de desvirgamiento natural.
Este libro, de 905 páginas, que yo deseaba leer para recordar el sabor de boca de aquel de Nansen, es una desmesura repetitiva y aburrida. Sí que hay páginas muy emocionantes, entre las 480 y 520, cuando el autor las pasa verdaderamente canutas, pero todo el resto del libro es hiperprolijo porque casi todos los integrantes de la expedición, muy conscientes de que iban a hacer historia, y además pedagogía de cómo hacer un viaje como éste, llevaban un diario. Y la narración se solapa, se reitera, y se pierde en explicaciones de cada paso, cada pasito, cada medición y cada impresión, que han hecho que pierda el respeto a este libro (y un poco, también, a los ingleses) y me salte páginas buscando el final.
El final es emocionante, porque reproduce la narración de la desilusión de Scott y la desesperación y muerte resignada de su equipo.
Los ingleses y el autor de este libro presumen de que ellos iban no a ser los primeros en llegar al Polo Sur, sino que su misión era también científica y ello les entorpecía. Hay demasiado nacionalismo británico: su flema, su orgullo, pero les pierde querer ningunear a Amudsen. Ellos lucharon contra los elementos y el noruego ¿no?. Ellos perdieron cinco o seis hombres y Amudsen ninguno. Amudsen era muy listo porque lo fio todo a los perros, que dejaba sueltos con un bozal para que no se mordieran jugando porque les excita mucho la sangre. En resumen que para el autor Amudsen es un pillo afortunado y sus compañeros, aunque tenían de todo y apalabrado con los periódicos patrocinadores la exclusiva de su aventura, lamenta que no tenían suficiente dinero, cuando a mí parecer llevaban en gran cantidad de todo lo mejor que la industria inglesa podía proporcionarles en 1910.
El final del libro no puede ser más amargo:
La exploración es la expresión física de la pasión intelectual.
Y le diré una cosa: si usted tiene el deseo de saber y el poder para hacerlo realidad, vaya y explore. Si es usted un hombre valiente no hará nada; si es un hombre miedoso, es posible que haga mucho, pues solo los cobardes tienen necesidad de demostrar su valor. Hay quien le dirá que está chiflado y casi todo el mundo le preguntará <<¿Para qué?>> Y es que somos una nación de tenderos, y ningún tendero está dispuesto a parar mientes en una investigación que no le prometa un rendimiento económico antes de un año (...)
De todas manera no recomiendo "El peor viaje del mundo" (904 páginas es demasiado) pero sigo teniendo la mejor de las impresiones de "En la noche y entre los hielos" (463 pg.) que leí en 2007.
Consecuencia de aquella impresión de Nansen desde entonces compro a un euro todos los libros de viajes que caen en mis manos; tengo más de 50; la mayoría leídos.
(1) esta serie rodada en cine y en blanco y negro se estropeó en los archivos de TVE, y como los libros de la biblioteca del Nombre de la Rosa, se queda en mi memoria como algo importante, por perdido.