viernes, 22 de marzo de 2024

A veces nos empecinamos en cerrar mucho los ojos a las cosas que se veían venir

 La cerrazón cerebral bloquea la percepción del peligro. Hay un personaje clásico que se llama Casandra que se opuso a que metieran el caballo de Troya en la ciudad, pero nadie quiso creerla. Era una agorera. Troya fue arrasada por los aqueos.

Un refrán muy típico es "quien mal anda mal acaba" pura tautología, que sin embargo tantas veces se desoye.

Nos pasa a la humanidad con el cambio climático, con el abuso de los teléfonos móviles, con el "procés" del separatismo catalán -en su día 7.000 empresas se deslocalizaron de allí-, ahora las inacabables cesiones del presidente Sánchez, todo va a más y llegaremos a la catástrofe. Después alguien nos dirá, pero ¿Cómo no lo visteis si estaba clarísimo? Yo veo bastantes cosas, pero nadie me hace caso, soy un Casandro.

Hoy pasaron por la televisión un documental escalofriante centrado de las familias de dos niños  de siete años enamorados del Michael Jackson. Era un ídolo universal y su ídolo infantil, los muchachos le imitaban desde pequeños, e infantilmente las familias no quisieron ver nada raro en darles el capricho de que durmieran en la misma habitación con él.

Las familias estaban entusiasmadas con que un personaje admirado por todos (hasta Fred Astaire dijo de él un día "me alegro de haber vivido para conocer a mi sucesor") hubiera elegido a sus hijos, australianos, y los invitara y agasajara sin tasa en un paraíso infantil llamado Neverland que parecía diseñado para engañar a padres incautos y terminar de maravillar a niños con su magia. Los dos protagonistas pasivos de la historia, ya adultos, están tocados en demasiados sentidos: reconocen todavía amar a su ídolo y sentirse cómplices de todo lo que sucedió contra su infancia: ¡de siete a once o a catorce años!

Parecido sucede con los teléfonos móviles en manos infantiles, pero si todo el mundo tiene uno, pero si son necesarios para cualquier cosa, la gente de mi generación y siguientes -adicta en su madurez- no se da cuenta de que son niños los que tienen esa ventana en sus manos, pero si con ellos se calman, pero así no dan guerra, pero.... ¡Con qué destreza los manejan! 

¿Quién maneja a quién? pregunto yo como acababa el relato de Cortázar del reloj.

El documental Never neverland es reiterativo, las madres de los niños (que los padres no han querido salir, uno se ahorcó) explican y justifican cómo no vieron lo que ahora es evidente, evidentísimo. Qué bien se torea a toro pasao. Las armas de destrucción masiva de Sadam.

Los teléfonos de ahora van a perjudicar con la vista de los niños, les proporcionarán además problemas de espalda, pero las cuestiones de percepción de la realidad y de dependencia psicológica serán también considerables.

Habrá gente que diga como con el cambio climático, "pero cómo pudieron permitir eso".

Los responsables de nuestros actos somos nosotros, para salvar al mundo, para salvar España, para salvar a nuestros hijos, para conservar nuestra cultura y también la cultura universal, nuestra salud, nuestros antibióticos, cada vez menos efectivos, etcétera.

En este tercio de mi vida que voy a empezar lamentablemente escucharé y diré muchas veces eso de que se veía venir.

Pero la gente se deja.

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