La ideología anarquista pretendía la libertad personal absoluta mediante la eliminación de todo gobierno organizado. Rechazaba cualquier acción política que no fuera directamente revolucionaria en orden a conseguir una “tábula rasa”. Sus instrumentos fueron la acción directa terrorista y la huelga general revolucionaria.
La autoridad jerárquica y la riqueza privada habrían de ser reemplazadas por asociaciones libres de trabajadores que libremente se federarían. La igualdad se conseguiría cuando todos los hombres, adecuadamente instruidos, sean conscientes de que nadie puede ser libre y feliz a menos que todos gocen de la misma libertad y de las mismas oportunidades; esto sería la quimérica fraternidad universal.
La revolución libertaria abomina de los sentimientos nacionales y especialmente de la tiranía que impone el pensamiento clerical y los mitos en que funda el orden establecido por el estado y las clases altas para someter al pueblo. La ausencia de toda coerción y jerarquía le hace eliminar la instrumentación del hombre como policía y como militar y por supuesto, el sometimiento a ellos.
Sólo la incultura en que vivía la nación española en los inicios del siglo XX, pudo hacer que germinaran estas ideas en una parte significativa de la población española. Y sólo un vacío de poder como el que originó el Movimiento del 18 de julio, propició que se enseñorearan de la calle, matando, destruyendo y quemando tanto (llegaron a vanagloriarse en agosto de 1936 que gracias a las huelgas revolucionarias –que todavía mantenían- habían propiciado la guerra, que era una oportunidad de lucha final) Al final, marcando el record absoluto de utopía, entraron a formar parte del gobierno republicano en la guerra con una ministra: Federica Montseny.
PD.Mi recién descubierto y muy admirado Hemingway tenía esta impresión de los anarquistas, y tal como está esto escrito, no es una invención: o lo vio o se lo contaron.
Se pusieron en marcha a lo largo de la trinchera menos profunda, abierta tras la cresta de una colina, y Andrés sentía que le llegaba en la oscuridad el olor de excrementos depositados por los defensores de la colina en torno a los helechos de la cuesta. No le gustaban aquellos hombres que eran como niños peligrosos, sucios, groseros, indisciplinados, buenos, cariñosos, tontos e ignorantes, aunque peligrosos siempre, porque estaban armados. Él, Andrés, no tenía opiniones políticas, salvo que estaba con la República. Había oído hablar a veces a aquellas gentes y encontraba que lo que decían era con frecuencia muy bonito, pero no los quería. <<La libertad no consiste en no enterrar los excrementos que se hacen -pensó-. No hay animal más libre que el gato; pero entierra sus excrementos. El gato es el mejor anarquista. Mientras no aprendan a comportarse como el gato no podré estimarlos>>
ERNEST HEMINGWAY ¿Por quién doblan las campanas?
PD.Mi recién descubierto y muy admirado Hemingway tenía esta impresión de los anarquistas, y tal como está esto escrito, no es una invención: o lo vio o se lo contaron.
Se pusieron en marcha a lo largo de la trinchera menos profunda, abierta tras la cresta de una colina, y Andrés sentía que le llegaba en la oscuridad el olor de excrementos depositados por los defensores de la colina en torno a los helechos de la cuesta. No le gustaban aquellos hombres que eran como niños peligrosos, sucios, groseros, indisciplinados, buenos, cariñosos, tontos e ignorantes, aunque peligrosos siempre, porque estaban armados. Él, Andrés, no tenía opiniones políticas, salvo que estaba con la República. Había oído hablar a veces a aquellas gentes y encontraba que lo que decían era con frecuencia muy bonito, pero no los quería. <<La libertad no consiste en no enterrar los excrementos que se hacen -pensó-. No hay animal más libre que el gato; pero entierra sus excrementos. El gato es el mejor anarquista. Mientras no aprendan a comportarse como el gato no podré estimarlos>>
ERNEST HEMINGWAY ¿Por quién doblan las campanas?