lunes, 31 de julio de 2017

El nefasto modelo de diversión de la juventud española.(Una crónica que el año pasado no publiqué)

31/7/2017
Tengo una hija que está a punto de cumplir 17 años. A su lado tuve el privilegio de disfrutar de los teatros infantiles, (algunos muy imaginativos; otros para tontos, aunque siempre barnizados de un lenguaje ecologista y cívico). Una de las mayores gracias que da mi paternidad a la vida es poder haber visto las maravillosas películas de animación que hacen ahora Horton, Srek, Toy Strory,(en otro momento dije que los Miguel Ángel, Leonardo, el Bosco, Velázquez, de hoy están trabajando en eso, no tengo dudas)
Pero ya estamos en el proceloso mundo de la adolescencia y este verano me toca acercarme a ver eso del título de este artículo.
Han sido fiestas en Candelario, el pueblo de mil habitantes que está a tres kilómetros de Béjar. Mi hija ya venía reservando estos días con ilusión, porque sabía que tenía que pedir autorización para trasnochar. Me parece que quizá ha sido más amable esta última semana, menos desobediente y discutidora (es, además de adolescente, hija única, bien que lo siento)
El pasado jueves por la noche nos pidió permiso desde el telefonillo del portero electrónico para subir al frigorífico de  casa a dejar a refrescar las botellas que su grupito de amigas acababan de comprar e iban a llevarse el día siguiente a la fiesta. Estaba entre ellas "el tinto de verano": algo que ya ha tomado en nuestra presencia y que consideramos admisible, y -además saludable- verlo, porque eso indicaba que ahí estaba su alcohol, no eran completamente infantiles. Pero una casualidad hizo que yo, el viernes por la tarde, fuera a dejar unas cosas en el hueco de la escalera de nuestra pequeña comunidad de vecinos. ¿Qué harían allí dos flamantes botellas, una de ginebra rosa y otra de ron, si actualmente tenemos de vecinos un matrimonio que tiene una niña de dos años, una octogenaria y una pareja que se aproxima a los 90?

La verdad es que uno tarda eternos segundos en reaccionar: de repente un castillo de palos de sombrajo se te precipita al suelo y en el estrépito de esos palos, asciende una nubecilla de polvo de la verdad.
¿Tú también, hija mía?

Por supuesto, las botellas fueron confiscadas; por supuesto, la autorización para ir a la fiesta y trasnochar fue revocada en el acto. Pero todavía teníamos más tiempo de reflexionar. Claro, las botellas eran para todas, no podíamos "cortarles el rollo" a las demás. La gente lo hace así; bien visto lo tenemos todos los viernes y sábados en los cajeros de los supermercados: un comprador o compradora con el carnet en la boca de 18 años, por si se lo piden (que nunca lo he visto pedir) y un grupo de monaguillos o monaguillas acompañantes que miran ávidamente cómo se acumulan botellas en el otro lado de la caja y las van metiendo en bolsas, entre sonrisas furtivas y temores de que apareciera por el establecimiento algún familiar o vecino.

Claro; no podíamos negar la ilusión juvenil de nuestra hija, tantas semanas tiempo madurada y guasapeada; mi mujer estaba resuelta a hacerlo pero a mí me corresponde el papel de "poli bueno", de padre comprensivo, temeroso de las tensiones y de las frustraciones: la juventud es el momento de los escapes; posponerlos o tratar de extirparlos es más contraproducente que liberarlos dentro de un orden. Esos argumentos empleé para seducirla.
No levantamos la voz, no llamamos a los padres de las amigas, (quizá ni mi mujer tenga el teléfono de la madre de una) Yo no tengo ni el teléfono de las niñas. Nos limitamos a aceptar la promesa solemne de que no bebería, -ahora, ni el tinto de verano-, y solo les dejamos llevar una botella de ginebra, advirtiendo a la chica que vino a buscarla. Yo miré directamente a los ojos de mi hija en la concesión final. Su madre y yo teníamos decepción. Mucha decepción teniendo en cuenta que hemos presenciado en los últimos dos años el suicidio etílico de un hombre de unos 50 años que vivía cerca de nosotros; no debe llevar ni dos semanas muerto, y podemos decir que hemos presenciado la horrible cuesta abajo hasta el desolador final.

Bueno, me tocó ir con mi coche al pueblo de al lado a recoger a mi hija, a una hora prudencial: las tres de la mañana, con lo que pude echar un sueño antes. Ninguna de las compañeras se quiso venir con nosotros, ya que todas tenían la autorización inicial de "hasta las cinco". La verbena comenzaba a las 12 de la noche protagonizada por una flamante y atronadora orquesta, -nosotros la oíamos desde nuestra casa a pesar de haber un monte de por medio- con cañones de luz, enorme videopantalla, luces, efectos de humo, cambios de vestuario y cantantes de ambos sexos, muy animantes y animados.
Pero ese no era el único montaje espectacular de las fiestas de Candelario. Según llegábamos en una curva había un control de alcoholemia con luces intermitentes varios guardias civiles con sus "pirulos" reflectantes y sus coches destellantes. El control no era para los padres que íbamos de ida a las tres, sino para los que venían de vuelta.
Al llegar a Candelario lo que vi, entre varios coches y guardias civiles más, fue toda una flota de taxis haciendo cola. Eso explicó que el sábado por la mañana no hubiera ningún taxi en la parada de Béjar, todos estaban durmiendo la resaca de la fiesta. Yo muchas veces me he preguntado de qué viven los aburridos taxistas de Béjar, que están en su parada de tertulia o leyendo, o viendo una película en el coche. Bueno, pues gracias a mi hija supe que viven de hacer el agosto en las fiestas como ésta. Es lo más cómodo para los hijos, y para los padres que no tienen por qué interrumpir su sueño, que ese servicio público esté allí, así pueden beber y el riesgo mayor lo corre la tapicería del taxi, que alguno de los pasajeros llegue a vomitar; peligro cierto porque en tres kilómetros de Candelario a Béjar hay un buen puñado de curvas.

Voy a la diversión: el espectáculo es desagradable para un padre que acaba de interrumpir su sueño para ir a buscar a su hija. Montones de chicos y chicas hablando muy alto frente a montañas de bolsas con botellas y vasos de plástico, y botellas de vidrio, -muchas terminan rotas-, todo en círculos de gente que baila poco, porque, fundamentalmente, bebe y bebe y vuelve a beber, porque les sale a precio de supermercado, mientras tienen la música de fondo de un espectáculo que, desde luego, no pueden subvencionar mucho los bares locales, que mayormente ponen cafés para los padres, para los taxistas y para los guardias civiles a quienes nos toca vigilar el nefasto modelo de diversión de la juventud española.
Esto no puede seguir así. Las leyes están para hacer pedagogía también. Se deben, por bien de la hostelería local, que con sus precios más altos también impondría la mesura alcohólica; por bien de la fiesta, el baile, la música bien entendida, impedir que los jóvenes lleven su botellón descarado al alma de la fiesta, imponer prohibiciones: nadie entra a la fiesta con bebidas, la policía requisa, identifica y multa a los padres de los menores sorprendidos en los alrededores. Es severo y "corta el rollo", pero a la larga es regenerador y saludable.  Es penoso cruzar una plaza entre líquido azucarado derramado, vidrios rotos y jóvenes descarados y vacilantes. La fiesta no es eso, la diversión no es eso ni de lejos.

Volví con el gesto serio en el retrovisor de mi hija, todavía farfulló que le habíamos amputado parte de la fiesta. Aunque el epílogo que se perdió luego puede verse en Instagram, allí se van colgando, constantemente durante la madrugada y el día siguiente, las fotos y grabaciones de caras desencajadas y alardes etílicos. Esta juventud estética presume de lo que no hace de verdad, porque yo sé que divertirse es cantar, bailar, seducirse.., no dudo que todavía exista eso en alguna pequeña parte, pero la posmodernidad lo ha viciado de tal manera, que el día que descubran que diversión es sencilla y nunca industrial se darán cuenta de que se han perdido algo bueno. La diversión es artesanal parecida a comer pipas de girasol, que la gracia está en cacharlas con los dientes y disfrutarlas de una en una, y no embuchárselas peladas todas juntas, como también se venden ahora. Que el alcohol es útil si se está unos milímetros antes del famoso "puntillo": ese que suelta un poquito la lengua y desinhibe a los inhibidos.

Ahora todo es exprés, acelerado, low cost: una mierda. Y la solución, por cuadrada que parezca, es legislativa.

martes, 25 de julio de 2017

Fútbol club Barcelona

Soy insumiso al fútbol pero no ignoro su importancia. El Barcelona siempre se definió como "más que un club" era/es el club de Cataluña. Cierto es que le sigue mucha gente en toda España y en todo el mundo, pero donde es absolutamente mayoritario su seguimiento es en Cataluña.

En muchas ocasiones el Barcelona ha tomado partido por la independencia organizando protestas; incluso ha sido multado por la organización europea por mezclar el fútbol con la política. Tengo oído, además, que hasta en el ruido de fondo que ponen en los juegos de fútbol de la Play Station entre el Barcelona y el Real Madrid suena la palabra in-de-pen-den-cia, coreada por el público, como hacen en la realidad.

Yo me pregunto ahora ¿qué obliga al Barcelona a jugar la liga española? la del país opresor. Sí es un club tan independentista  ¿por qué no dan ellos mismos un portazo a España?

Sería una noticia mundial: uno de los mejores equipos del mundo, el Barcelona, se independiza de España. Y eso puede hacerlo sin que lo impidan ni la guardia civil, ni el tribunal constitucional; sin sangre, ni coacciones, simplemente renunciando.

La masa social de ese equipo deportivo, que es Cataluña, demostraría que van en serio.

Quizá el fútbol sea lo más serio; con los balones no se juega: ¿Acaso será más importante para Cataluña el fútbol que la independencia?

Liderazgo en crisis

Estados Unidos es todavía la primera potencia mundial. Este país creado hace menos de dos siglos y medio al amparo de la primera constitución, se alzó con la supremacía económica, cultural e institucional, a base de incorporar todo lo que les ha estado llegando constantemente de fuera. Grandes científicos, artistas y empresarios acudieron a esa meca de la libertad económica, de creación y pensamiento, tutelada por unas instituciones sólidas: la prensa, la justicia, la división de poderes.

El mundo está lleno de cine, ordenadores, pantalones vaqueros, coca cola y homosexuales orgullosos de serlo: todo eso nació allí. En su día también nos llenaron de tabaco imitando a Humprey Bogart, pero ellos mismos se encargaron de abanderar el antitabaquismo. El ideal mundial de vivienda es la unifamiliar con un poquito de verde al lado y un garaje donde se guarda el coche, no está en la ciudad modelo, Roma, París, ni siquiera Nueva York, que resulta bastante "europea", sino Los Angeles u otra cualquiera donde la gente se desplaza en su automóvil privado. Personalmente no me gusta ese modelo, pero ahí está: triunfando, como los Simson.


Este blog, mi Facebook, el Instagram de mi hija, y los nuevos tipos de negocio como Pay Pall, Amazon o Uber, tienen su nido de creación y de distribución en ese país. Son los que cortan el bacalao también en la posmodernidad. La mayor parte de la música, la literatura, el cine del siglo XX, fueron creados allí.

Un líder es alguien que se exige más que los otros, que da ejemplo, y hasta  se sacrifica por los demás. Estados Unidos dio ejemplo liderando las victorias de los "buenos" en las dos guerras mundiales. Con el plan Marshall, lideró la recuperación europea.
Siempre le fue bien, porque siempre tuvo altura de miras.
Y siempre se respetó a sí mismo. Ha sido el único país capaz de destituir al hombre más poderoso del mundo, su presidente, -en plena guerra fría, además- por espiar, jugar sucio y mentir. También es capaz de hacer las películas más duras sobre su actuación en la guerra de Vietnam, sobre la "Caza de Brujas" del Macartysmo, sobre los abusos raciales... Por supuesto que tienen sus críticos fuera del país, pero nadie como Michael Moore y eso es muy sano.

Pero hoy está en manos de un hombre que cree que se compró Estados Unidos y que puede hacer no solo payasadas vergonzanes, sino como publicó hace unos días ejercer el poder absoluto de parar a la justicia acordándose de una institución que permite a los presidentes "perdonar".

Perdonar alguna vez puede estar bien, pero perdonarse no tiene un pase. Para perdonar, primero se ha de fijar, en cualquier caso mediante un juicio, el castigo que merece una acción, después de eso,   y alguien superior, siempre superior, tener clemencia y perdonarle.

Trump pretende perdonarse a sí mismo y a su familia saltándose toda la lógica del perdón que implica, primero, conocer la verdad.
Creo que las instituciones americanas tienen que tener antídotos frente a este y otros abusos. Estados Unidos puede estar jugándose en estos envites una parte sustancial de su prestigio porque al ser un país presidencialista se le identifica demasiado con su presidente, que es indigno de ser un líder mundial.

martes, 18 de julio de 2017

Uno de octubre. La gente.

Hoy es 18 de julio y pasaron 81 años desde 1936. La gente vivía entonces, muchos se quejaban de que algo peligraba, de que les habían quitado derechos; había tensión, pero la inmensa mayoría hacía sus planes con naturalidad, para el día 19, y para el 21, y para el mes siguiente, y para el año siguiente, sin pensar que una minoría iba a descomponer todo porque era urgente o necesario hacerlo. Entonces sí, sucedió algo trágico que nos cambió la vida a todos, murió medio millón de personas, destrozos, encarcelaciones, exilio...

Sé que hay una parte significativa de catalanes que quiere pensar que a partir del dos de octubre (día después de la celebración del "referendum" de independencia catalana, todo cambiará, que su territorio será un estado y hablará de tú a tú con Francia y con Estados Unidos y con China, que la selección catalana  de fútbol se clasificará para un mundial y que por fin podrán arrinconar definitivamente, para ir extirpando a los que se expresan y sienten en español y, sobre todo, serán muy ricos, porque España habrá dejado de robarles para mantener a los vagos del resto de la península. No se puede luchar contra ese sentimiento porque está muy vivo en las cabezas de una minoría de gente que, ignorando a los demás, se dan codazos cómplices y fantasean con ese futuro.
Creo que no va a pasar, creo que muy pocos creen sinceramente que vaya a pasar, porque la fuerza de la ley vencerá a los que tratan de romperla o porque la fuerza de la fuerza vencerá a las "legítimas aspiraciones del pueblo catalán",  o porque será como la anterior consulta, que fallará la gente, o porque al final habrá una componenda: un acuerdo ventajoso, que de eso se trataba desde un principio, de tensar para conseguir más. Pero los principales dirigentes siguen pedaleando, -ignorando que la mayoría de la gente les ignora y siguen haciendo sus planes como si nada fuera a cambiar-, y ya no pueden bajarse; es su oportunidad de pasar a la historia. Ahora o nunca, para ellos sobre todo. ¿Cuántos de los que viven en Cataluña morirán el dos de octubre solo por este motivo? ¿Cuántos piensan en que los "mossos de escuadra" apoyados por la gente asaltarán los cuarteles del ejército español para dar armas al pueblo y luchar todos por la independencia en las fronteras de Lérida y Tarragona? ¿Cuántos piensan que una cascada de países reconocerán al nuevo estado y le darán la bienvenida y abrirán embajadas en Barcelona?
Yo no vivo allí, pero estoy seguro de que la inmensísima mayoría de la gente está, de verdad, en otras cosas más corrientes y sencillas.

lunes, 17 de julio de 2017

Hall 2¿Vamos a mejor?

Este año he apuntado el resultado de una casilla de mi declaración de la renta en varios papeles, que he distribuido en lugares imperdibles de mi casa para que "no me vuelva a ocurrir". Si uno no tiene ese número le volverán loco para conseguirlo, se pegará de cabezazos contra el ordenador, y al final conseguirá
1.-un número de teléfono,
2.-tendrá que llamar a ese teléfono,
3.-una máquina le dará una cita,
4.-habrá de acudir a la delegación de Hacienda con su documentación
y después, con gran alivio, cuando te lo facilitan en persona, ver como se le abren las puertas informáticas para conseguir el borrador de la declaración y poder presentarla. (antes de que expire el plazo)

Ayer se averió el teléfono de mi trabajo por el que entra la Internet al ordenador. La Internet es muy conveniente, pero el teléfono es necesarísimo. Ha sido una odisea ponerse en contacto con el servicio técnico: llamaba desde un teléfono fijo que me dejaban, al servicio de atención al cliente (1004) de Telefónica/Movistar y : "el número marcado no está en servicio", también a otro teléfono 900 10 10 10, y me remitía al 1004. Descubrí por Internet en un ordenador que me prestaron que existía otro número, el de averías 1002: nada, lo mismo "el número marcado no está en servicio". Lo intentamos en el ayuntamiento encima de donde trabajo esta vez entrando por internet. Cada vez que uno entra en la página le inundan de información comercial. El ayuntamiento y yo somos una "empresa", que tiene un Número de Identificación Fiscal, que no conozco y un usuario que es el actual alcalde, y varias claves alfanuméricas, que no poseo, pero ni la funcionaria que operaba el aparato ni yo que estaba de "testigo asesor" fuimos capaces: otra media hora perdida, quizá no nos identificaban porque no llamábamos desde el teléfono averiado. Al final, una funcionaria recordó que tenía el teléfono móvil personal del instalador de la línea. Tampoco salió a la primera la gestión, pero resultó providencial; hubo respiros de alivio: salimos de ésta


Cada vez es peor: las máquinas están contra nosotros. Hay un montón de informáticos poniéndonos las cosas muy difíciles "porque sí". Quizá con tanto registro, tanta identificación, tanta clave, impidan ciberataques. o cibertimos pero a mí me parece que al contrario: los provocan.
Si quiere que le den por culo "marque uno".
No creo que haya tantos bromistas que le digan a la compañía telefónica que un teléfono está averiado cuando no lo está. Y es que no se me ocurre otra causa, -el evitar bromas- que sumada a las leyes de privacidad, que lo complican todo de tal manera..., cuando sigue siendo tan fácil encontrar mi número de documento de identidad como recorrer unas páginas de Google después de teclear mi nombre.

De lo peor es cuando te enfrentas al ordenador y escribes con mayúsculas y tu número de identidad con su letra de control con espacio, con guión, mayúscula, minúscula, con un cero por delante. Una locura, porque mientras tanto te das de cabezazos contra la pantalla y deseas tener a alguien a quien agarrar de la pechera y exigir.
Me pasa que este mes tengo que solicitar las vacaciones del mes que viene por un sistema similar. Lo haré con tiempo y varios kilos de paciencia. Otros años he tenido miedo de no poder disfrutarlas en la fecha que tenía pagada por caerme en esos vericuetos "antipersona"

miércoles, 12 de julio de 2017

Patria insolación

Ayer empezó la primera ola oficial de calor, la calorina de finales de junio parece que no llegó a serlo; a pesar de eso mi mujer y yo salimos a dar nuestra vuelta de después de comer, gracias a que en el recorrido que hacemos tenemos mucha sombra a nuestro favor. Notamos mucho el amparo de los árboles y de los edificios, y apretábamos el paso en los tramos de sol, porque la ola de calor es cierta. Al volver a casa tomé media sandía que teníamos en el frigorífico, para refrescarme. En la familia de mis padres somos muy sandieros. Raja a raja, devoré en veinte minutos mas de un kilo de sandía sin ningún hastío, semitumbado en el sillón extensible de mi comedor, -con las persianas bajadas, a pesar de que no les diera el sol directo, para evitar la sensación de bochorno-, mirando la tele con el mando a distancia. Me paré en el canal 24 Horas de Televisión Española, para escuchar noticias. Allí tenían un plano fijo de un avión, el avión del rey, que iba a realizar su salida para su primer viaje oficial a Inglaterra. Yo estuve escuchando otras noticias y leyendo el teletexto que ponían debajo. A veces reducían la imagen fija del avión en la pista para ilustrar otras informaciones. Nos tenían esperando para narrar cómo despegaba el avión real hacia ese viaje ¿histórico?

Durante todo este tiempo al pié del aparato, que tenía los motores encendidos, estaba en formación un grupo de entre treinta o cincuenta militares, que (supongo) habrían rendido honores a la salida de nuestro Jefe de Estado que loa habría pasado revista, para un viaje tan importante. Yo disfrutaba de la refrescante sandía, mientras aquellos hombres sufrían al sol directo y también el rebotado en el pálido suelo de hormigón de la pista, masticándose el ruido y los gases de keroseno del avión, con un fusil ametrallador en el hombro, mientras les corría el sudor por todo el cuerpo. Seguramente cagándose en la madre que parió al rey, al piloto que no arrancaba, o a los de la torre de control que no lo mandaban arrancar.
Pensé en la defensa, en la patria, en el honor militar de saltar de una trinchera para tomar una colina sabiendo que muchos compañeros o uno mismo, van a morir en el intento y todas esas cosas de "Senderos de Gloria" de Stanley Kubrick.
Yo de joven era contrario a los ejércitos, pero ya no lo soy comprendiendo que a los estados fallidos que no tienen un ejército que domine la situación en un momento crítico les sale la vida mucho más cara (y pienso en Iraq, Siria, Libia, Afganistán...)
Pero esta gilipollez protocolaria, ¿qué cuento tiene?, ¿mostrar la virilidad y el aguante de unos jóvenes españoles que permanecen desafiando al sol a las cuatro y media de la tarde el tiempo que sea necesario para que no se sienta sola o desamparada la salida de un avión? ¿Tratamos de hacernos creer que un soldado español es mas cojonudo que la mayor fuente de energía de nuestro sistema solar?
Cuando acabé la sandía aún seguía el avión en la pista tan inmóvil como los pobres soldados. Apagué la tele.

Felipe VI: a veces pareces moderno y razonable, pero vives en un estúpido mundo de demasiadas sinrazones.
Sufrimientos estúpidos como este no pueden seguir pasando en el siglo XXI













viernes, 7 de julio de 2017

Hoy servicio público: he descubierto un canal

Es sobre la obra de Silvio Rodríguez. Me lo propuso Youtube ayer cuando me conecté al levantarme de siesta. No pude despegarme de él hasta una hora más tarde y fue porque me llamaron la atención. Son canciones tocadas a la guitarra, muy frescas, que no me resisto de recomendar, empecé por esta  https://www.youtube.com/watch?v=FFIGDf-9k4w

lunes, 3 de julio de 2017

Orgullo

Es una palabra polisémica  y relativa, que antes se dividía en dos: el orgullo bien entendido y en el mal entendido.
El bien entendido era aquel en el que una persona estaba orgullosa de su pueblo, del oficio de su padre o del comportamiento de sus hijos. El mal entendido era ese que impedía apearse de un argumento aunque uno fuera derrotado dialécticamente, el que incapacitaba para reanudar una amistad por la altanería de no perdonar o "bajarse de la burra", como se dice en Castilla.
Ahora existe o por lo menos periódicamente por estas fechas se exhibe, el orgullo absoluto, la fiesta del orgullo de los que practican una sexualidad diferente a la tradicional que generaba hijos. Para la iglesia siempre fueron viciosos, porque tocarse o rozarse sin esa intención es pecado, ya que no sigue el postulado de "creced y multiplicaos" esencial, sino el sucio placer.

El pasado sábado coincidía que íbamos a Madrid a una obra de teatro que comenzaba a las ocho de la tarde. La capital de España era la capital mundial del "orgullo" y estaba abarrotada de banderas y de reclamos publicitarios para este público, que es numeroso y de alto poder adquisitivo. Si la exhibición de parejas, colores y vestimentas asociadas a la homosexualidad normalmente se circunscribe al barrio de Chueca, el pasado sábado ocupaba todo el centro, que es mucho Madrid.
Nos apuntamos a ver el espectáculo, teníamos tiempo de ver el inicio del desfile y no era cosa de perdérselo. (Aunque yo tenía miedo de un atentado yijadista, por lo que estuve más tiempo mirando detrás que delante -se me acaba de ocurrir un chiste fácil de muy mal gusto, pero no lo escribiré-) en éstas, identifiqué a un barbudo con una bolsa bandolera que me pareció algo sospechoso. Pero cuando vi que se le acercaba otro similar a comentar algo, no me alarmé, sino todo lo contrario: eran policías de paisano mezclándose con la multitud, con las mismas prevenciones, en su caso profesionales, que yo. Había muchos policías de uniforme, y permanentemente sobrevolaba la zona un helicóptero.
En mi vida he visto tanto músculo hipertrofiado, tanto exhibicionismo, tanto afán de provocación. Yo he vivido mi sexo sin ruido y me parece de mal gusto lo contrario. Con lo cual en este espectáculo no voy a admirar, sino a ver desde una distancia antropológica una fiesta que personalmente no me concierne. Puedo entender y entiendo que una fiesta gay sin exhibicionismo, sería como una procesión de semana santa sin imágenes de dolor y sangre; de cualquier manera creo que es más auténtico el "orgullo";  los desfilantes son siempre creyentes combativos y no llevados por una inercia tradicional vacía, como pasa en muchos casos en las procesiones españolas. Por otro lado, pienso que debe haber una parte muy significativa de homosexuales que limiten su sexualidad a lo privado, que no se trabajen frenéticamente el cuerpo, que no sean bailones, ni busquen atuendos ostentosos.

Dicen/dijeron al comienzo de la manifestación, que esta manera de ser que yo vi, es para reivindicar, para defender especialmente que todo el mundo pueda ser tan libérrimo como se era en estos días en Madrid. Yo creo que no, que es una fiesta, un motivo para celebrar tumultuosamente: pasarlo bien, ligar, hacerse fotos (ya no hay fiesta sin millones de fotos) pero que este postureo exacerbado, si lo ven las autoridades Saudíes o Iraníes, no sirve de ayuda, sino todo lo contrario, a los homosexuales de allí, porque seguramente redobla la presión sobre ellos.
Es una exhibición deliberadamente depravada, aunque a mí no me escandalice; pero la sobreactuación no me gusta, soy un hombre tranquilo. Sí huiría de una exhibición de sexo de toda la vida, eso me estomagaría y no lo soportaría. No sé si esto es disciminación hacia los gays, que parecen más de juguete, más tontorrones.

Me alegro de haber visto con mi familia la fiesta del orgullo. Entiendo que para los protagonistas debe ser muy importante celebrarla, mucha gente de todo el mundo vino a ello, y muchos gastaron mucho tiempo, trabajo y dinero en esta celebración, lo cual hace que yo lo considere más, porque he podido ver cuánto.