lunes, 29 de julio de 2013

El Julio César en Mérida.

El pasado 26 de julio resultó ser Santa Ana, fiesta local de Candelario, con lo que fue festivo para mí. Aprovechando este regalo, cumplimos un viejo deseo: ir a ver una obra dramática al festival de teatro clásico de Mérida.

Llegamos a aquel “marco incomparable”, tópico que casi siempre es verdad, pero mucho más cuando es verdadero. A pesar de que yo soy muy tacaño, íbamos con la intención de sacarnos las entradas más caras, 39 euros, en la “orchestra”. Si las hubiera habido, mirar el teatro desde abajo como patricios: ver las caras de los actores, oírles sus pisadas, casi respirar, era algo que nosotros podíamos permitirnos una vez en la vida.
Todavía podremos, porque no lo conseguimos; sólo había 2 entradas libres y entonces, como la diferencia de precio no era grande con las que estaban un poco más atrás, (35, 32 euros) decidimos irnos arriba del todo, a la “cavea alta” de las económicas, que tampoco lo son tanto, pues cuestan 12 euros, pero son  un ahorro considerable multiplicado por tres.
Pilar y yo ya habíamos visto, veinte años atrás, una representación desde la “cavea alta”. Fue una comedia musical Golfus de Roma de la que guardamos un excelente recuerdo artístico, pero también el de las piedras milenarias que se nos clavaron en los glúteos. Esta zona del teatro no tiene losas, ni piedras llanas con almohadillas en las que está escrito en número de la localidad, como la zona de la cavea media, (olvidé mencionar que las de la orchestra tienen hasta respaldo). En la parte plebeya tampoco hay localidades numeradas, por lo que hay que ir pronto para coger sitio.
Allí no había poca gente y el ambiente era más popular, indumentarias más cómodas, ausencia de maquillajes o menos subidos de tono, y comida. La gente se lleva comida porque tiene que venir antes y porque, plebeyos como somos, no nos da vergüenza que nos vean comer. Los emeritenses llanos ya se lo saben y aprovechan para verse todas las obras a un precio asequible desde aquellas alturas. Muchos llevan prismáticos para observar algún detalle y la mayoría un oportunísimo cojín, que es la envidia de los advenedizos como nosotros. Yo, para obstaculizar la penetración de las piedras en mi glúteo que sustentaba 95 kg, improvisé un almohadillado con un tetrabrik de gazpacho que habíamos bebido y su correspondiente bolsa de plástico. Gracias a este sencillo apaño esta vez no guardo tanto recuerdo de las piedras. También me gusta sentir como el pueblo llano que, expectante, miraba abajo como se acomodaban los patricios,  y también oteaba a ver si reconocían alguno de los muchos famosos que se dejan caer por el teatro en tan magnas ocasiones.
La obra que elegimos no era propiamente teatro clásico de los clásicos, pero era más adecuada -si cabe- al lugar: el Julio César de Shakespeare, y acertamos. El texto de la máxima garantía y los actores eran de primera: algunos muy conocidos como  Mario Gas, Tristán Ulloa y Sergio Peris-Mencheta.
La representación empezó emocionante pues el día estaba marcado por la tragedia del tren a Santiago de Compostela y se invitó al público a guardar un minuto de silencio. Yo, que soy de pueblo y no estoy acostumbrado a las multitudes, viendo a 2.000 personas en pie y tan calladas, ya empecé a impresionarme.
La obra es magnífica. Trata del poder y la manipulación política y sus reflexiones dan mucho juego a los actores. Todos tienen el microfonillo y se oyen perfectamente sus inflexiones de voz. Pero en un momento sucedió un pequeño hecho épico que aumentó la emoción: al actor Peris-Mencheta se le estropeaba el micrófono en  un monólogo de Marco Antonio, y le empezó a salir eléctrico-tremolante, como de que con los disimulados movimientos de su mano no se arreglaba, gritó furiosamente dos veces ¡Quítame el micro! ¡Quítame el micro! Y se lo apagaron. Entonces el público aplaudió porque el actor siguió recitando a voz en grito, llenando el espacio, y el público aún más callado, más atento, más tenso…; resultó multiplicada la emoción. Cuando lo hubo acabado, el público lo agradeció con otro aplauso, como si hubiera celebrado un solo de jazz.
Para los que no lo sepan, fue un gesto racial, muy torero. Cuando un torero es herido leve o grave pero se tiene en pie, aunque le pueda costar una lesión se envalentona aún más y se empecina en  acabar la faena y matar al toro. Es una cuestión genital, el público se enardece y emociona con esa entrega sobrehumana, como nos pasó con los gritos de Peris-Mencheta. Son cosas inexplicables racionalmente.

El montaje, con estética, música y trajes contemporáneos, fue un éxito y los actores  recompensados con estridentes aplausos. Todavía hubo otro redoble emocional: el actor Tristán Ulloa, que debe ser gallego, recibió una bandera de esa región con un crespón negro que enardeció de nuevo el homenaje a la tragedia.


PD. Al terminar la representación bajamos a ver el teatro y sus pasadizos, y también cómo se veía desde  localidades más caras.

sábado, 27 de julio de 2013

Un espectáculo ciudadano.


El jueves 11 de julio, con intención de asistir a la representación de La Dama Duende de Calderón de la Barca, pasamos la tarde en Salamanca.(1)

Hermosa la ciudad también cuando está viva, admirable y admirada; muy apreciada en el extranjero, lo que hace que Salamanca se quiera más a sí misma. Su narcisismo se nota hasta en los andares de mucha gente.

Andares estuve viendo, sentado en un banco de la peatonal calle Toro, mientras mis chicas entraban a probarse y comprarse ropas en las decenas de tiendas de moda que la pueblan, (en rebajas la abarrotan).

Uno, por inclinación, mira a las mujeres; más si son bonitas, mejor si llevan ropa elegante, mejor aún si es escasa o con transparencias; los andares son la medida dinámica del cuerpo humano.

A mis 48 años nada ajeno avaricio, simplemente contemplo y me deleito, y ya no discrimino, miro a todo el mundo, por qué no también a los hombres. Miro el todo porque un espectáculo caro y muy elaborado el que, variopinto y gratuito, se me ofrece.

Mujeres: de todos los tamaños y colores, multicolores ropas, variadas texturas, diferentes maneras de plantear o enmascarar su cuerpo. Algunas caminan falsamente despreocupadas, pero otras lo hacen realmente despreocupadas. Veo diversos pavoneos, pero mis ojos se quedan más en los culitos sueltos, en los culos que van tomando redondez con el bamboleo de una libertad que les ofrecen unas braguitas mínimas (o inexistentes, hay cosas que no se pueden verificar a simple vista) a libérrimos glúteos.
Son minoría, la mayor parte de los culos van algo sujetos. No sé si soy un culómano, alegaré que es el eje de los andares, la parte más fácil de mirar, y se puede hacer impunemente, la propietaria no capturará la fijación de los ojos, además, el andar muchas veces es musical. Hay andares silbarines como violines, lánguidos como violas, o nervudos como violoncellos, pero también muchos se sienten con una gravedad llenadora, como  contrabajos. A veces vienen rachas de culazos, algunos disimulados, otros indisimulables.
Me fijo en la actividad de las piernas, su morenez o palidez, sus principios celulíticos o su torneada musculatura. Admiro la tensión de los tendones, a veces terminados en elegantes sandalias, en zapatos de tacón alto, de equilibrio firme o precario; también  en zapatos bajos despreocupados de reforzar altura o  esbeltez. Muy variados: en media hora no pasó ningún calzado igual, y vi cientos, con sus correspondientes cientos de diferentes maneras de andar, contenidas o incontinentes,  estudiadas o despreocupadas, algunas parecían querer hollar el pavimento, o pasar cual bailarinas; otras que depositaban los pies en el suelo como si fueran flanes caídos de la mesa. Andares violentos, réplicas de sismo alrededor del cuerpo, otros de encogida rigidez corporal. Abundantes  andares de reojo, lo mismo que cientos de maneras de sentirse observadas.
Mujeres que entran y salen de las tiendas de moda con bolsas chic de propaganda de la franquicia, la mayoría de papel,   y una o varias prendas livianas, etéreas: estamos en las rebajas de verano.
Uñas pintadas muestran los calzados descubiertos, punto de fuga de tobillos, medias,  pieles con depilaciones dolorosas o rutinarias.
Algunas mujeres orientales de poca gracia y plano andar. Aunque también pululan otras muy estilizadas y robóticas: las jovencitas japonesas son el colmo de la definición estética.

Como tengo una hija adolescente, para no sentirme incestuoso casi prefiero admirar la madurez de muchas mujeres españolas; algunas muy elegantes, la mayoría, apoyadas, custodiadas por bolsos, imprescindibles complementos de arte y engaño de sus manos y su figura, cual capas de toreros.
Mujeres alardeando su ocupación, de que están permanentemente atendidas, llevadas en volandas  por la conversación del inevitable teléfono móvil.
Consigue llamar mi atención la bisutería y las joyas, complementos; la calle Toro también tiene tiendas de estos géneros y yo, que soy despreocupado y vago en el vestir, barrunto lo mucho que se invierte en todos estos condimentos: las muchas sumas de minutos perdidos en miradas a espejos,  las diferentes opciones que se contemplaron en la tienda o en la intimidad del probador o ya, con la ropa comprada moviendo las ropas del armario de casa: elegir, rebuscar, rimar, afinar.
También me llega la afinación del maquillaje, ojos pintados, pómulos realzados, arrugas rellenadas, pequeños tatuajes, trucos, collages...
Un universo para  los interesados o los desocupados que hoy queramos observar, y también para llamar la atención de los que crean que no están mirando.
La gente no anda lo mismo sola que acompañada, muchas jóvenes rivalizan como Ben Hur y Mesala, también hay andares familiares: algunas madres imitan a sus hijas, otras ya se resignan a haber perdido la batalla.
Veo parejas, enamoradas o indiferentes, algunas andan por andar y hablan por hablar, la suprema hermosura de los noviazgos recientes, siempre buscando el roce, el beso, la posesión, el agrado. Uno se pierde en 28 años atrás. ¡Qué bonito!
También pasan los niños, andando o en carritos, buscando capturar la atención de la gente. Yo siempre los miro, me arrebata su candor, empieza a estar lejos aquella niñez de mi hija.
Será un defecto sexual mío pero veo menos hombres que mujeres, aunque cada vez más arreglados, más peluquería, tatuajes, y sobre todo, gimnasio, rotundamente morenos y rematados con algún tatuaje: antes animal, pero ahora cada vez más abstracto: letras chinas o cuneiformes, dibujos vegetales o serpenteantes. Imprescindibles camisetas de hombreras para los más trabajados de pesas. Muchos expresando con su cuerpo un  juego de la seducción más tosco, aunque los hay femeninamente  llamativos.
El mundo ya es muy ancho.


Para mis ojos se desplegó todo este arte esa tarde. Sería estúpido, y un desprecio para tanto acicalamiento, no disfrutarlo.


(1) La representación, al aire libre, tuvo que ser cancelada por una intempestiva tormenta.

miércoles, 24 de julio de 2013

MICROCOSMOS CUSAC-COMENDADOR

Creía que uno, para no tropezar en el hoyo de su ombligo, debía huir de localismos. Y que no era pensable que los genios no estén bien esparcidos por el mundo.
Es fácil reconocer el éxito reconocido en los grandes ámbitos, internacionales, nacionales. Uno se obliga a prestarlo atención, intentar asumirlo, para que uno asimile y entre en los lugares comunes de lo que se considera La Cultura: algo tendrá esta agua cuando la bendicen (en el telediario).
Sin embargo, yo últimamente, me estoy haciendo local, miro al ombligo del pueblo donde vivo, Béjar, y me baño en él. Me satisface recrearme en estos dos artistas. Me llenan, lo digo sin rubor, y me siento orgulloso, y recompensado además, por poder contar con la atención, casi amistad, de dos grandes escritores. A distancia parece que hay que ver a los artistas; a distancia pensé que serían dos vates oficiales y también que sus artes no serían para tanto. Además -esto los humaniza- me he sentido, y me siento, superior a los dos porque dejé de fumar en 1989 y a ellos aún se les agarran los cigarros a los dedos y  se les trepan a los labios.

Por fin los leo, entregado, como si fueran buenos escritores y no sólo buenas personas que hablan conmigo.
Y cuanto más conozco su obra, más los quiero.
Es más fácil reconocer a Gabriel García Márquez que a Gabriel Cusac y puede ser que el primero merezca el total reconocimiento universal, pero de lo que estoy seguro ahora es que no hay mucha distancia literaria entre ellos. Es una injusticia del conocimiento de la gente, que hay que luchar por remediar.
A ello me pongo por simpatía, por interés, por amistad pero, sobre todo, por justicia.

Este verano también ahondo en Luis Felipe Comendador, que no tiene la fama de Antonio Machado, pero si algún día en Soria, en Segovia, en Baeza o en Coilllure aparece una libreta con estos pensamientos, http://savonarolia.blogspot.com.es/nadie dudaría por su calidad que serían del gran maestro.

Estoy tan sorprendido como confundido. http://gabrielcusac.blogspot.com.es/search/label/Diario ¿Será que el hombre es el centro del tamaño del universo? Por arriba está el infinito espacio estelar cuyas enormidades: Betelgeuse, Sirius, son incontestables y por abajo el no menos infinito espacio que baja a la célula y del átomo y lo subatómico, que es el cimiento de todo.

Yo soy ese hombre, centro de mi propia circunstancia, -quizá una molécula-, declaro que estas dos células de la literatura son tan importantes como muchas grandes estrellas que, por la lejanía de su luz, tampoco sabemos si están vivas hoy.

lunes, 22 de julio de 2013

Gobernantes adolescentes.


No sigo con especial atención a la señora Cristina Fernández, presidenta de Argentina, pero siempre me viene a la memoria el que, como mujer, renuncie a ser conocida por el apellido de su familia para serlo por el de la de su fallecido marido, cuando no se tiene constancia de que hubiera reciprocidad cuando éste vivía, ni después: nunca se ha oído eso de Néstor Kichtner “de Fernández”. Ya creo que escribí sobre esto.

Pero ahora no es eso: la última que oí a Cristina fue un breve alegato contra el neocolonialismo que, según ella, supuso la vejación y el entorpecimiento que no niego que se hizo al avión del Presidente Evo Morales, que volvía de Rusia a su país pasando por algunos países de Europa.
Se trataba de condenar un supuesto “neocolonialismo” que practicaron los gobiernos de Austria, Francia, Italia, Portugal y España, sobre Bolivia. Creo yo que el neocolonialismo debe practicarse sobre el terreno y, en este caso, a tantos miles de kilómetros, nadie se apropió de nada de  Bolivia. El único colonialismo que puede observarse en este asunto es el que –suponemos- ejerció Estados Unidos levantando el teléfono y diciendo a esos cinco gobiernos sumisos que no dejaran pasar el avión de Morales, no fuera a ser que en él viajara el exagente Snowden.

Pocos días después, la señora Cristina Fernández, viuda de Kichner, sacó el tema del oro y de la plata que nosotros los españoles nos llevamos de su país, de sus países, ya que compartía un pequeño foro de países hispanoamericanos para desagraviar a Evo Morales.
Yo creo que esa salida es propia de países inmaduros, que no asumen que todos tenemos historia.
Mi cuestión es muy sencilla: los españoles somos descendientes de colonizadores celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bárbaros centroeuropeos y árabes. No he visto nunca, porque creo que no se nos ocurre, pedir cuentas a los italianos del oro que se llevaron por ejemplo, de las Médulas de León; más bien les agradecemos que nos dejaran el idioma, el acueducto de Segovia, y el puente de Alcántara, entre otros muchos bienes. Lo mismo nos pasa con la parte de palabras árabes que tenemos, e igual con la Alhambra o la mezquita de Córdoba.

Puedo escribir, esta vez con orgullo, que nosotros los españoles somos en algún aspecto un país maduro, es decir, que ya nos hemos autoasumido. Ni siquiera le pasamos la cuenta a los actuales franceses, cuyos antepasados nos invadieron a principios del siglo XIX, por todos los expolios y destrozos que nos causaron, en este caso, sin dejarnos nada a cambio, y es que los napoleónicos, a diferencia de los españoles en América, no construyeron nada, sólo destruyeron y rapiñaron, y además provocaron que después Lord Wellington, el jefe de los ingleses liberadores, se llevara otra ración de cuadros, entre otros la Venus del Espejo de Velázquez, que fue pérdida bien lamentable.
Pero la historia tiene estos avatares. En todas las guerras hubo violaciones y todos tenemos antepasadas violadas, que fueron preñadas por nuestros antepasados, obsesos violadores.

Supongo que algún día, como pasa con todos los adolescentes, algunos dirigentes y una parte de la población de esos países madurarán, considerando que muy probablemente hemos quedado "mano a mano" como dice el tango. Y con la madurez asumir que sus “padres” no eran tanto "esos tiranos", sino que son familia y les deben algo tan importante como su propia esencia personal.
No he oído a ningún español que quiera cobrar derechos de autor por la lengua que hablan los hispanoparlantes no españoles. Pero dejo aquí esta ocurrencia, para que se quede flotando en el éter de los brindis al sol, junto a las reivindicaciones de aquellos colonizados.

miércoles, 17 de julio de 2013

JUGANDO A FAUSTO


Soy un irresponsable. Sospecho que  como, al menos, el 90% de los españoles y sospecho que un porcentaje de ciudadanos del mundo también. Y, claro, me llevan al huerto (¿de los Olivos?).
Resulta que desde hace tiempo tenía problemas para entrar en el blog, para rectificarlo, y hoy  los he tenido muy serios para pegar un documento copiado de mi pendrive.
Era el error bX-5dvf4a. Google me invitaba a entrar en un foro donde, en muchos idiomas, se trata de este tema. Me daba pereza leer las opiniones de los foreros y pensar en si había alguna solución. La mejor parecía instalar gratuitamente Google Crome, acción que esta casa ya me venía requiriendo desde hace un tiempo, y yo, que soy remolón y poco amigo de “cosas nuevas porque sí”, no hacía caso.
Claro, ahora el Google Crome ha sido una solución a un gran problema, y además gratuita. Parecido me ocurrió en otro momento cuando no me dejaban subir fotos. Instalé el Picassa, también gratuitamente y, hasta ahora, olvidado.

Sucede, y ahí es cuando actúo de Fausto, que para instalar un programa hay que dar la conformidad con un montón de cláusulas de un contrato cuya lectura y comprensión me llevaría a mí, que soy licenciado en derecho y familiarizado con este tipo de prosa, unos 20 minutos. Estos 20 minutos son parte valiosa de mi vida que no quiero desperdiciar en leer un articulado que al final aceptaré (supongo, creo, estoy casi seguro). (1)
Menos aún se quieren desperdiciar esos 20 minutos cuando uno tiene la ansiedad de solucionar un problema a una cuestión que antes duraba un segundo. (La velocidad de Internet, convierte en insoportable cualquier lapso de tiempo que sobrepase los dos minutos)

El problema es artificial, por supuesto. Lo ha puesto Google porque ha querido. A esta empresa, que me da toda la facilidad de proyección que tengo en este blog, le interesa ir comprando mi alma virtual (me refiero a la virtual informática) y yo, como seguramente más del 90% de la gente, se la vendo; cerrando los ojos por no pensar si realmente en algún momento me pedirán cuentas o, por ejemplo, se quedarán con todo lo que aquí publique y me cobrarán a mí derechos de autor cuando lo quiera publicar, (o citar). El cuento de Hansel y Gretel también viene aquí como un guante.

Vuelvo a cerrar los ojos y os digo que ahora con este navegador todo es mucho más rápido. No sé lo que harán con el alma que les dí a cambio de este plato de lentejas. Prefiero no pensarlo; cualquier lapso de tiempo superior a cinco minutos pensando en Internet es una eternidad.



PD. Soy un fraude. Lo peor es que este blog es para reflexionar sobre todas las cosas. Va contra todos los principios y contra el método lo que acabo de escribir para rematar el artículo con gracia. Ya veremos si no termino suicidando mis contradicciones.



(1) Además es un contrato de adhesión. No se puede modificar por la parte contratante de la primera parte, que soy yo.  (la verdad es que bromeo para no pensar  en la realidad puede que cruda. Pienso que no debemos extrañarnos de lo que hacen estas grandes empresas estadounidenses y la CIA, se lo ponemos en bandeja. La verdad es que prefería acabar el artículo chistoso y superficial a paranoico, que es lo que parece que está quedando.) Ya.

domingo, 14 de julio de 2013

El fin del gran negocio de los libros de texto.


Tengo un buen amigo que vivió regularmente de su trabajo como ilustrador en libros de texto. Otros hacían el negocio fabricando y vendiendo tiradas enteras casi garantizadas de estos valiosos ejemplares pedagógicos. Hoy, declinando las ventas, por la crisis que es causa de lo que voy a contar, se reducirá la inversión y a mi amigo ilustrador, si le contratan, le pagarán todavía menos.
El precio medio de un libro de texto de 90 páginas. Sí: son en color, y también: con papel resistente, pero sólo 90 páginas, andará por los 28 €.
Las economías familiares no están para bromas y lo que antes era un desdoro: no estrenar libros, pedirlos prestados, conseguirlos de 2ª mano o fotocopiarlos…, empieza a ser la práctica mayoritaria. La razón es sencilla. Sólo en libros de texto se vienen a gastar las familias por niño 280 € cada septiembre.
Las grandes superficies empezaron el ataque al monopolio de las librerías, pero ahí no estaba el problema sino en las editoriales, que con toda seguridad,  (coimas y regalitos para persuadir a los “profes” incluidas),  se lo han estado llevando calentito.
El sistema consentía que los centros educativos cambiaran mucho de libros y así evitaban hasta que los hermanos que no vinieran muy seguidos pudieran reutilizarlos. Estos cambios ya están muy mal vistos.
Por el contrario, ahora los colegios e institutos solicitan a sus alumnos los libros del curso anterior, (incluso algunos profesores en el curso les están encareciendo para que los cuiden bien con el fin de poder entregarlos a las familias más necesitadas. Cada vez más familias, y cada vez más necesitadas. Hay tiendas que no son librerías, que deciden hacer de intermediarios, comprándolos y vendiéndolos. 

El resultado es una presión social por aprovechar todas las vidas que puedan tener estos libros y el que, a poca gente se le caigan los anillos por reutilizarlos, y eso es un cambio de tendencia letal para aquel negocio.


Las administraciones públicas competentes, la mía era la Junta de Castilla y León, ayudaban con becas a la compra de los libros. Nosotros que sólo tenemos una hija, y a veces trabajamos los dos obteniendo unos ingresos decentes, recibíamos hasta hace 4 ó 5 años unos 120 euros de beca para libros de texto. Todo el mundo lo recibía: el tope de ingresos estaba en 60.000 euros anuales por familia, cantidad a la que, en todo nuestro colegio, no sé si llegaba alguien. Recibiendo como beca  la mitad del precio, se hacía como un poco ruin, buscar o pedir libros de segunda mano. Además, a la niña y a la madre les gusta mucho el acontecimiento de comprar y forrar los libros con ese olor a nuevos, mientras hallan en ellos ilustraciones o ilusiones para el curso.
Ya se recortaron esas becas. Es justo que se haya establecido un tope que corresponda a familias a las que la compra de libros les suponga un gran quebranto.

Olvidaba decirlo: para maximizar beneficios reduciendo costes, últimamente los libros de texto españoles se imprimían en China.



jueves, 11 de julio de 2013

AUTORRETRATOS


Un sol crepuscular entraba por la ventana de mi cuarto de baño.
Me miré en el espejo, me gusté y decidí autorretratarme.

Seguid mi experiencia, con las cámaras de ahora es gratis intentar hacer arte con uno mismo.




Hace años que no me veía tan bien.






 
PD. Quereos: eso es bueno; si yo no me quisiera, tampoco sería boguero.







PD 2 Estoy descubriendo que en Béjar existe un asombroso prosista poético del que me estoy haciendo amigo, ya que me lo permite. Disfrutadlo

lunes, 8 de julio de 2013

ESTÚPIDOS RECORTES: EXPROPIANDO LA ILUSIÓN.

Tenemos en España dos ministros principales en el área económica, (sin contar al presidente del Gobierno que, a diferencia de todos sus antecesores, no nombró una vicepresidencia económica, para demostrar su capacidad personal  y su intención de ahorrar, pero la impronta de Rajoy sólo se nota  en su  machacón predicamento de la idea: ¡mireusté!, yo no he sido, a mí que me registren. Es la herencia recibida.)

Volviendo a los dos ministros: uno es el tonto y otro el payaso; aunque estos son sólo sus carices preponderantes. El tonto suele decir payasadas sin darse cuenta y el payaso no hace más que decir tonterías pero, como tiene asumido su papel, se autoperdona todo.

No sé de cual de los dos departamentos ministeriales vino la idea de gravar con un 20% los premios de las loterías. La sospecha generalizada, -que también es mi sospecha-, es que vino del superministerio principal, ese que tenemos en Alemania.

No es injusta la medida, al contrario. Es infinitamente más justo hacer tributar 200.000 euros al afortunado con un millón de un golpe de suerte, que, por ejemplo, a 200 pobres comerciantes de pan, bollería, prensa y chucherías, quienes, además de recaudar IVA y  pagarse la Seguridad Social, deben ingresar trimestralmente el 20% de sus ganancias (que me he permitido estimar en 20.000 euros anuales)
Pero ha resultado una medida estúpida, ya que lo que pretendía era aumentar la recaudación del Estado y ha conseguido lo contrario. Veremos por qué.

Hay muchos que siguen jugando lo mismo, pero hay otros que antes cuando paseaban por la calle y veían en un escaparate “bote de 1 millón de euros” pensaban en lo primero que harían cuando lo cobraran, despedirse del trabajo, comprarse un coche, hacer un gran viaje etc. entonces sacaban su euro y rellenaban la apuesta. Ahora piensan que lo primero que han de hacer es ingresar 200.000 en hacienda, entonces muchos vuelven a meter el euro en su bolsillo. La consecuencia es que se ha reducido considerablemente el gasto en juegos de azar.

Lo que ha sucedido es que la hacienda pública ha aumentado los ingresos por impuestos sobre los premios, (por poner un ejemplo, que no andará muy lejano, en 2), pero ha reducido los beneficios por gestión (por poner un ejemplo, que tampoco andará muy lejano, en 8). Las loterías eran el único monopolio estatal fácil y rentable, por eso no se vendieron en ningún momento. Ahora, aquello que era tan buen negocio, es un negocio sólo regular, pues se están perdiendo clientes, desilusionados.

Otra consecuencia paradójica es que, como hay menos gente jugando, aumentan los botes por falta de aquel porcentaje de apostadores que antes se animaba y que hoy tienen "la ilusión gravada": a menos intentos, mayor dificultad en los aciertos, un bote de 1millón, diez veces intantado por menos gente y no conseguido, se convierte en 10 millones, pero a diferencia de lo que antes sucedía, eso no anima, poruqe mucha gente en este caso sigue pensando que lo primero que habrá de hacer será abonar a Hacienda 2 millones de euros. Vamos camino del record, el bote del pasado jueves era de 55 millones.
Este gobierno ha conseguido una vez más “Hacer un pan con mil hostias consagradas”(1)

Hubiera sido más inteligente reducir los premios, aumentando así el margen de beneficio de la gestión. El efecto psicológico de castración del premio no sería tan evidente y la recaudación no se habría reducido tanto como ahora. En consecuencia, los ingresos de los que tan necesitado está el estado habrían aumentado en lugar de reducirse.

Voy a serr justo: a favor de la medida está el argumento hiperracional de la pedagogía, pues debemos ser conscientes de que hay que pagar impuestos para mantener el estado. Además, creo que en Europa a la que pertenecemos y en los Estados Unidos que tanto admiramos, se paga por estos premios, cuando aquí no se ha pagado nunca.
Pero la ilusión es irracional. Antes era pura, ingrávida, ahora es algo responsable, con lastre.
Es un sueño recortado.



(1) Lo mismo han conseguido aumentando el IVA de los espectáculos públicos. Antes se pagaba el 7% y ahora el 21%. La consecuencia de tan brutal y desacompasada subida son un teatro y cine más caros para el público, lo que se ha reducido en recaudación para Hacienda, al reducirse enormemente la venta de entradas. Las cuentas salen al revés: no compensa con el incremento de ingresos por la mayor imposición.
Se ha jibarizado la recaudación total por IVA, y recortado los puestos de trabajo de los artistas y tramoyistas y los impuestos sobre la renta que ahora ya no pagarán; muchos, al contrario, aumentarán el gasto al cobrar el desempleo.
Pero, además, se ha reducido el arte. Pero como este gobierno considera, en general, a los artistas españoles como enemigos...

viernes, 5 de julio de 2013

La bodega de “Capirro”.


Es un sitio mítico, un lugar común, de las actuaciones del grupo Mayalde. Hemos oído muchas veces la descripción que hacía de ella Eusebio para introducirnos en la canción “con la lata nos divertimos”. Poder verla era un aliciente más para desplazarnos a la Fiesta  de la Biosfera.


Y la visita superó nuestras expectativas. Primero fue la generosidad con que se nos agasajó a todos los que allí entramos. No sé si sería por la fiesta, porque esperaba a su amigo Mayalde, o porque Capirro sienta el placer de regalar y hacer disfrutar de su vino, aperitivos y música, pero todo fue gratis. Allí, ambientando, estaba un tamborilero, un tañedor de castañuelas y completaba el grupo otro que tocaba un pequeño instrumento de percusión llamado “chasquete”.

Lo mejor fue la irrupción de Eusebio y su hijo Arturo. Entonces muchos de los que estábamos allí, que habíamos ido por ver el “sitio mítico” recibimos la recompensa soñada, lo que daba sentido pleno a la experiencia: Eusebio tomó un caldero y percutiéndolo como sólo él sabe, nos cantó una canción de siega, secundado por su hijo. El entusiasmo con el que disfrutamos de aquella aparición fue poco menos que histórico.



Y Capirro también nos regaló su arte:


Uno no sabe como agradecer que siga habiendo gente tan generosa y de buen humor. El mundo es  habitable gracias a la felicidad que nos regalamos entre la buena gente.

miércoles, 3 de julio de 2013

EUSEBIO MAYALDE, EL LUTHIER CHARRO


Tengo la suerte de vivir en su provincia, Salamanca, y así, con pequeños desplazamientos, puedo seguir a este visionario del arte escénico; un músico enmascarado entre instrumentos de cocina y cachivaches de chamarilero que ofrece lo mejor de su cuerpo y de su alma, y de la transmigración de su alma, que es su familia, (antepasados incluidos, que también actúan) por la causa.


Y uno no sabe si “la causa” es ganarse la vida dignamente con su arte, vender el áspero y más bien monocromo folclore charro, o dictar clases de filosofía de vida. La suya no es otra que rescatar los saberes y las artesanías con las que hemos vivido los pueblos durante milenios y que, desde hace unas décadas, se arrinconaron, oscurecidas por las brillosas pantallas de la comunicación y las incomunicaciones.

No sé si la frase primero conócete a ti mismo es de algún filósofo o el lema del oráculo de Delfos. De lo que estoy seguro  es que el mejor maestro no es el que te inocula conocimientos, sino el que te enseña a encontrar en tu interior la sabiduría. Eusebio entiende de esto: y que todavía dentro de nosotros existen unos valores tradicionales, depósito de los que nos antecedieron y nos criaron. Yergue en el escenario su largo oficio de partero, para desentrañarnos, rítmicamente, como músico que es, aquellas entrañas recónditas. Gracia y voz, ironía y mayéutica, parábolas y cuentos, este artista también sabría sembrar conocimientos, pero, como buen macho, prefiere fecundarlos, y lo hace por sí mismo, pero también con inteligencia y maña se ayuda del viento y de las abejas. Los espectadores, que sólo creíamos ser unos espectadores,  aprendemos, asistimos a la luz de nuestro alumbramiento sin casi darnos cuenta, tan subyugados como convencidos.
Mayalde, que no es sólo Eusebio, reivindica la esencia esencial frente al papanatismo vergonzante. Contra esa pueril aculturación  que es ir corriendo detrás de todas las vistosas modas foráneas del comprar, semiusar y tirar. Aprendemos que ya sabíamos que el valor de las cosas está en aprender, construir y transmitir.
Entender y apañar; y nunca tirar: la tradición tiene mucho que decir para enseñarnos a apañárnoslas frente a la incertidumbre  de  extravíos  adonde estamos ahora empantanados.

Es la herencia, -nuestra herencia, nuestra vía, a la que no debemos terminar de renunciar-, lo que pregona Mayalde con el ejemplo, encarnado en familia de cuatro miembros; que  aprendió, sabe y se prolonga naturalmente en el amor a lo esencial.


Y Eusebio oficia de pontífice con la Tradición, y valiéndose de su artesanía de luthier y seguramente de seguidor de “les Luthiers” para elaborar muy cuidados monólogos, del género más moderno y americano, a los que no les sobra una coma, ni les falta un efecto. Este artista del efectismo se sirve no sólo de su torneada voz y de instrumentos tan tradicionales como cucharas, sartén, caldero, mesa o zambomba; tampoco se arredra de inventar un contrabajo rústico que nunca existió, hecho con cañas y una cuerda, porque Mayalde es un músico, detrás y a pesar de todas sus máscaras, y accede a lo que le pide la dinámica musical para envolver su mensaje. Como los artistas verdaderos no tiene problemas con fronteras, así que uno de sus números más espectaculares está montado en una chalaparta vasca.
En su espectáculo se asiste a una vida ejemplar,  una sagrada familia clamando contra las obsolescencias programadas por los mercachifles que nos manejan.
Y después de divertirnos, Eusebio nos encomendará siempre el más simple mensaje de resistencia: que nunca dejemos de reunirnos  para cantar juntos.

lunes, 1 de julio de 2013

FIESTAS ARTIFICIALES.

El pasado fin de semana equinoccial del 22 de junio pudimos asistir a dos mercadillos callejeros. En Béjar había uno “medieval”: tipo de evento del que ya hemos visto en nuestra vida decenas de versiones en varias ciudades y pueblos. Los vendedores hacen poco más que ponerse un turbante, un casco, un peto con una cruz; algo que suene  cristiano, moro o judío “medieval”, y con ese reclamo tratan de vender sus artesanías y productos autóctonos, aunque hay mucho de lo que se ofrece que no es. La crisis hace que se perciba ahora una voracidad desesperada por vender, lo que acentúa  la divergencia con la escasez de euros interesados en comprar  de los bolsillos del público.
 

En el hermoso pueblo de Miranda del Castañar hicieron una “fiesta de la biosfera” con un amplio programa de actos y otro mercado de productos autóctonos con el mencionado atrezzo, para envolver nuestros escépticos espíritus compradores en supuestos sabores o artesanías medievales. Observé la misma ausencia de éxito mercantil.


 
La “fiesta de la biosfera” incumplió las expectativas de los organizadores en otro acto. Aquí veis muestras del estrepitoso fracaso de la comida popular a 5,50 € la ración de paella, sangría, pan  y postre. Me escandaliza ver tirar la comida. Debe escandalizarnos a todos. No menos de cuatrocientas raciones de arroz con sus langostinos, guisantes y pollo, fueron recogidas, -bastante indecentemente como se ve-, con palas, para ser cargadas en bolsas de plástico azul que irían –espero- a alguna granja de cerdos o similar.
A veces España es así de catastrófica con la planificación, (nuestra supercrisis actual se puede resumir en que tenemos construidas millones de viviendas vacías y sin pagar) y mientras muchos empiezan a pasar hambre, hay fiestas de pueblo en que  se sigue tirando  comida “a espuertas”.






Da rabia y también pena. Menos mal que acertaron con Mayalde.