lunes, 30 de enero de 2012

LEGÍTIMO ORGULLO ESPAÑOL (tópico)



Creo que no soy nacionalista. Declaro que como amante de la música, me gusta casi toda y me puedo emocionar con la mayoría, aunque muchas contienen danzas y maneras extrañas a lo que pudo ser mi sentimiento primigenio. En la anterior entrada se puede ver.

Recientemente mi amigo Javi me compró un saldo de películas de Carlos Saura-Antonio Gades entre la que está Carmen. Yo tenía de hace muchos años ganas de ver esta película, porque sale Paco de Lucía.

No sé si Carmen es la película en la que el director de cine Carlos Saura inauguró ese gran invento suyo: musical de cámara, falso documental, ensayos filmados en el que el espectador siente  el latido de la creación del arte con sus arquitecturas y colores, como un acontecimiento al que nos hubieran colado. A veces, incluso parece que fuéramos parte del cuerpo de baile temeroso de la bronca de Antonio Gades (coreógrafo, eje y director del espectáculo que vemos edificar)

En los años 80 en Salamanca tuve un encuentro con dos guitarristas clásicos alemanes. Me preguntaron por qué siendo yo español, no sabía flamenco. Me alegaron que en Alemania por entonces, los guitarristas andaban como locos buscando aprenderlo, y que todas las academias de guitarra flamenca estaban llenas. La causa era que habían visto a Paco de Lucía en la película Carmen y querían tocar como él.

Por fin la he podido ver, pero quien desborda la cámara es Antonio Gades, un tipo sobre el que descansa toda la responsabilidad y las tribulaciones de la creación, un sujeto tan flaco que parece al borde la da enfermedad, y resulta hasta desgarbado y descompuesto de andares, pero cuando baila se sobrepone y nadie resultaría más apuesto, sabio, elegante y racial.

Para mí ha sido imposible no dejarme llevar por la emoción de la música y las percusiones. Y también del orgullo de que “eso” sea el arte por el que reconocen a mi país en todo el mundo.


Puerta de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, el lugar donde trabajaba la Carmen de Merimeé, (ya que hice la foto...)

miércoles, 25 de enero de 2012

Un himno ruso entre la nieve


Lo he colgado en Youtube porque era muy largo y no me entraba aquí en el blog. http://www.youtube.com/watch?v=heOFp7t7XFw&context=C3213c82ADOEgsToPDskKGqjUtJUH2UiKgYPYwH_6j
Ya me conocéis, soy un poco exhibicionsta, quizá mucho.
Me gusta está música, me emociona toda la música. Pero la verdadera imagen de como me gusta verme es en la sonrisa final. Son 2,58

lunes, 23 de enero de 2012

Gracias por todo, Stanley.



No sé si tiene que ver con las debilidades humanas responsables del reciente hundimiento del crucero Costa Concordia: hoy pusimos en el DVD la película “Telefono rojo, volamos a Moscú”. Stanley Kubrick su director y coguionista nos dice en el prefacio que gracias a esta película había dejado de obsesionarse con “la Bomba”.

El guión se basa en 8 ó 10 histriónicos personajes, (tres de ellos interpretados paor el también genial Peter Sellers) que nos muestran, en una situación límite, sus debilidades y tópicos, y las propias debilidades y tópicos de dos sistemas enfrentados real, y sobre todo propagandísticamente en la Guerra Fría. El desencadenante, el único personaje que actúa con intencionalidad dañina, (lo que se llama “dolo” en el derecho penal) es un general loco que se quiere creer la propaganda y la mezcla con paranoias personales de origen sexual (que, por cierto, fueron censuradas en la versión española) y que da la vuelta a una frase de Clemencau La guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los militares para reivindicarla –remarcáncola- con acento ultraderechista la guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos; y toma la iniciativa de desencadenarla. Es una película antimilitarista, con un mensaje tan profundo o más que el de otra gran obra maestra de Kubrick: Senderos de Gloria.

En la tragedia del Costa Concordia viendo la conducta del capitán nos preguntamos ¿pero en manos de quién estamos? Stanley Kubirck en la película se hace la pregunta antes de la tragedia: ¿Y si algún eslabón humano de la cadena que pone en funcionamiento la guerra nuclear se viera dominado por algún aspecto de la estupidez humana?

La respuesta no es que Kubrick creara otra obra maestra, -que lo hizo- es que tenía una inquietud real de que lo que se narra en la película pudiera llegar a pasar, y necesitaba decirlo.

¿Quién sabe? A lo  mejor no llegó a suceder porque alguien vio la película y decidió reforzar los mecanismos de control para evitar la catástrofe.

sábado, 21 de enero de 2012

EL ORDEN INTERNACIONAL

Es manifiesto que todo ahora se hace hablar de la crisis; la más profunda desde el famoso crack del 29. Además es mundial: incluso dicen que China ya está empezando a crecer menos, (y menos que va a crecer,  tanto que flojeamos los compradores de gangas industriales que produce).

Pero recientemente se publicó que en España el pasado año la paradoja de que han aumentado las ventas de coches de lujo, Rolls Royce, Aston Martin, etc... Es decir, que hay algunos a quienes la crisis les va mejor, o les da igual. Aunque yo comprendo muy bien cómo, ni de dónde (a lo mejor era publicidad encubierta de estas marcas).

Parece que siempre hay un grupo (periódicamente se revela) de gente que especula, trafica con sustancias ilegales de alto valor añadido, desvía fondos públicos, o –y, esto lo vemos como más saludable- es deportista de élite económica o agente de esos deportistas. Sorprendentemente todos-todos estos ríos van a dar a la mar que no es el morir de Jorge Manrique, aunque sí sea una especie de muerte de los beneficios sociales que deberían rendir esos caudales amasados.



Desembocan en los paraísos fiscales, esos pequeños estados-garrapata, de los que siempre se empieza a hablar por “la Tasa Tobin” pero se terminan por olvidar al poco tiempo, gracias a oportunos escándalos que emergen o tragedias que nos colman esa atención que nunca deberíamos perder para exigir que se elimine esa injusticia.



¿No es lógico que pensáramos que los grandes y medianos líderes políticos a quienes votamos en nombre de la equidad, la justicia social, la protección de los débiles, la economía nacional..., tienen o deben algo a las desconocidas gentes poderosas que  benefician sus rentas, blindándolas en estos burladeros?.



¿Por qué esta conversación, que a todos nos interesa, nunca es una noticia mundial que “cale”, sino que siempre “resbala”?

Por primera vez, desde que escribo el blog, me empieza a entrar miedo: ¿a ver si van avenir a por mí, o me van a demandar?

Porque desde esos altos muros jurídicos edificados en los Alpes, o en el Caribe, o en Andorra Liechestein, Luxemburgo, Bermudas, Bahamas...una legión de políticos-legisladores, jueces y abogados, defienden a cualquier dinero que entre en su casa para escapar de los países donde fue ganado (o usurpado).

No me extrañaría que la globalización les estuviera viniendo de perlas.



Sigo leyendo el libro de Ian Gibson sobre Antonio Machado. Allí encontré esta copla:



Dice el burgués: Al pobre,

la caridad y gracias.

¿Justicia? no; justicias,

para guardar mi casa.



En esa “casa” moran silenciosamente los máximos beneficios del orden internacional. Allí nunca entran las crisis; se quedan fuera, en este mundo no paradisíaco donde nos entretienen haciéndonos creer que en el mundo mandan unos señores que se llaman Obama o Putin o Ju Yin Tao o Merkel.

¿Por qué nunca nos enteramos de quienes se alojan en hoteles como uno de Abu Dabi donde una habitación cuesta 6.000 € la noche?, ¿Quiénes compran los Ferraris, quiénes están en los palcos VIPS?

¿No serán algunos los mismos que han vendido las armas con las que una guerrilla islámica bloquea la ayuda humanitaria de la Cruz Roja en Somalia?

Da igual; tampoco sabemos el nombre de los muertos de hambre.



Voy a repetir que tenemos que tener muy claro que los líderes mundiales, tan listos que son  para convencernos, no pueden ser tan tontos con respecto a los paraísos fiscales: o tienen intereses en ellos o trabajan para quienes tienen esos intereses ¿les deberán algo?



¿Justicia? no; justicias,

para guardar mi casa.



Eso es el orden internacional.

miércoles, 18 de enero de 2012

Ian Gibson, dos escenas sorianas.

Hace cuatro años empezaba yo a plantearme la prioridad de leer sobre las vivencias que pudieron experimentar los personajes de mi guerra, sobre todo, en un momento tan dramático como son los fusilamientos. Pensaba en el “famoso” fusilamiento del más famoso personaje de 1936, Federico García Lorca, y creía que estaría todo bien investigado y escrito por el mayor erudito del tema, Ian Gibson en su biografía de dos tomos y más de mil páginas.

Gozosamente emprendí la lectura y me encontré un libro en el que cada detalle había sido explorado hasta su último resquicio, y su compilador –además- nos daba cuenta de cada puerta llamada que no se abrió a la certidumbre. A pesar de andar sobre ascuas sobre los detalles de la muerte, <<que resultó ser un hecho secreto del que se pudieron conseguir malamente en su día, los detalles que se pudieron (y hace un par de años se han mostrado como vanos –o que hubo un traslado de todos los restos-)>>, el libro sigue mereciendo la pena (aunque otro día tengo que escribir sobre un antecesor Penón y el  libro que salió hace pocos años Miedo olvido y fantasía) a nosotros nos entusiasmó, y no sé si fue casualidad o el inconsciente, que aquel año decidiéramos ir de vacaciones a la playa en Granada y que la agotáramos pronto, para terminar pasando cuatro noches en la capital. (el día que escriba sobre Penón me extenderé sobre Granada). También adquirimos la serie completa para televisión que filmó Juan Antonio Bardem, basada en la biografía de Gibson; la vimos fervorosamente.



Un amigo, al que visitamos estas navidades, tenía en su biblioteca la biografía que hacia el 2006 hizo Gibson de Antonio Machado y, como me da esa mezcla de pavor y de pereza seguir escribiendo mi libro, me la estoy leyendo (algo hablará de la Guerra).

 El pasado verano estuvimos en Soria. Machado aparece por todas partes.

Gracias a la prolijidad de sus 641 páginas puedo sentir la respiración de Machado, como sentí en su día la de Lorca. Gibson tiene el prurito de intentar pisar todas sus huellas; incluso nos brinda los paisajes que ha visto al repetir las excursiones de Don Antonio por Urbión o por las sierras que rodean Baeza.

Los dos: Lorca y Machado, tan sublimes que pareciera que sólo trataran con las musas de amores, elegías, tragedias y filosofías, sufrieron berrinches causados por esos paisanos brutos que tenemos que soportar todos alguna vez. Al pobre Lorca, aunque era extrovertido, le dolió en aquellos tiempos que alguien se “confundiera” con su apellido y le llamara Federico García Loca, aludiendo malintencionadamente a su orientación sexual; y en un pueblo de Soria le tocó aguantar que unos jovencitos fascistas le reventaran una de las funciones de teatro clásico que representaba con su compañía La Barraca.

paseo de San Saturio

Pero algo más íntimo, y por eso me ha dolido más (creo que he compartido su berrinche un siglo después) saber que al tímido Antonio Machado, tan delicado en cada paso que dio para casarse con Leonor, la hija de la patrona de la pensión donde residía: (se declaró con un poema olvidado, pidió la mano a los padres a través de un compañero de trabajo, e inmediatamente se fue a vivir a otro sitio, porque no pareciera mal que ya estuvieran compartiendo techo...)   unos jovenzuelos sorianos le reventaron su boda con su enamorada de 15 años, dándoles una “cencerrá”, que es una costumbre de los mozos de los pueblos: amargar la noche de bodas al viudo que se casa de segundas con una joven. Tiene que ser horrible, especialmente para la mujer, que ese día tenía que perder su virginidad, ver por primera vez el pene erguido de un hombre, (un aparato tan extraño y agresivo), con esa murga, imprecaciones, groserías... ¡Pobres Leonor y Antonio!

Iglesia en la plaza del Ayuntamiento de Soria, donde se casaron Leonor y Antonio. La estatua de bronce representa a la víctima de aquella cencerrada.

POSDATA En mi pueblo natal, Cardeñosa, pocos años antes de nacer yo, dieron una “cencerrá”. Aquello consistió en el asedio a la casa: los mozos rodearon, no solo con cencerros frenéticamente agitados, también de cánticos soeces, orines, y golpes en la puerta que no abrieron... redoblados gritos y cencerros... pero la brutalidad se retroalimenta y aquel escarnio culminó con un carro de mulas al que los mozos se uncieron para usarlo como ariete con el que rompieron la puerta de la casa donde aquella joven mujer (podría tener la misma o más sensibilidad que Leonor Izquierdo) estaba conociendo por primera vez el amor físico, -si es que la fustigada pareja tuvo ánimo para ello-.

domingo, 15 de enero de 2012

Siempre hablamos de la peligrosa acaparación de la industria mundial que parece haber emprendido China a cualquier precio: sea la salud de sus ciudadanos, su medio ambiente (y el de todos) incluso a costa de financiarnos y (lo he dicho yo) perder dinero en el objetivo. Pero China todavía no tiene empresas creativas de nivel mundial. No dudo que las tendrá, pero al lado de ellos, discretamente, Corea del Sur, hace tiempo que las tiene.

Nada más diré que la mayoría de las televisiones que actualmente se venden son básicamente de dos marcas: LG y Samsung. De diseño y fabricación coreana (creo). Además Corea tiene marcas propias de coches Hyundai y Kia, y fabrican en la ciudad de Daewoo la marca Chevrolet masivamente. Tan típicamente norteamericana. (aunque en la guerra civil en el Barranco de las Cinco Villas de Ávila hay un Chevrolet).

Me estoy dispersando. Ya.

Lo que quería decir es que tiene mucho mérito ser una potencia mundial entre China y Japón, con la espada de Damocles de sus “hermanos” del norte: monarquía absoluta hereditaria de tercera generación, que mantiene un grandísimo ejército a costa del hambre de su población, con una poderosa artillería (dicen que la mayor del mundo)  y bombas atómicas que penden sobre los del Sur.

No es que yo pertenezca a un lobby  procoreano. Sucedió que el pasado lunes por la tarde puse la emisora Radio Clásica y me encontré sonando una versión estupenda de la Sinfonía nº 1 de Mahler, que me subyugó extraordinariamente, de manera que presté mucha atención al final cuando dijeron los intérpretes: era un programa de intercambio internacional que nos brindó un concierto de la Orquesta de la Radio de Corea del Sur. Es la mejor versión que he oído nunca de esa sinfonía, sobre la que os quiero abundar  la información de que uno de sus movimientos tiene una marcha fúnebre con el tema francés de “Frere Jacques”.

Me acordé entonces que algunos coreanos de nombre indescifrable han ganado reiteradamente los premios de piano más importantes de España: el premio Santander, o Paloma O’Shea y también hay por ahí violinistas importantes, aunque no tan famosos como otros. Recuerdo más, hace unos años descubrí a un niño guitarrista que tenía muchísimas visitas en internet: se llamaba algo así como Shunga Jung, y sorprendentemente también es coreano.

Y terminé por recordar  la coreana más famosa: fue una prenda de abrigo que a finales de la década de los 70 llevamos todos.



Hace un año escribí, jugando al predictor apocalíptico, que a bastantes partes del mundo les convendría que Corea del Norte declarara la guerra a sus “hermanos” del Sur. Lo sigo pensando, aunque prefiero que la realidad me desmienta.

Entonces miré en las estadísticas de mis visitas y tuve una de Corea.

Nunca más han perdido el tiempo conmigo. Pero tiene su mérito que yo se lo hiciera perder: son todavía más trabajadores que los chinos.

miércoles, 11 de enero de 2012

MÁ S SOBRE LOS 2,3 MILLONES DE RODRIGO RATO

Muchas personas españolas lo dicen, porque se nos ha educado así: es una vergüenza,¿Pero cómo pueden permitir eso?

España todavía no es un país de ciudadanos; pesa la inercia de las carencias democráticas de los últimos siglos. Parece que alguien, quien manda: el obispo, Franco, el Rey... tenga que ejercer por nosotros el castigo divino aplicando una espada llameante sobre los abusos.

Ahora se me ocurre también que en el Tartufo de Moliere o en algunas obras teatrales de nuestro Siglo de Oro, al final se presenta el rey y castiga al abusón. Puede que eso también haya creado esta inercia.

(Quizá también tenga culpa Don Quijote -que tan torpemente pretendía ese mismo fin-. Puede que en su frustración final, nos haya frustrado también de por vida el valor para acometer a pecho descubierto los honorables empeños).

Pero somos ciudadanos y debemos ser corresponsables del buen gobierno, porque también tenemos poderes y deberíamos tener la obligación moral de no abdicar de nuestra responsabilidad, ni despilfarrar el poder cívico que nos da la democracia de la que presumimos.

Personalmente tengo el honor de haber inaugurado el libro de quejas (diez años inédito) de la Oficina del Inem de Béjar. Tres años más tarde volví a quedarme en el paro y también firmé la tercera queja. Los españoles se quejan en privado o ante pequeños grupos, de los servicios públicos, pero no tienen el valor cívico de exigir, de firmar una queja.

Puede que este tema no esté tan mal traído. Puede que tenga que ver con la Guerra Civil: por cosas menores que esa fusilaron a gente.

No voy a decir,  siguiendo la doctrina de Al Qaeda, que los ciudadanos occidentales son responsables de las guerras que inician sus gobiernos, y, por tanto, de los muertos inocentes que causan en la nación árabe y por lo mismo que es legítimo atentar indiscriminadamente contra esos ciudadanos.

Pero ¿hasta qué punto no podemos decir que no sólo los accionistas, todos los que tienen dinero en Bankia, no son cómplices o, al menos, artífices de que el señor Rodrigo de Rato Figaredo se embolse 2,3 millones de euros anuales? Es más, este señor se presenta, -en un calendario que me han regalado mis padres-, diciendo: 

10.500.000 clientes y 370.000 accionistas han hecho posible que Bankia sea hoy una realidad. Gracias a todos por vuestra confianza y fidelidad.



Me gustaría crear ciudadanos que aborrecieran no sólo el redundante senado y los beneficios y la acaparación del ocio del futbolismo(1). Ahora retiremos la confianza y fidelidad a los banqueros que cobran tan desmesurados sueldos.



Hoy me dirijo a los 10.500.000 clientes de Bankia para que le retiren al banco del señor Rodrigo De Rato Figaredo, el dinero o la gestión de las tarjetas o domiciliaciones en tanto no se baje el sueldo a una cantidad razonable,  por ejemplo el pico: 0,3 millones. (con lo que no quedaría "a pan pedir", sino que triplicaría el sueldo del presidente del gobierno).



Temo no tener suficientes clientes de Bankia entre mis seguidores como para (caso de   que asumiérais mi consejo) que el señor De Rato Figaredo pueda enterarse, así que hoy os pido o que mandéis este enlace, o que copiéis esto y lo hagáis circular, a ver si tuviéramos suerte y consiguiéramos ir empezando, en este país de ovejas gruñonas, a ser ciudadanos.



(1)Posdata: No voy a dejar de comentar que  el pasado viernes vinieron los Reyes Magos y millones de niños recibieron millones de camisetas de Messi, Cristiano Ronaldo, Xavi o Iniesta, con lo que los pobres pagadores de estas prendas tansfirieron a la cuenta de esos multimillonarios o de sus multimillonarios clubes, (esperemos que las tengan en España y no en un paraíso fiscal) unos diez euros por prenda. Los que me seguís ya lo sabéis: el fútbol es para mí odioso. Soy insumiso al fútbol, porque es un Robin Hood inverso, roba a los pobres para dárselo a los ricos.


lunes, 9 de enero de 2012

Libros durmientes.

Este blog nació de la impotencia de no poder ver “en tomo y lomo” mi cuento premiado por la cámara de comercio de Arévalo. Me hubiera conformado (y ofrecí una parte del metálico para ello) con que se publicara, aunque hubiera sido en un catálogo del programa de fiestas salpicado de anuncios de pastelerías, anticuarios y asadores de corderos(1).

Yo aún quiero a los libros de Gutemberg, y los compro en abundancia variopinta a un euro. Estos que se ven en la foto son libros solidarios que un poeta de Béjar apellidado Comendador canaliza del sobrante de su propia biblioteca y de benefactores altruistas que los dan para que este hombre saque dinero con que enviar ayuda a Perú. Los libros yacen en sus cajas esperando que los primeros sábados de mes en que se alza este rastrillo alguien los diga “levántate y anda” conmigo, y los lleve a su casa, y –quizá (si no compra más de los que puede leer, como es mi caso)- los lea.

Todo es una buena obra; estamos contentos por activa y por pasiva.

Sucede que muchos de los libros ahí erguidos son premios, algunos son antologías de cuentos premiados como el mío. Antologías o premios que esta mañana no compré, alegrones como el mío, de escritorcillos que pensaron que era el primer peldaño de piedra en una escalera dibujada hacia la fama, las entrevistas, las calles a tu nombre, los premios nacionales, los libros de texto y por último la culminación: el profesor de literatura haciendo un comentario a tu texto y prendiendo la llama de la literatura en sus adolescentes discípulos.

Pero estos libros acabaron aquí, en esta otra escalera y gente como yo los desprecia en beneficio de valores más seguros.



Tengo todavía preñado el libro de La República y la Guerra Civil en el Barranco de las Cinco Villas de Ávila. Nacerá -espero que este año- y me dará disgustos porque alguien se sentirá aludido y querrá demandarme por ofender a sus antepasados. Luego sabré que no se han vendido muchos, y que, de esos pocos, algunos se han leído sólo por encima. Y al final, para hacer sitio, cuatro o cinco años después,  alguien donará las cajas sobrantes, que no se vendieron o se devolvieron a la editorial, a algún proyecto solidario.

Pero quedan consuelos:

-en ese momento mi nombre podrá estar erguido al lado de Kafka, de Homero, o de Vargas Llosa “en pie de igualdad”.

-puede que algún curioso, por el módico precio, quiera descubrirme esa tarde.