miércoles, 25 de julio de 2018

Los actores, las actrices.

Ya sabéis que soy un gran consumidor de teatro. Conozco a media distancia a un puñado de actores y actrices jóvenes que se buscan la vida entre sus ya, añosos sueños. Están sobradamente preparados: cantan, bailan, tocan instrumentos, dominan idiomas y no se les ocurrirá poner ni medio reparo a cualquier sacrificio, riesgo o exhibición que les pida el guión, el texto, el libreto. Todos tienen algo especial: una gracia en la cara, en la mirada, en la voz; eso que ha hecho que alguien les haya seleccionado  para que hayan podido subirse a los escenarios y que, en uno de ellos, yo les haya visto.

Cuando los veo los quiero, a veces no sé si me enamoro o les adopto, porque muchos podrían ser mis hijos. Como existe esto de la Internet puedo rastrearles y seguirlos. Cuando hago esto veo sus aledaños, compañeros de escuela de arte dramático o de funciones, y todos son guapos, listos, muy artistas. Seguramente hijos de padres cultos que, como mi mujer y yo a nuestra hija, los llevaron de pequeños a todos los teatrillos donde quisieron ir, los compraron todos los libros y colecciones de libros que mostraban interés en leer, y celebraron cada golpe de talento o de personalidad que mostraran en público o en privado.
Probablemente esa sea la diferencia por la que hoy hay veinte veces más artistas por ciento de jóvenes, que en mis tiempos. Muchos padres somos cultos, tenemos casas algo más grandes, no hemos emprendido más que uno o dos hijos, y albergamos un nebuloso sentimiento de que nosotros también podríamos haber sido artistas si nos hubieran encauzado, porque sueños también tuvimos.

Ahí están, sin prisas, o ya comenzando a pensar que se pasa el arroz, formándose, inventando proyectos, asistiendo a castings, como nosotros asistimos a oposiciones, para salir de casa, para independizarse y dejar de pedir dinero,  para hacer sentir orgullosos a sus abuelos, tíos o vecinos, para retribuir toda la ilusión, esperanzas y euros invertidos por los padres en su formación artística.

Pero las carreras artísticas de la mayor parte de los actores son cortas, escuálidas, injustas, frustrantes, o nulas. Sí: a los padres de ahora no les importa que sus hijos traten de seguir sus sueños; siempre tendrán a la vuelta su habitación en la casa y toda la seguridad económica que podamos aportarles mientras se recolocan en la anodina vida productiva, si es que lo consiguen.
Porque el arte es muy difícil. Hay demasiados para poco, están todos muy dotados, y, además, aquí, tienen la competencia de actores argentinos, colombianos, venezolanos, cubanos, chilenos..., hasta franceses. Todos los actores y actrices, por la cuenta que les tiene, están o estarán, dispuestos a vivir del teatro o del cine de sus sueños en cualquier lugar del mundo bajo cualquier condición y a cambio de cualquier dinero que se lo permita o que, incluso, no llegue a permitírselo. Ese viene a ser el triunfo de su vida. Creo que muchos se conformarían con no salir nunca de este mundo, aunque fuera cortando entradas, limpiando escenarios y patios de butacas o conduciendo furgonetas, montando o desmontando cualquier aledaño de su sueño.
El pasado domingo en Olmedo, en la obra Crimen y Telón de Ron Lalá, que es, entre otras cosas,  un homenaje al teatro, de pronto los focos apuntaron para el técnico de luces y también para el técnico de sonido, después para la regidora, que pudieron actuar unos segundos. También eran buenos actores. Por ese lapso cumplieron su sueño eterno de lucirse ante mucho público en una obra profesional y rentable, seguramente eso intentaron a tope hace unos años y quizá mientras tanto o poco después tuvieron la vista de enrolarse en un oficio, del que quizá vivan regularmente mucho tiempo, cerca del teatro.

Les pasa a los toreros, a los futbolistas, a los músicos, a los pintores, a los escritores: la mayoría terminamos de juguetes rotos, intentando después enganchar mal y tarde, en cualquier trabajo para comer y pagar facturas, pidiendo a penúltima hora tener descendencia en la que poner los sueños de que ella sí pueda.
Cermonia de la boda de Claudio con Gertrudis. Nosotros estamos en el centro, me agacho para que ella me corone, pero estamos tapados por otros. (fotografía bajada de la página de los Hamlet entre todos.)



Escribo todo esto, porque el domingo 22 por la mañana, sobre las diez y cuarto serían, me estuvo mirando fijamente a los ojos una mujer; fueron varios minutos y fue a treinta centímetros: la distancia más peligrosa. Temí caer en el abismo de un beso de verdad. Estábamos representando para nosotros mismos la boda entre Claudio y Gertrudis, dentro del teatro de entrevero sobre Hamlet. Yo no sabía, pensé que  era una del público más. Eso era en teoría, como yo, que había venido a este espectáculo a sentirlo desde dentro, pero me enamoraron sus ojos y la intensidad de su mirada, sería una aficionada al teatro como tantas otras que había entre el público. Nos casamos teatralmente, y para mí la ceremonia en la que nos aceptamos como esposos, tuvo su turbada emoción, nos besamos y me abrazó con mucha  más entrega que la que este recio y corto abulense haya recibido nunca de una mujer, salvo dentro de una cama. Se me quedaron sus ojos prendidos y, al día siguiente, investigué entre los "megustas" de la obra, quién podía ser: pinché varias mujeres hasta que encontré su rostro en el Facebook. ¡Qué buenas fotos tenía! Sí: eran sus ojos. Luego curioseé sobre sus amistades, eran casi todos teatreros. Seguí curioseando y ya no me cupo duda. Después vi su página promocional en una suerte de libro de actores o actrices disponibles que muestran sus trabajos. Aquellos ojos tan intensos no los había descubierto yo, eran de una actriz, una de tantas jóvenes actrices que se quisieran encontrar la vida dentro de su sueño de toda la vida  y estaba allí, en Olmedo, viendo a sus compañeros de Los Números Imaginarios, y el azar le hizo, participando en la obra, tropezar su mirada con este padre de familia que venía a ver teatro esa mañana sin saber que se encontraría con esta función privadísima, de ojos brujos y abrazo estremecedor.
Ahora sé su nombre, espero que no considere un acoso el que me haya centrado hoy en ella, pero en agradecimiento por la calidad de esa mirada le deseo que tenga más suerte y viva más tiempo de su sueño que todos los demás soñadores, que con el mismo derecho y  amor, y parecido talento y edad, se buscan la vida. Gracias Marta Matute por tu mirada de cine. .http://www.castingactores.es/actor/4103

martes, 24 de julio de 2018

Ron lalá. I Got Rhythm

De I Got Rhythm dicen las enciclopedias que es un estándar de Jazz. De Ron Lalá digo yo que es un estándar de teatro.
Las músicas cuajadas de la historia del jazz se convierten en asideros firmes que siempre resultan; eso son los estándares, (si se escribe así). Además, estas músicas al entrar en el acervo popular pierden casi su autoría; yo pensaba que I Got Rhythm era de Duke Ellington, y resulta que es de Gershwin.  Así pasa con Ron lalá, ya no importa el autor en que se apoyen, son ellos los que se quedan con él.

El domingo en Olmedo  proponían una historia de cine negro o de novela negra Crimen y telón. Puede uno pensar que hay cincuenta mil parodias de tipos duros, detectives y policías, y que ya lo tiene visto y que nunca se gastaría 16 euros en la entrada para una cosa así, tan revista y regurgitada.
Pero nos lo iban a ronlalear: cualquier texto teatral ronlaleado se convierte en garbo y ritmo; nunca decae, siempre es redondo, contundente, estimulante.
Ayer querían darnos qué pensar, con gracia, como un cómic musical sobre el teatro en cine negro, el teatro dentro del teatro, el teatro dentro del teatro dentro del teatro, pero con mucho más mensaje reivindicativo, sin embargo, este ritmo ronlalero nunca suena panfletario y siempre da sus raciones y morcillas sin empachar, sino todo lo contrario.
Creo que ya escribí sobre ellos en otro momento, que tienen la fórmula. Pero no se repiten, esta vez no tiraron del Siglo de Oro que, como dije hace poco, es un valor eterno. En Crimen y Telón hicieron alquimia, y transformaron el plomo en oro.
Y como siempre, aunque ya estábamos bien toreados ese día (ver artículo anterior  http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com/2018/07/teatro-de-entrevero.html) entramos al trapo (o aceptamos el engaño) las dos horas se fueron volando y aplaudimos a rabiar.

Y como siempre, nos dijimos que también haremos los posibles por ver la siguiente que se monten.

lunes, 23 de julio de 2018

Teatro de entrevero.



Hoy quiero descubrir el nombre de un hecho teatral, que seguramente -que inventen ellos- ya tendrá alguna palabra terminada en oning. Esto pasaría aunque lo hubiéramos inventando en España, ya que la gilipollez lingüística es bandera de una parte de los hablantes o escribientes que se avergüenzan de nuestro idioma, por antiguo y pueblerino, y a todo lo moderno lo bautizan en inglés (o en inglés inventao, que diría José Mota).

Pero sucede que, hace mucho tiempo y con práctica mayoritaria, continuada y vigente, esto lo hemos inventado nosotros. Sí, nosotros los españoles que, bien rebuscado, también tenemos ingenio inventor, aunque tantas veces nos dejemos perder la patente.

El hecho consiste en tomar una historia clásica, o al menos una historia en la que el público pueda entreverarse con los actores y sentir desde dentro la obra teatral. Para ello es necesario un público avisado o conocedor de todas o algunas de las claves, de la historia. Podría llamarse teatro con público cómplice o teatro con público implicado, pero no le demos ventaja al inglés haciendo perífrasis: es teatro de entrevero.

En la RAE dicen que entrevero es un argentinismo: yo lo descubrí en el tango "Melodía de arrabal" donde se describe un barrio plateado por la luna y se usa el verso entre broncas y entreveros... Pero no voy a dispersarme más: entrevero es   "acción y efecto de entreverarse, confusión, desorden" y entreverar sería "mezclar, introducir una cosa entre otras".
Pues eso -se pongan como se pongan- lo hemos inventado  y lo practicamos mayoritaria y popularmente los españoles más que nadie, aunque en entreveracidad sangrienta nos hayan superado los filipinos. El hecho se llama llama "procesión de Semana Santa".
Dentro de la representación de una historia conocida, el público se entrevera, no solo cantando el perdona a tu pueblo, Señor también arrastra imágenes, se disfraza de romano o se flagela en público, yendo descalzo o castigándose físicamente, o se lanza con espontaneidad a interrumpir la procesión cantando una saeta.
Para hacer todo esto hacen falta un sacerdocio o una cofradía que organicen el cotarro, unas reglas, sean más o menos jazzísticas.
Se trata de un pretexto para sentirlo dentro, podríamos decir que involucrarse, pero sigo insistiendo con el verbo entreverarse, con el TEATRO DE ENTREVERO.

Y esto es lo que en España proponen ahora, y yo es la segunda vez que me entrevero esto escribí la primera http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com/2015/07/un-montaje-alternativo.html, la compañía los números imaginarios. https://www.hamletentretodos.com/

Ayer en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo fuimos a participar en su entrevero. Se trataba, primero de separar a un grupo  y darle un cometido. El público entreverable ha de ser avisado, culto y abierto, cosa que se consigue restringiendo el número y poniéndolo difícil; la verdad es que hay que ser muy teatrero para entreverarse en una obra el domingo por la mañana del que te informan que va a durar cuatro horas: de diez menos cuarto, a dos y pico.
Es curioso porque ahora me doy cuenta que fue a la hora de misa, que participamos en esa eucaristía aunque por la duración más bien serían los Oficios de Semana Santa.
En la organización de esta ceremonia primero hubo de haber un ejercicio espiritual en el que un sacerdote nos instruyó y trató de catalizar nuestro entrevero dividiéndonos en grupos que asumiríamos las características de los cuatro principales personajes secundarios que, con el solista Hamlet, configuran los pilares de esta obra universal. Por separado y, en diferentes lugares, nos fueron perfilando y aclimatando, poniendo en antecedentes, hasta confluir en la representación,  que fue un recital con solista de Hamlet polifacético que interpretó el atractivo Alejandro Pau, que se echó encima toda la obra como si fuera un Miles Davies o Astor Piazzolla en sus grupos, pero también como si fuera un intérprete de Jesucristo en la Pasión. Esta vez fue Hamlet en "jam session" (ya me salió el sempiterno complejo de que las cosas guay solo se pueden decir en inglés).

Este teatro de entrevero de ayer  fue una ceremonia, como la semana santa, que dejó a aquel sumo sacerdote agotado, y a nosotros. los procesionantes, también exhaustos y bien satisfechos; pagados, sería otra manera de decirlo.
A mí me impresionó tanto que, agarrando las claves armónicas del-entrevero-ceremonia-jamsession- procesión, me arranqué con una saeta bien desgarrada.
Ha sido mi debut teatral absoluto, y fue en un teatro de entrevero.

Es un espectáculo para vivirlo.

viernes, 20 de julio de 2018

El Espacio vital

El espacio vital más famoso lo inventó Hitler, y llegaba hasta el petróleo del Mar Caspio. Quería hacer una nación alemana poderosa y autosuficiente. Pero había gente viviendo en el espacio vital que él reclamaba para su gran nación étnica  y se lo impidieron, a costa de mucha sangre.
Pocos años después, consecuencia de la limpieza racial que pretendió Hitler, se les dio a los judíos un estado para asentarse, allí había, en los años cuarenta, muchos más árabes que judíos. La mala conciencia del mundo con respecto al holocausto de los judíos demandaba y les les ofrecía un sitio para vivir en paz. No es una mala idea, todos tenemos derecho a vivir en alguna parte.
Poco a poco los judíos van haciéndose con un poder absoluto, dictatorial, racista, excluyente, con el pretexto de la obsesión por su seguridad.
Creo que el mundo, que no debió consentir las leyes discriminatorias de Hitler contra los judíos, no debía consentir que ahora ellos aplasten a esos otros seres humanos, que tienen tanto o más derecho a vivir allí en paz. La ONU que creó un monstruo religioso que trata de imponer su integrismo en la región de los integrismos, debe frenarlo. Si la llamada comunidad internacional consiente esto carecerá de autoridad moral para defender a las minorías religiosas en cualquier lugar del mundo, los cristianos coptos en Egipto, son los primeros que se me vienen a la cabeza, pero seguro que hay muchos más.
Aunque yo no sepa mucho de la historia de Israel, todos tenemos derecho a vivir respetados en nuestro país: es un derecho humano clarísimo. El "espacio vital" no es más que un pretexto para el abuso y la rapiña.

miércoles, 18 de julio de 2018

La movilización

Leo esta noticia en El País de hoy
 https://elpais.com/politica/2018/07/17/actualidad/1531828590_475154.html?rel=lom

y es sorprendente. Supongo que en estos momentos del año iremos 30- 1 ó 30-2 en el anual partido hombres, mujeres. Claro que ésta es más noticia y por eso se recogen las declaraciones de la (presunta) asesina que parecen apuntar a que fue por celos. No sería lo mismo solicitar o recoger las declaraciones de los varones que matan a una mujer;  imaginemos la gran probabilidad de que unos cuantos de esos casos son porque el asesino se entera de que la mujer le puso cuernos. No los lo dicen porque parecería entonces que esta información era una justificación, siendo un crimen injustificable, como todos los demás. Las feministas dirían caso de que se publicaran las declaraciones del asesino machista, que "además de matarla la injurian, con lo que la matan doblemente".  Estas declaraciones seguramente se recogerían por los medios y además, se promovería un boicot a los anunciantes del periódico machista que osó reproducir las declaraciones del asesino.

No sé qué dirán en la radio; en la emisora que yo escucho siempre recuerdan que existe el 016 teléfono gratuito contra el maltrato, puede que lo hagan hoy también, aunque suene forzado, diferente.

Lo que no creo es que salga la gente a la calle a guardar un minuto de silencio en los mismos lugares donde salen cuando las asesinadas son mujeres. Ni que se produzcan declaraciones de los partidos políticos pidiendo más seguridad o más contundencia en el castigo.

A mí me pasa que soy varón, español, no inmigrante, no homosexual, de raza blanca. Un opresor nato: con mi sexo dominante , mi lengua dominante, mi nacimiento cómodo, mi mayoritaria orientación sexual y mi raza dominante, (solo me falta ser del Real Madrid)  no tengo derecho a quejarme si me matan o agreden, si me excluyen o discriminan.
Y esto no es justo, ni tampoco lo es el refrán quien no llora, no mama, solo constata una realidad.

martes, 17 de julio de 2018

No es no.

Y sí es sí. Esto es de Perogrullo, pero en el sexo no vale. Yo he comprado una casa, una huerta. varios coches..., y recuerdo que todo se dijo expresamente; además se escribió, y en los inmuebles, se hizo la correspondiente escritura pública ante notario. Hace tiempo los hoteles españoles exigían el libro de familia para dar habitación a una pareja. Todo cambia.

En mi limitada vida sexual todos los contratos fueron gestuales, lo recuerdo perfectamente. Es más, hubo propuestas anteriores que me hicieron que yo no supe, ni me atreví a interpretar: porque me daba vergüenza solicitar afirmaciones verbales, me perdí esas fiestas.

Como resaca de la sentencia de la Manada se propone por el gobierno socialista un dislate: el derecho pretende entrar el las reglas no escritas del amor y del deseo; aunque  pienso yo que de todas maneras siempre será necesaria una prueba, y me pregunto si ahora los chicos deberán grabar con la cámara del teléfono móvil la aceptación expresa que diga: "sí, me dejo follar" o más compartido "de acuerdo: hagamos el amor".


Pero seguramente mi abuelo, que cuando quería comer conejo lo cazaba, lo sollaba y lo mandaba guisar a mi abuela, no podía sospechar que yo solo lo coma criado en una granja con pienso compuesto, acompañado de veterinarios, sellos de caducidad muerte digna y envuelto en plástico. Y ya lo consideramos tan natural. No sé que pensaría mi abuelo de la actual forma de comer conejo
¿y por qué dije conejo?

*Creo que España en fenicio quiere decir "tierra de conejos"

lunes, 16 de julio de 2018

El oro es un valor seguro.

Yo no lo he sabido bien hasta hace pocos años y todo esto es gracias a mi sorprendente hija.
Era más normal que tuviera que agradecerle -como le agradezco- también haber entrado en el disfrute de los mundos del cine de animación, donde supongo que seguirán estando los mejores artistas contemporáneos, aunque al hacérseme grande (va a cumplir 18) ya no seguimos esos títulos, lo cual es una lástima.

Lo más sorprendente es que una chica de 17 años, que va a hacer la carrera de matemáticas, considere uno de los genios más importantes de la humanidad a Calderón de la Barca y que esté dispuesta a dejarse llevar y a llevarnos cientos de kilómetros  para ver cualquier montaje profesional de una obra de este clérigo del siglo de oro.
Calderón, aunque repita sus temas, nunca decepciona, ni por la música de su poesía, ni por la hondura de su contenido. Además, todos los actores hispanos lo saben: podrán ganar muchos goyas, interpretar a Sakespeare, a Tenessie Williams a Strindberg, o a Ibsen, pero declamar en verso a estos grandes vates de nuestra literatura, da la medida mejor, aunque sea un personaje moral o un ser mitológico, y sean totalmente anacrónicos, que es parecido a maravillosamente atemporales. Son obras doradas y el oro siempre tiene su valor y su brillo inmarcesible.

El sábado vimos la representación de Eco y Narciso: una tragedia edificante y aleccionadora, con rasgos de comedia, interpretada magistralmente por la compañía Miseria y Hambre producciones, con un montaje precioso, ingenioso y eficaz, y unos actores que demostraron merecer ser llamados para poner en pie esta obra maestra.
 No sé si vivirán de este oficio, un poco indice de ello puede ser el título de la compañía productora, yo creo que interpretar clásicos se hace por amor al arte, porque, aunque el público nunca falla, son muchas bocas las que vemos sobre el escenario y las otras técnicas y directores, que sabemos que necesitan ser complemento, así que si viven será un buen milagro.

Gocé, y me harté a aplaudir, como siempre. Doy gracias por tener esta hija tan rara, y porque, los que se meten en la aventura de poner de pie estas obras cumbres de nuestro Siglo de Oro, sigan haciéndolo con tanto amor a tanto arte, porque no hay cosa más digna, ni mas justa, ni que más me haga sentir orgulloso de la cultura española que el teatro de esa época.
Y el que no me crea que haga la prueba.

martes, 10 de julio de 2018

El arte de la conformidad

Ya sé que así no progresa mucho el mundo, pero yo lo considero una virtud. Se trata, más o menos, de intentar ser feliz con lo que se tiene y organizarse la vida, mirándolo con buenos ojos.
Seguramente  con esta feliz circunspección no se hubiera descubierto América, pero tampoco liado ninguna de las incontables guerras que han asolado a la humanidad que, si bien han dado mucho que ganar a los que las ganaron, también dieron mucho que perder a los mismos. Por otro lado, a los que las perdieron les hicieron perder todo; pero  nunca sabremos la magnitud de lo que nos hurtaron a la humanidad, pues millones de muertos y sus descendientes nos habrían podido proporcionar mucho arte y mucha ciencia. El músico Enrique Granados murió al ser torpedeado su barco, Antonio José y Lorca fueron fusilados en la flor de la vida, (por solo citar ejemplos que se me han venido inmediatamente a la cabeza)

Sí, con la guerra se inventó el radar, y los motores a reacción, y yo que sé cuántas cosas más, pero puede que sin guerras se hubieran inventado éstas y otras muchas que nunca pudieron crear ni inventar los muertos, ni mucho menos sus hipotéticos descendientes que no llegaron a ser.

Me he ido un poco lejos. En España tenemos problemas con una parte de los catalanes, quienes creen que si fueran independientes serían más ricos (alguien se lo hizo creer; aunque de pronto se han empobrecido algo) y lo más cierto es que nunca hasta ahora habían sido tan ricos, ni tuvieron más posibilidades de ser felices. Ahora lo son menos, estoy seguro.

También le ha pasado lo mismo a los ingleses, que hoy mismo tienen montado un nuevo kilombo interno a cuenta del Brexit. Creían que iban a ser más dichosos, cuando parece que no lo están siendo. De los ingleses podríamos pensar en su aislacionismo y en su independencia psicológica de los continentales, pero no es así; nos necesitan para "dar la nota", no se pueden estar quietecitos: en los pasados días armaron enorme tumulto en Benidorm, para celebrar la clasificación de su selección de fútbol. Ese infantilismo de querer llamar la atención ante los demás es para mirárselo.

Y aquí está la conclusión de mi artículo de hoy: Europa con los Brexit, o la pretendida independencia de Cataluña, (algo pasa en Polonia también) merma, se reduce, pierde... Seguramente nos creemos que porque las cuatro selecciones que disputarán el mundial son europeas, seguimos siendo el centro del mundo, y que seguiremos como los hooligans ingleses, comiéndonos el mundo. No es así.
El siglo XXI es ya de Asia. Ellos van a ser los que inventen, abran mercados y corten el bacalao. El mundo tendrá que bailar al son que ellos toquen y a los demás solo nos corresponderá pedir que pongan de vez en cuando nuestra música -eso si estamos unidos y nos conformamos pacífica y cooperativamente-.
Supongo que la actualísima crisis del Brexit tiene que ver con esto: alguien lo ve, y otros no lo quieren ver. Con la también reciente guerra comercial entre Estado Unidos y China se va a marcar un cambio de tendencia: antes se abrían mercados y se tumbaban aranceles, ahora vamos -si nadie lo remedia- a lo contrario. A los que hemos dejado de ser el centro del mundo nos valdrá luchar por que permanezcan sólidas las pequeñas integraciones de algo tan conveniente como el comercio.
 Creo que Gran Bretaña le va a pillar la historia con el paso cambiado. El aeropuerto más importante de Europa no va a seguir siendo el de un país fuera de Europa, la famosa City londinense  se va a quedar un poco grande para el mercado local. Bancos, seguros, fábricas...
Y todo parte del inconformismo, alguien que promete algo parecido al paraíso nacionalista, y se llega a algo peor, si se les hace caso.
Mientras tanto yo me hago viejo y me concentro en esta huerta que me proporciona por varios meses la mitad de lo que comemos en mi familia; además, me sobran bastantes productos para regalar o vender. ¿no es para conformarse?

lunes, 9 de julio de 2018

Asumir la f(r)actura

Hoy se reúnen Pedro Sánchez y Quim Torra. Presidente del gobierno y de la "Generalitat" de Cataluña respectivamente. Ninguno de los dos estaría allí de no ser por el llamado "procés", así que deben estar contentos por concitar mi atención (que es poca, ya que huyo de que esos temas ocupen mi cabeza) y la de otros, que estarán mucho más concernidos.

El problema es que en este tema nadie va a convencer a nadie, o muy pocos a muy pocos, de un lado y de otro. Con cual nada va a cambiar. Habrá en España una mayoría aplastante que no admitimos que nos pidan sacarnos el pasaporte para entrar en Cataluña. Y en Cataluña la misma mitad de la población que considera lo español como algo que no va con ellos, a pesar de tener la otra mitad de los vecinos que sí se sienten españoles y no quieren que esto cambie. Y que se han despertado, haciéndose notar, para desconcierto de los otros, que creían que la calle era suya.

La cosa se llama convivir con el problema. Hay muchas estrategias: la principal es evitar cabrearse cuando un vecino celebra un gol de la selección española, habla español en el ascensor o tararea una canción de Alejandro Sanz. Lo mismo tiene que pasar pasar al revés.
Vivirlo con la mayor comodidad posible, como todo en la vida. Es el secreto de la vida, saberlo llevar y dentro de lo que cabe, encontrar la mejor cara.

Se llama conformismo, y es algo que revienta a los revolucionarios, a los integristas, a los nacionalistas de cualquier nación. Pero debemos vivir en un mundo de mansos que se entiendan o el menos, se toleren; ir procurando cambiar las normas o educar a la gente para que cambie.
Todo cuesta, la división cuesta, y el cambio también cuesta. Y todo tardará generaciones en cambiar, o en seguir igual.
Y habrá que pagar facturas, porque ninguna cosa que pasa es gratis.

viernes, 6 de julio de 2018

Otra lección que me sigue dando la vida

Viví en un pueblo hasta los 13 años y siempre me recuerdo con perros. Me acuerdo de Cristi, una perra mezcla con galgo cuyas carreras por el campo me hacían gozar a mis 12 años. Estaba siempre suelta, vivía en nuestro pajar y se alimentaba de sobras de comida y de lo que pillara por ahí.

Creo que Cristi era feliz, no como los pobres perros ciudadanos de hoy, que esperan a sus dueños aguantando el pis y la caca, para que les lleven a un parque veinte minutos y volver a la cárcel (dorada, pero cárcel).
Por eso pensé que nunca tendría una mascota. Hasta ahora era fiel al recuerdo de Cristi de la sencillez y de la libertad.
Pero un buen día se me ocurrió adoptar un gatito: ahora sus gaterías me conmueven, sus gestos de cariño rozante a mis pies, su ronroneo cuando le acaricio, y esas miradas melancólicas que gasta a veces. También me estremecen sus maullidos infantiles cuando me siente al otro lado de la puerta.

Seguiré criticando a quienes los besan en la boca, los consideran familia, los visten o les dan caros caprichos humanos que los animales no aprecian.

Pero no voy a cometer la soberbia de sentirme superior a los que aman. Creo que, aunque el gatito me quiere mucho más que yo a él, algo le correspondo, he de  reconocerlo. https://www.youtube.com/watch?v=xOXa0vj4OQw

lunes, 2 de julio de 2018

EL MUNDIAL

Con la razón soy insumiso al fútbol y así me gusta manifestarme, aunque a veces me vence el corazón y el deseo de empatía. Estos días si engancho con un partido y no tengo nada urgente que hacer, me quedo y tomo partido: luego me duele perder.
En el presente mundial de Rusia no he visto un encuentro completo, aunque sí fragmentos y las mejores jugadas. Ayer me perdí absolutamente el de España. Quería escuchar y ver el himno ruso cantado por el público; pero no sé por qué pensé que comenzaba a las cinco de la tarde, y a las cinco menos cuarto  me lo iba a encontrar empezado, y mi hija estaba viendo la televisión, no quise interrumpirla porque me había enterado por la radio que iban empate a uno y, además, criticaban mucho nuestro juego.
Así que me fui al huerto.

Había muchísima agua para regar: gran parte de ella viene de los "sobrantes" de los depósitos municipales, es decir que cuanta menos se esté consumiendo más sobra y esa la aprovechamos los hortelanos, o se va al río otra vez. Ayer a las cinco pude regar a placer, todo se desbordaba, seguro que casi  nadie estaba consumiendo agua, la mayoría de las lavadoras estaban apagadas para que se oyera el fútbol y muy pocos estaban duchándose o fregando.
Desde mi huerto se oye la ciudad pero no escuché ningún gol, así que me preocupé y cambié la radio para ver que pasaba. Había prórroga, además seguían diciendo que estaban jugando muy mal. Volví a sintonizar música y seguí trabajando. Pasaba el tiempo y no oí que sonara el gol, ni tampoco los claxons de los coches, que es lo que pasa cuando gana la selección. Volví a sintonizar deporte y entonces escuché que estaban en los penaltis. El corazón no aguanta bien esos momentos supremos frente a la tele, aunque reconozco que es un espectáculo con tremendo atractivo. Los escuché y, al perder, me alegré de no haberlo sufrido tanto. Mi huerto estaba regado, además descubrí que ya me han nacido tomates. Creo que antes del 15 de julio estaré comiéndolos. Será un placer verdadero. Me sentí ganador.
El fútbol es una estafa sentimental. Reconozco que los actores profesionales tienen su amor propio, y puede que estén afectados por terribles egos nacionales o locales, pero todo esto también es una sibilina máquina de hacer mucho dinero para ellos y sus representantes, gracias a los sentimientos de empatía y pertenencia al grupo/nación.

Lamento la eliminación de España, pero no tengo tanto disgusto como si me hubieran robado dos horas; además, como me perdí el cántico del himno ruso, si estoy atento podré escucharlo en el próximo partido que juegue esa selección. Si la hubiera eliminado España, no tendría esa oportunidad, así que, por ese lado, agradecido.
Soy un desengañado y un gafe y un "mal" español.
Por cierto, ahora creo que quiero que gane Uruguay.