viernes, 31 de enero de 2014

John Cheever

Mi gran amigo surtidor de literatura norteamericana trajo a mi casa este pesado ejemplar, que acompañó entremezclándose con mis propios pensamientos, el tránsito del año.
Es un diario y, con mi impresionabilidad ya conocida de los asiduos, me atrevo a declarar hoy que es el más profundo e interesante de todos los diarios. Es una bitácora de madurez y desencanto (por ahí andamos)  no tan literario como nuestro San Francisco Umbral, que escribía palabras siempre muy afiladas para publicar inmediatamente, y así se puede ser bastante lenguaraz e hiper lírico, pero nunca tan sincero como Cheever. Es un diario reducido a 500 páginas, editado póstumamente y el editor confiesa haber añadido o corregido puntuación, suprimido las repeticiones o las cosas directamente ininteligibles, pero no el estilo, que es muy bueno y trata no sólo de apuntar cosas que piensa o le pasan, sino que se molesta en escribirlas muy bien porque sabe que serán publicadas.
John Cheever,  un desastre personal, un hombre tremendamente solitario a pesar de ser casado y con tres hijos, voluntariamente aislado, incomprendido y autodestructivo, denota una gran seguridad en sí mismo, porque hay que estarlo para llegar a escribir para que sean publicadas, las sinceridades subcutáneas.
Es un diario que genera dudas al lector, porque uno se identifica mucho con su verdad, y esa empatía lectora hace que casi se quiera identificar con todo Cheever. Para mí, levantando los ojos del libro, actualmente no es posible: él es alcoholico y apunta y termina disparando a la homosexualidad, bisexualidad, (disculpad por destripar el final) y lo siento extremadamente promiscuo. Yo no sé cuál de las dos prácticas descarto más para mi futuro, aunque no se deba decir de esta agua no beberé.
En cualquier caso es un libro oportuno en la frontera de los 50, que hay que leer dejando espacios; si no todo se apelotona en una aparente nada.
Es un libro ideal para el otoño e invierno, (que es donde estamos) y para leer pausadamente, haciendo la digestión sin prisas.  Y ahora me tomo el libertinaje de copiar y daros a probar

Lo he escrito antes y volveré a escribirlo: lo que recuero de mis familiares son sus espaldas: Siempre salían indignados de alguna parte y yo era el último en salir. Salían pisando fuerte de las salas de conciertos, los estadios deportivos, los teatros, los restaurantes...: << Si Koussevizky cree que voy a escuchar semejante bodrio...>> ; <<El árbitro está vendido>>; <<Qué obra más obscena>>; <<No me gusta como me mira el camarero>> ; etc. Casi nunca llegaban al final, y así es como los recuerdo: buscando la salida. Se me ocurre que tal vez padecían claustrofobia aguda y disimulaban esta forma de locura con la indignación moral.
Durante el verano, mi padre hacía tres o cuatro hoyos de golf antes de irse al trabajo. A veces lo acompañaba. El campo se encontraba cerca de casa. Estaba en una elevación cerca del río, y desde la calle se veía Travertine y el agua azul de la bahía. Una mañana vio algo colgado de un árbol, en la periferia del campo. Pensó que se trataba de alguna prenda olvidada por las parejas que iban al bosque de noche. Al acercarse vio que se trataba de un hombre. La cara estaba hinchada y deformada, pero reconoció a sus viejo amigo Harry Dobson. Cortó la soga con la navaja y desde la casa más cercana llamó al doctor Henry, aunque debería haber avisado a la policía. Esa tarde regaló los palos y jamás volvió a jugar al golf.

 No sé hasta qué punto pueda ser punible citar/copiar estos amplios fragmentos de  un libro. Desde luego, mi costumbre es copiar cosas que recomiendo, así que pienso que mi homenaje es algo positivo para el libro y el rendimiento de la editorial. No sé si alguien me sigue a mí por mis recomendaciones o mis citas, si así fuera, creo que, como no cito constantemente lo hago sólo de obras que creo muy selectas, las beneficio más que las pudiera perjudicar. El bien jurídico protegido resulta mínimamente vulnerado: no llegamos a 1/500 de la obra. Nadie dejará de comprar el libro satisfecho por lo que haya leído aquí, al contrario, puede que se interese por comprarlo (Adelanto argumentos por si algún día alguna editorial denunciara estas citas)




(...) Mary está en vena afectuosa, los pajaritos cantan y el mundo es maravilloso. La B12 parece surtir efecto, pero, como suele decirse, uno debe ayudarse a sí mismo. Después de la inyección me parece que disminuye la ansiedad y corro a ella con la botella de ginebra para decirle que he bebido muy poco. Durante medio día estoy convencido de que la raíz de mis males es una deficiencia vitamínica. Ahora que tomo B12 podré viajar en tren, cruzar puentes, conducir por todas partes. Mary se muestra tierna y afectuosa: ¿por qué no especular que seguiremos así para siempre? Paso dos noches seguidas sin beber después de cenar, y al despertar por la mañana me siento como un hombre nuevo. Aunque no lo busco con tesón, es maravilloso tener al menos una imagen de integridad, con montañas a ser posible.

miércoles, 29 de enero de 2014

Sin foto nevada de Candelario, (la derrota de la palabra)

Hoy ha nevado en Candelario, no me he traído la cámara de fotos y tampoco tengo en el móvil. Ya me parece mal, -y a veces por esto retraso la publicación de artículos-, no aportar unas imágenes, y es que empiezo/empezamos a vivir en la autocensura impuesta por la abundancia,  la facilidad de las fotografías y de las grabaciones audiovisuales, de manera que el simple testimonio o descripción con palabras parecen cojos. Muchas veces es falso que una imagen valga más que mil palabras, pero la ley de la comodidad universal apunta a que para la inmensa mayoría es la verdad, quizá la única verdad posible.
La expresión de la palabra se devalúa por los emoticonos, por mensajes cortos llenos de faltas de ortografía y de simpleza, y por lo fácil que es adjuntar un vídeo o un enlace.
Voy a decir que también lo tengo comprobado estadísticamente (en las estadísticas de visitas de este blog). Los artículos que tienen foto se ven más, y yo no tengo mucho aguante  para ir contracorriente, luego me empiezo a hacer, como bloguero, servidor/seguidor del gusto del  público, llegando a ese punto de hoy de no publicar sin foto.
Terminaré no hablando de la estampa nevada de Candelario, para seguir insistiendo que una de las noticias más importantes de este siglo: el asesinato o el “ajusticiamiento sin juicio” de Bin Laden,  resulta menos creíble (1) incluso "menos noticia" porque no hay imágenes, aunque no se prescindió totalmente de ellas: en la narración facilitada por el gobierno norteamericano a los medios de comunicación se dibujó una puerta lateral de un portaaviones desde la que, previa extracción de su ADN,  se habría tirado, con un ceremonial islámico, un cuerpo cubierto con un lienzo, el cadáver del líder de Al Qaeda, al Océano Índico. Para más escasez de imagen, el dibujo concreto que se representa nunca nadie lo vio, porque el dibujante para hacer comprender como se arroja el cadáver sitúa su perspectiva desde fuera de la nave, desde aire, sobre el mar y yo estoy seguro de que no hicieron volar a ningún helicóptero para que el artista recreara el instante.
De manera que la ilustración de noticia más importante de hace casi tres años, es una recreación de algo que nadie presenció. Aunque la opinión pública la haya dado por buena. Aunque seguro que menos buena que otras, más irreal.
Hoy no voy a cantar a la nieve sobre los rústicos tejados del pintoresco pueblo donde trabajo, no voy a describir la luz blanca que reverbera desde los campos y la sierra (por cierto bastante difícil de fotografiar bien) Mañana, si la nieve no ha desaparecido me traeré la cámara para ilustrarlo.  


Yo, que no me creo conspiranoico, di razones en su día para mi incredulidad  http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com.es/2011/05/es-inteligente-matar-personas.html

viernes, 24 de enero de 2014

Después de la gripe.

Este año me pilló y a mi hija, que le gusta mucho la radio, le vocalizaba cuidadosamente todo lo que le decía aprovechando mi  voz ronca, tan radiofónica.
Se pasa mal, como todos sabemos, aunque a la semana se olvida uno de casi todo, pero esas noches envuelto en sudor, esas toses agónicas, esos esputos agarrados a la garganta como zarzas, son instantes en que se pierde la compostura, aunque uno esté envuelto en sábanas, con manta de refuerzo y la calefacción a todo trapo.
Con mi paracetamol en la mesilla, y un vaso de miel con limón para suavizar la garganta, miraba la nieve caer y no pude menos que acordarme de Esteban Muñoz Gómez y de Basilio Navarro de la Fuente, los dos mombeltraneños que murieron en Mathausen-Gusen. En aquellas canteras, explotados hasta la muerte por  nazis que no necesitaban gastar balas, ni inyectarles ningún veneno para hacer sitio a músculos nuevos. Ellos, que hubieran debido pasar su no pequeña ración de frío en el Barranco, recogiendo la aceituna en sus pequeños olivares, estaban ahora rodeados de tupida nieve helada con un horizonte de grandes piedras partidas, trabajando como esclavos vigilados por ametralladoras, teniendo que ver todos los días morir a compañeros, sin percibir sino el desprecio de los soldados alemanes que los vigilaban.
Pensar en una gripe en el invierno austriaco, dormido en un catre de madera, en un barracón de madera, con la ropa mínima, (a lo mejor me equivoco suponiendo que no tenían calefacción) me inducía una nueva tiritera y me arropaba más, dando gracias por haber nacido en 1964 en España.
Esteban y Basilio no volvieron nunca de Mathausen; yo ayer reanudé la poda de los frutales de mi huerto.

jueves, 16 de enero de 2014

NOCHE SUBLIME EN LA CASA SOCIAL (Ávila 1982)


Muchas veces cuando uno escucha entrevistas se reprocha mentalmente lo poco que ha vivido en comparación con el hablador protagonista y maldice la rancia suerte de haber transitado una rala vida provinciana  que  va gastando casi todos los días sin contraprestación de mérito.
Pero, y quizá sólo sea un mecanismo de defensa, a veces uno mira fotos y hasta se sorprende guapo mientras se le evocan momentos,  amigos y aventuras, que parecen tesoros olvidados.

Hurgando hoy en mi pasado, -entonces no había casi fotos-, aparece la noche sublime en el patio de la Casa Social de Ávila. Y, en su recuerdo, hoy mismo me parece oportuno comprobar que no he sido yo quien la ha sublimado, por eso quiero dejar aquí mi testimonio por si alguien que viviera lo mismo, hiciera el favor de corroborarme que puedo seguir creyendo lícitamente  que no fue un sueño el recuerdo que contaré.

Aunque ni siquiera recuerdo con cuál o cuales de mis amigos de entonces estuve sentado viendo aquella actuación. Sé que no fue ninguna chica, y es mucho de lamentar porque aquella exaltación   estética, política y étnica, quizá la hubiera puesto tierna y propicia para el estrechamiento, el abrazo, el beso…, quien sabe si a mis 17 años hubiera podido iniciar desde aquel acontecimiento mi vida sexual.
Pero no se dio esa circunstancia, eso sí lo recuerdo bien.

Era un festival folk que coronaría con un grupo instrumental andino de primera fila: los Calchakis, que grababan para las grandes casas de discos. Eran un grupo argentino exiliado en París, y que, por tocar básicamente temas instrumentales, actuaban con asiduidad en el programa panhispanoamericano “300 millones” de Televisión Española (la única entonces), a diferencia, por ejemplo,  de los chilenos Quilapayún, más cantores, cuyas letras, demasiado políticas,  no podían ser del pleno agrado de la Unión de Centro Democrático española, ni, por supuesto, del Chile Pinochetista, que también recibía la señal de ese programa.

Hago memoria también de que en aquéllos momentos los españoles no éramos racistas y, sobre todo, nos encantaban los sudacas fueran del color que fueran: eran tan pocos, generalmente élites intelectuales, músicos, escritores, médicos..., que a nadie producían asco, repelús, ni desconfianza. No sólo eso, su música, tan suya, sus instrumentos, sus ponchos, eran sinónimo de alegría y compromiso político; entonces se sacralizaba la palabra “solidaridad” y más si se le añadía “con América Latina”. Treinta años después sabemos que es otro cantar, pero voy a recordar con un botón de muestra de esa gran aceptación: fue que una parte de la Cantata de Santa María de Iquique lograra situarse en los primeros puestos de la lista de “los 40 principales”. La canción, sólo con guitarra y charango, era todo un poema de esperanza:

vamos mujer,
partamos a la ciudad
todo será distinto,
no hay que dudar
no hay que dudar, confía
ya vas a ver...,

Era 1982, al final del verano, el PSOE de pana y barbas pululaba activamente por todas partes. Todos éramos vírgenes y ellos -todavía- más que nadie. Todo lo viejo se desplomaba: el año anterior la democracia había triunfado, definitivamente y por humillación,  sobre los anacrónicos Tejeros, y se había producido un tercermundista envenenamiento masivo por aceite adulterado. La UCD, desgastadísima, desacreditadísima, se había descompuesto, por este y otros motivos, al pasar la transición y entrar en órbita de asentamiento democrático. En esos momentos, estaba hasta descabezada de su hermoso líder Adolfo Suárez. El discurrir político era una autopista cuesta abajo hacia la más aplastante mayoría absoluta que conoció la democracia española (creo que fueron 208 diputados del PSOE el 28 de octubre siguiente).
En aquella noche Ávila en los patios de la Casa Social era de ese color reivindicativo, solidario, esperanzado.

Había dos grupos abulenses teloneros. Primero los Hekaton que presentaron un puro grupo de jota tras jota, aliñadas  con la clásica ensalada de guitarra, bandurria, laúd, y voces verdaderamente poco relevantes en mi recuerdo.
Cuando hay segundos platos o postres suculentos, en los entremeses la gente siempre reserva su paladar y creo que a nadie le molestó que estos teloneros de los teloneros, acabaran rápido su actuación.
Después llegó Cigarra, un grupo más amplio de personas, -seis- con más variada instrumentación y dos voces femeninas de antología. Poseían el aval de un disco grabado en 1978 y en algún momento pareció  que iban a ser el contrapoder abulense de la casa Columbia, frente a los célebres y permanentes segovianos del Nuevo Mester de Juglaría, que grabaron muchos años para la casa Philips.
Los Cigarra venían de ganar el año pasado un premio importante en Andalucía, sabían presentar con gracia sus números explicando la pequeña historia de la letra o de cómo había llegado a su repertorio. Tenían su público bien consolidado de otras actuaciones en la ciudad, que les escuchaba con excelente disposición.
No sé cuántas canciones interpretaron –a todos nos parecieron pocas-, a pesar de ello, les dio tiempo a tener problemas con el sonido, pero los grandes artistas recrecen la emoción en la dificultad  y  gracias a la avería, la dulce voz de una de las chicas prácticamente a capella, es decir con el único contrapunto de un simple rabel, empezó marcar, con pureza y cercanía, la altura lírica de la noche. Acercándose al final entonaron a mi canción favorita del folclore castellano:
“Al otro lado del río
hay una niña muy guapa
ha salido en los papeles
que con Ramiro se casa”
(Años más tarde supe en Cuevas del Valle, que la canción se había recogido en esa localidad. Lo cual, por su belleza, no me extraña nada.)
Este romance que acompañaban con el añadido melódico un instrumento extraño a la zona, el violín, nos dejó a todos con muchas ganas de más miel. Redoblaron los aplausos por oleadas, de una manera ansiosa, orgullosos e incrédulos de que este grupo de gente de nuestra atrasada ciudad nos estuviera ofreciendo tanto placer auténtico. De esta manera, la emblemática canción final “Castilla levántate” llegaba como si fuera un bis deseado.
Creo que “Castilla levántate” empieza con un tambor a solo como el bolero de Ravel y luego continúa con un recitado, y después, -como aquel clásico-, todo va creciendo y agregándose. Llegado el canto propiamente dicho prendió como nunca la emoción del público y definitivamente hinchó al máximo la intensidad con la que ya gritamos el estribillo. Aquel derroche de pulmones marcó los minutos cumbre de autoestima, identidad, exaltación de lo castellano, y la esperanza en el futuro que  yo haya visto nunca en la ciudad de Ávila. Lo juro. 
La gente levitó, levitamos, no sé si sólo fueron centímetros, pero a mí me parecían metros. Se hizo la paradoja de la comunión popular más cálida en la ciudad más fría.

Los aplausos eran a la vez ovaciones, todo se hizo grito ansioso, la gente quería desesperadamente prolongar aquella sensación tan extraña. Los que  tenían compañía femenina se abrazaban y besaban, pero volvían a aplaudir, la temperatura subía por la fricción de las almas; ¿se estaría derritiendo el antipático carácter que se nos asigna a los abulenses?.
Pero no era el momento de dar otro bis. Los usos, la cortesía y la jerarquía de la actuación estaban en contra de satisfacer la prolongación del éxtasis del público.
Se retiraron. El escenario se quedó vacío.
No creo que mucha gente haya visto alguna vez a un profesional argentino aterrado en un escenario; menos aún a cinco. De repente algo glacial soplaba por el entarimado y los Calchakis, que parecían pequeños roedores,  no sabían como manejarlo. Salieron al escenario aplaudiendo y comentando la calidad “bárbara” de sus antecesores en las tablas. Inmediatamente anunció uno de ellos que dedicaba la actuación a su su abuelo que era castellano, lo que arrancó los primeros aplausos para la oportuna reseña genealógica. Pero eso no fue bastante, los aterrados músicos tenían que capear una hora de actuación contra el público extasiado,  sabiendo que carecían de argumentos para mantener a la mitad de la altura en que se habían quedado nuestros anhelos musicales y políticos.
Trataban de emplear el mayor tiempo posible y la recurrente y casi siempre imbatible, locuacidad argentina, lo que les hizo añadir que otro de los miembros del grupo era de la Rioja Argentina, para aprovechar el rijoano aludido para lanzar una nueva alabanza que los vinos de su tierra no eran comparables a los de la Rioja Castellana. (Antes la provincia de Logroño era de Castilla la Vieja, pero ellos no podían saber por 1982 entonces ya no estaba en nuestra naciente comunidad autónoma de Castilla y León )También tuvieron problemas con los instrumentos, con la afinación, alguna zampoña se quebró, -por el frío, dijeron, para justificarse, como si en los Andes no hiciera frío-. Explicando curiosidades de sus instrumentos y mencionando algo más a Castilla como si fuera  el talismán, capearon la eterna hora hasta el momento en que dentro del marco incomparable de  las Murallas de Ávila, habían de cantar "La Muralla" la emblemática canción para acabarla con esta morcilla al corazón de Castilla... ABRE LA MURALLA. La actuación acabó con un poquito de gloria, pero sin el regreso a la épica, a pesar de que muchos aplaudíamos con vigor y gritábamos furiosamente: Castilla, Castilla,  Castilla...Cigarra, Cigarra, Cigarra... y entonces los Calchaquis invitaron a subir a los Cigarra al escenario; en aquel momento unos cuantos redoblamos los "Castilla" esperando que los Cigarra, quizá secundados por los Calchakis,  cantaran de nuevo la canción de la noche sublime para llegar de nuevo a la esencia mágica de la castellanidad, pero los que, gracias al milagro castellano se habían emparejado, ya no nos acompañaban, quizá sólo pensaban en culminar con otras glorias, aquella noche increíble.


martes, 14 de enero de 2014

¿Google es el diablo?


Hace poco, he visto que Google es, por facturación, la tercera empresa del mundo, lo cual, contado a cualquiera hace una quincena de años -no sé, siquiera, si la empresa había nacido entonces- sería increíble.
Aún lo es, porque esta empresa no vende nada material, ni siquiera papeles. Su existencia es virtual: cadenas de ceros y unos, o mejor: cortes y conexiones de electricidad; infinitos y vertiginosos y, sobre todo, hiperordenados, lo cual también es increíble; por el orden y por el número. Estoy seguro de que ya superan a las estrellas y demás cuerpos celestes  del universo; no sé si aún han alcanzado a las gotas de agua del mar o a los granos de arena de la tierra, pero, no me cabe duda de que, un día de estos, lo harán.

Como el diablo, la única riqueza de este engendro son las almas de los que conquistó o se entregaron a él, -nos entregamos, porque yo, además de Blogger, tengo el correo en Gmail-. Su sede física, como el infierno, no se sabe muy bien en qué parte del universo está (en España seguro que no: pagan una cifra ridícula de impuestos). Tampoco, como el infierno, es una creación que no se enumera entre las que hizo Dios en los famosos siete días del Génesis.

Lejos de mí querer enemistarme con tan poderoso agente. De momento estoy conforme (y agradecido) con lo que me dejan y no tengo conciencia de si  les doy algo a cambio, que minore mi riqueza o mi libertad.
Aunque creo que, como casi todo el resto del mundo, no valoro que la información que les doy pueda ser una contraprestación, un pago, un crédito…, pero también debo entender que de alguna parte habrán de salir los trillones de facturación.

Google es una empresa privada, su fin es ganar dinero, no el bien común ni la moral. Está sometida a la legislación de otro país, Estados Unidos, en el que yo no voto, y cuyo derecho tampoco conozco hasta que punto -ni a qué precio- me pudiera amparar, pero este país claramente, -y ahí está de muestra el caso Swnouden,  abusa libérrimamente de su capacidad para inmiscuirse en las comunicaciones ajenas.

Yo, ya lo he dicho, les confío mi correo electrónico y eso me preocupa aún más que este blog, porque ahí comunico sentimientos más íntimos y también lo hago expresados de peor forma; con mi limitado número de destinatarios tengo confianza: no me  molesto mucho  en dar una versión presentable de mí mismo, de mi ortografía y de mi moral, puedo bromear o puedo expresar cosas inconfesables, cosas mucho más privadas.

He advertido que el correo de Gmail, supongo que los de los demás servidores también, tiene una función automática de “guardar” que entiendo que es para mi beneficio, por si se produce un corte de electricidad o un  borrado accidental. Se puede recuperar, y también cuando escribo un correo y no lo mando, porque decida pensarlo mejor o porque no lo haya terminado, ellos me lo guardan, pero todo esto se produce en “su casa”, no en la mía.
No sé si lo guardan todo y se habrán quedado hasta con comentarios, sentimientos o declaraciones, que yo  ni siquiera haya confiado a sus destinatarios, porque me parecieron excesivos, inadecuados o estúpidos  y al final no me atreví a mandarlos.
Todo lo anterior me puede inquietar, pero esto último aún más, ¿estoy vendiendo mi alma al diablo? ¿Saben más de mí que mi mujer?
Mi única esperanza en este sentido es no llegar a ser nunca nadie importante, porque esa información guardada   a nadie le puede importar en mis actuales y previsibles circunstancias futuras. Mi problema con todas estas cosas empezaría si yo me hiciera alguien muy importante en la literatura o en la política. Entonces, alguien podría rebuscar entre lo guardado y descubrirme hasta la antepenúltima brizna de lo que he especulado, pensado, divagado.., cualquier día que estaba frente a un teclado y una pantalla.
Pensemos qué cosas más curiosas, interesantes, bellas, reveladoras, pero también putrefactas…, se podrían haber guardado en un correo electrónico de Einstein, Lorca, Picasso, Hitler, Stalin, Hemingway, Kennedy… Nos darían muchas claves de su alma.


Pues eso, confiamos en que Google viva simplemente de la publicidad y que no quiera hacer diabluras.

viernes, 10 de enero de 2014

SEGUIMOS DESENTERRANDO MUERTOS

No sé si pasará en todos los países, pero los españoles vivimos/morimos en la desmemoria de demasiadas personas, demasiados caminos personales que fueron abiertos entre la maraña, demasiados paisajes descubiertos por gentes valiosas cuyas luces debieron alumbrarnos, y hemos dejado que la maleza del olvido se apoderara de ellos.   http://avilabierta.com/PDF/Eventos%20EXPOSICIONES/inventariopacocompleto.pdf
Recientemente en Ávila reivindicamos a un artista, que para la mayoría no era más que un "colgao". Pero más recientemente, el día 31 de diciembre, 75 años después de su muerte, una nieta, Silvia González, terminó de desenterrar, para dar un testimonio digno y casi completo de su vida, a su abuelo. Me cabe el honor de figurar en los títulos de crédito de ambos desentierros.

Elio González González era un joven entusiasta y no le dio tiempo a dejar de ser joven; murió a los 26 años, defendiendo su posición, me atrevo a creer que no perdió el entusiasmo por la historia que le tocó vivir hasta una hora antes de su muerte en la que, clarividente y resignado, entregó su cartera y su reloj a un compañero de San Esteban del Valle, porque el entonces Teniente Elio González se quedaba a hundirse con el barco republicano, en el castillo de Vall d'Uxó en Castellón.
Es un desaparecido en combate, ninguno de sus camaradas volvió a verle. Los nacionales anotaron tras la toma de la posición haber encontrado el cadáver de un oficial, el suyo. No sé si era costumbre que desde aquellas alturas  se bajaran los restos mortales al cementerio de la localidad. Supongo que no siempre se pudo hacer con los del bando propio, más improbable con el enemigo,  por lo que probablemente le enterraran en el mismo paraje donde cayó. Puede que obligaran a los prisioneros, si capturaron a alguno con vida, a hacer el hoyo donde enterraran a los muertos de aquella defensa.
Conocí a Elio González en una primera carta del jovencito entusiasmado, responsabilizado y un pelín abrumando, porque se ha atrevido a fundar una sección juvenil del partido radical-socialista en su pequeño pueblo. Le comunica sus inquietudes al diputado Francisco Barnés Salinas, gracias a cuyo legado se conserva en el Archivo de Salamanca. Luego he leído las publicaciones  del sargento, teniente y le publicarían el ascenso a capitán pocos días después de morir, Elio González en las revistas republicanas de la guerra y aprecio que tenía talento y oficio para escribir, lo cual hace que sienta más malograda esta vida por la maldita guerra civil. También conozco a su familia, a su hijo que siempre fue en San Esteban del Valle "Elito" como perenne homenaje a un padre que tuvo a bien engendrar su esperanza en plena guerra y a su nieta, Silvia que ha tomado el testigo y la misión de reivindicar a su abuelo, y sé que aunque queda poco de lo que pueda saberse, su trabajo no se detendrá aquí.
http://meabanico.blogspot.com.es/2013/12/el-ultimo-heroe-del-batallon-de-los.html#comment-form

miércoles, 8 de enero de 2014

Quiero seguir siendo.

Es una forma de vivir, de renacer en el tiempo, aunque me hurte existencia presente el mecerme en la melancolía.
Quiero seguir siendo de mi pueblo, que siempre será Cardeñosa; de la Ávila de mis adolescencias y de mis paseos de novio; de la Salamanca de mis estudios, ocios y trabajos, y del nacimiento de mi hija; de la Zamora de su primera niñez a mi cuidado; de la Zaragoza donde estuve sumergido seis meses en aquella fábrica que tanto me enseñó; de las Arenas de San Pedro que me rescataron de la fábrica y me reinsertaron a la placidez, la libertad y el campo, de la Cáceres que me dio un amigo y me volvió a poner de pie en la economía y en la sociedad, tras dos años de paro...
Pero hoy quiero seguir siendo del Barranco de las Cinco Villas, la tierra más bonita para mí, aunque ya tenga mi propia tierra húmeda y fértil en Béjar. Debo mucho a ese lugar, donde hice amigos, donde mi autoestima me dijo que por fin tengo una misión social: explicar, contar y redimir, aunque sólo sea vertiendo el sufrimiento que causó allí la guerra civil. El agradecimiento y la simpatía de todos los viejos con los que hablé, el reconocimiento que tuve y que tengo de mi sabiduría acumulada en aquellos cinco años de campo, sierra y montaña, en los que  fotografié sus luces más a ninguna otra cosa o persona: pasan de de diez mil las hermanas de esta fotografía. Quiero como esos propósitos/balances de principios de año, renovar mi amor públicamente.
Quiero seguir siendo


PD.No he sabido donde meter Ayllón en Segovia: mi primer trabajo redentor, mi primer coche y mis primeros viajes y fotografías, también fui de allí.

viernes, 3 de enero de 2014

Los ídolos y el método (2)

(2) EL MÉTODO

A la altura de mis 49 años empiezo a tener claro que para aproximarme a la siempre incierta realidad del ser humano lo primero que tengo que analizar es lo que mejor puedo llegar a conocer: mi propio comportamiento, mi orgullo, mi egoísmo,  mis debilidades y fortalezas. En segundo lugar, observar críticamente el proceder  de las personas que me rodean, desde las más cercanas a las más lejanas, procurando separar siempre el grano de la paja. El “grano” sería la realidad y la “paja” lo que quiero o querría contarme (autoengañándome), y lo que me engañan los que están a mi alrededor cuando me cuentan cosas que yo he visto. De esta manera, eliminando lo superfluo, lo autojustificativo, lo maniático…  desde lo más cierto a lo más incierto, puedo inferir cual es mi mejor interpretación de la verdad; encontrando la mayor parte de grano y descartando la mayor parte de paja, de lo que se ofrece a mi percepción.
Hay comportamientos como la violación, la pederastia, que por no haber conocido en mis alrededores, se me escapan, constato por noticias que existen y los doy por ciertos y aberrantes; no intento comprenderlos.
No creo que haya un método infalible, el mío supongo que es el de la mayoría de la gente, entiendo que no siempre me llevará al conocimiento de toda la verdad, pero creo que detecto muchas trampas y engaños y también sus causas.

Algo que veo constantemente y cada vez más (no sé si será porque me estoy haciendo viejo o porque los tiempos están cambiando) es que la gente elige su verdad y no busca la verdad, a pesar de toda la inmensa panoplia de informaciones y opiniones que se nos ofrecen.
Puede ser causado por el orgullo de la raza humana, -yo creo que para buscar la verdad  hay que esforzarse en ser humilde como el teniente Colombo-, o la falta  de tiempo, (aunque creo que la falta de tiempo no debe ser excusa, la verdad es demasiado importante, -además, la gente sigue empleando mucho tiempo en que le  apuntalen su verdad-) o pura práctica: uno asume la verdad que le ofrece “la tribu” o el “entorno” porque el valor supremo es la integración en un grupo.
Es más, el entorno elegido de antemano condiciona mucho la visión de la realidad. Militar significa acatar. Hay personas militantes/acatantes de lo que dice "su tribu". Se crean medios de comunicación para ellos, que destacarán las maldades de la izquierda, si son de derechas y viceversa. Creo que los periodistas que tratan directamente con la realidad son personalmente mucho más objetivos que lo que expresan en sus medios, lo que sucede es que los directores se deben a su público y el público no paga por escandalizarse de las miserias de los suyos, sino de las de los de enfrente.
Un ejemplo: Es exactamente igual una malversación de un millón de euros cometida por una persona de izquierdas que por una de derechas. El de izquierdas debería respetar escrupulosamente el dinero público para el que pide mayores impuestos, y el de derechas tendría que tener el mismo escrúpulo teniendo en cuenta que defiende que se bajen los impuestos y que se permita tener a la gente más dinero en su bolsillo privado. Sucede que, sorprendidos con las manos en la masa ambos políticos, un periódico de izquierdas llevará a primerísima plana con el mayor énfasis el comportamiento delictivo del de derechas y un periódico de derechas hará la inversa.
Lo ideal para interpretar la realidad es cotejarlo todo, que es una manera de cribar, encontrando más grano, sobre todo, mirarlo desde fuera de la tribu.

Se me ocurren otros ejemplos más complicados (quizá con su exposición estropee las anteriores ideas y se me pueda tildar de tendencioso; los lectores habituales ya conoceréis un poco del pie que cojeo) Hace pocos años, aquí, cualquiera que criticara al rey de España era una mente retorcida: se decía que había más juancarlistas que monárquicos y casi nadie quería oír hablar de nada malo sobre este personaje tan bueno. Ahora las cañas se han vuelto lanzas y hasta ocultan casi completamente los escasos (pero los hay) aspectos favorables de la monarquía. De cualquier manera, con el panorama actual nos acercamos mucho a la verdad.

Otro ejemplo es el Che Guevara. Nadie de mi entorno en mucho tiempo, (creo que hasta que Silvio Rodríguez me llamó gusano que amplié mi simpatía hasta “la gusanera”),  ha podido ver ninguno -y tiene muchos-, aspectos negativos del personaje, altruista, fiel a si mismo, y enormemente guapo.... Pero no cabe ninguna duda de que es un líder erigido artificialmente.
En primer lugar, no era tan guapo como la celebérrima foto con boina que le hizo un fotógrafo llamado Korda un día afortunado en la estética que fue a presidir un funeral. Guevara era mucho más rechoncho  y bastante más feo, pero la imagen, que tiene tatuada Maradona y tanta gente más, y que es el póster por antonomasia del siglo XX, es falsa estadísticamente: no responde a la realidad cotidiana.

En cuanto a su proceder, nadie –salvo los proetarras y similares- soportaría que le comparara con el sanguinario Henri Parot, que aprovechando su pasaporte francés, lideró sin ser descubierto en mucho tiempo el “comando itinerante” matando de un tiro en la nuca a decenas de personas. Lo que gusta del Che Guevara es lo mismo. (no su gestión económica o política mientras fue ministro, que nadie defiende) Fue un líder dedicado a la muerte, a introducirse en un país que no era el suyo a matar gente para imponer sus  ideas totalitarias. El Che en Sierra Maestra o en Santa Clara mató o contribuyó a matar a pobres soldados cubanos desconocidos que se ganaban su sueldo o hacían su servicio militar, lo mismo que hizo Parot, que era todavía más valiente, porque era él quien acercaba el cañón de la pistola hasta la nuca a Policías, Guardias Civiles o militares españoles muchas veces armados.
Y eso mismo trató el Che de hacer sin éxito final, en Bolivia.  Ernesto Guevara no era un maestro, ni un ideólogo que se dedicara a predicar o a convencer, llevaba armas para matar y se escondía en los montes para hacerlo a traición. Incluso su grupo -no sé si él directamente- asesinó a algún boliviano.

La mixtificación y el error estratégico, -como tantísimos errores y asesinatos ha cometido y comete Estados Unidos a lo largo de su historia- fue que le mandaron matar sin juicio: su asesinato contribuyó a crear el mito incontestado, que vino a coincidir con la efervescencia y el altavoz del mayo francés. Yo creo que del Che difícilmente se podrán encontrar ya trapos sucios personales, los testigos envejecen y escasamente aparecerá alguien con credibilidad que conociera cotidianamente al Che y que lo desmitifique.

Yo recuerdo que en los años 90 el panameño General Noriega, mucho más americano que el Che, miren sus inocultables rasgos indígenas, se rebeló contra Estados Unidos.
A mí me dio rabia y me pareció -y objetivamente me parece todavía, no sé qué piensan los panameños- una injusta injerencia de Estados Unidos  en la soberanía de otro país. Pero Noriega no murió como un valiente luchando contra la invasión, sino que se refugió bajo las faldas del nuncio Vaticano, que le entregó a los militares de Estados Unidos que le llevaron a una cárcel de Miami y le pusieron un traje a rayas. Al cabo de los años es un paria mundial, nadie le reivindica; los juicios que le hicieron lo mancharon de droga, de CIA, de corrupción, y lo tienen encerrado como un delincuente más y este es un acierto estratégico de Estados Unidos. ¿Realmente Noriega promovió una guerra, mató o mandó matar a alguien?

No me voy a estudiar el tema, pero de lo que estoy seguro que, aunque nadie lo recuerde, el panameño Noriega fue -en alguna foto- tan guapo como el Che en aquélla.