viernes, 31 de agosto de 2012

Pensemos un poco... con la cabeza.


Pensemos un poco... con la cabeza.

A la inmensa mayoría de la gente le gusta que el débil triunfe frente al fuerte: tenemos el mito de David, de Robin Hood, de todos lo Viriatos, Espartacos, Bolívares, Martís... ¿Cómo no va a tener Julian Assange millones de seguidores en todo el mundo?: un joven, que apoyado en las nuevas tecnologías (lo cual incrementa sus adeptos juveniles), desnuda parte de los secretos de la primera potencia mundial y se burla del castigo en el burladero de las leyes nacionales  de inmunidad internacional, primero en el institucional Reino Unido, y ahora, después de perder en la justicia británica todos los recursos que podían impedir su extradición a  Suecia, se refugia en la embajada de Ecuador (un país pequeño, disidente y rebelde con el poder “imperial”).

Julian Assange es un delincuente confeso de un delito que existe en todos los códigos penales del mundo; cuando yo lo estudiaba, se llamaba “descubrimiento y revelación de secretos” y protege el derecho a la intimidad y a guardarnos parcelas de conocimiento frente al resto de la sociedad. Es un derecho de primer orden: primo de la inviolabilidad del domicilio, hermano del secreto de correspondencia y de la privacidad de las llamadas telefónicas. Lo tenemos las personas físicas y también las jurídicas: los estados también suelen llamarlo “alta traición”, y se tiene tanto más garantizado cuanto mayor es la calidad democrática de un país (precisamente en Gran Bretaña “el imperio Murdoch” se ha tambaleado por unos pinchazos telefónicos, por otro lado, el escándalo por antonomasia del siglo XX fue el “caso Watergate” que defenestró al hombre más poderoso del mundo: el presidente Nixon de Estados Unidos). Todos los estados tienen secretos y servicios secretos, y todo el mundo pone paredes, visillos y ropas a sus cosas privadas y tapa sus vergüenzas; quien no lo hace no goza de ninguna consideración ni prestigio (hace años Estefanía de Mónaco).

Pero la gente somos consumidores de cotilleos y secretos. Una de las conversaciones telefónicas más célebres del siglo XX  fue aquella entre el príncipe Carlos de Inglaterra y Camila Parker-Bowles en la que manifestaba – en poético ditirambo- querer ser el tampón de sus reglas, (para estar permanentemente metido en su coño). Alguien grabó y reveló este secreto profundo, aunque supongo que la mayoría de los hombres del mundo hubiéramos preferido que una criada infiel hubiera grabado o hecho fotos desnuda, duchándose o en “deshabillé”, de su anterior y hermosísima esposa Lady Diana, aquel delito no se nos logró y sí aquella otra revelación de peor gusto.

Todos condenaríamos a esa criada infiel que robara intimidades, lo mismo que ha hecho Estados Unidos con el suyo: un soldado llamado Danny Manning, que es el verdadero david, el verdadero valiente que se ha jugado, -y perdido-, su vida (aunque no le condenen a muerte, creo que nunca saldrá de la prisión). He ahí el sufrido mártir, además  sin ningún “glamour” de la “transparencia internacional”de aquellas revelaciones, con las que nos regodeamos y que tuvieron muchas pequeñas y medianas consecuencias, y también grandes, como iniciar las revueltas en el mundo árabe tras conocer desprestigiosos comentarios. Las revolucione árabes nos pueden parecer positivas, pero que se han saldado con miles de muertos y no parece que ahora se viva mejor en Túnez, Libia o Egipto.

Volviendo al gamouroso Assange; coincidentes con su celebridad mundial, le han salido dos acusaciones de violación en Suecia, (el oportunismo huele a montaje, insinceridad y ganas de notoriedad de las acusadoras). Pero debemos ser cautos con las presuntas víctimas de algo tan horrible como una violación.

Cuando le pasó al poderoso Strauus-Khann casi todos dábamos por bueno que  aparecieran antiguas violadas. No he hecho un seguimiento pero, precisamente, después de haber sido descartada la de la empleada de aquel hotel, quizá le haya empapado la de alguna de estas “oportunistas”. (1)

Seguramente para muchas mujeres y hombres, el albino Assange es muy atractivo y no necesitaría forzar lo que puede conseguir sin demasiada persuasión y gratis (mucho más fácil ahora, siendo un personaje mundial). Pero os recordaré que hay en la historia muchos violadores guapos y atractivos físicamente (en España hace 20 años hubo un tal Antonio Anglés que al parecer ligaba con facilidad con muchas chicas, pero que participó en la violación y  asesinato de tres niñas; y recuerdo que una de ellas parecía bastante poco agraciada, frente al apolíneo criminal). Por tanto, la condición de violador, como la de consumidor de prostitución, nada tiene que ver con el atractivo del sujeto, sino con sus oscuras apetencias: no se sabe bien qué le pasó en su día al más famoso Robin Hood: Erroll Flynn; pero sí recordamos con más claridad al apuesto actor inglés Hugh Grant, que fue sorprendido en la calle recibiendo los servicios de una prostituta.

Puede ser que todo el asunto de Suecia sea una pieza de la conspiración vengativa de Estados Unidos, y no debemos  descartarlo: no siempre sus procedimientos son limpios (lo que nos contaron del fin de Bin Laden, no es otra cosa que un asesinato extrajudicial). Pero, de momento, yo no quiero creerme el mundo al revés: confío más en la solera de los estados de derecho e instituciones asentadas en el tiempo, que en las menos contrastadas. Creo, por tanto, que los jueces suecos no admitirían a trámite dos violaciones sin un principio sólido de prueba y no creo que los suecos sean jueces venales, ni sumisos al poder de Estados Unidos; es decir, que, sólo con pruebas sólidas condenarán y, ante la duda,  absolverán al ahora “presunto violador”.

 

Creo, en definitiva, que cualquier persona, (y también los que se manifiestan por el “derecho” del fundador de Wikiliks a no ser extraditado para su juicio en Suecia) que,  inocentemente, fuera por una carretera sueca o inglesa y la policía le parara y le empezara a pedir papeles o le dijera: acompáñenos, está detenido, prefiriera que eso mismo le estuviera sucediendo en Ecuador, Venezuela, o Bolivia.

 

  (1) en alguno de mis muchos destinos judiciales tuve el horrendo privilegio de conocer un caso de violación denunciada -oportunistamente- al cabo de años. Una mujer casada, con más de veinte años, junto con su hermana de 19, ambas vivían independientes fuera del hogar paterno,  denunciaron a su padre por las violaciones continuadas de varios años atrás. La oportunista razón es que se habían percatado de que el criminal estaba empezando a “molestar” a su hermana de 12.

martes, 28 de agosto de 2012

Tarragona




Es una ciudad mediterránea y bastante española. Algunos dirán es que estos catalanes viven del turismo y por eso no son tan hoscos como los de la Cataluña profunda; pero a mí me hicieron sentirme como en casa, por lo que creo que es un sentimiento sincero; no es  sólo cosmopolitismo (por cierto, había muchos rusos) y apertura de miras.

Quise soñar la imponente Tarraco romana y quedé empequeñecido de tal grandiosidad monumental.

Se nos brindó –había misa- la visita gratuita a su gran catedral, la mayor de Cataluña. Era algo menos imponente que los restos romanos y eché de menos el realce que presta la visita guiada (dos días antes estábamos en Sigüenza, tan bien guiados). En su claustro se recogen -en latín- los nombres de los curas de su diócesis asesinados en la guerra civil. También los fotografié en la Catedral de Granada (me gusta toda la memoria).

También encontré una pintada tópica de la reacción revolucionaria al alzamiento frustrado. Se lee Visca Largo Caballero Lenin y la fecha del rechazo a los golpistas 19-7 36, la oportunidad que esperaban algunos, entre otras cosas, para eliminar al enemigo. He hojeado a Bakunin y no extraña que sus lectores más brutos consiguieran hacer con sangre una lista como la de la catedral.

sábado, 25 de agosto de 2012

(Camino de Cataluña) Visita Guiada a la catedral de Sigüenza


Visita guiada a la catedral de Sigüenza. 

No hay estadísticas, ni creo que las haya nunca, por eso, me atrevo a afirmar “a bulto” que el 80% de los argentinos maneja el idioma mejor que el 80% de los españoles. De este dato con pies de barro infiero que entre el 20% de los españoles que hable tan bien o mejor que la media del 80% de los argentinos seguramente hay muy poco porcentaje que pueda competir con la excelencia del 20 % de argentinos que lo hablen mejor.

Hago este exordio para recomendar la guía de tres visitas a tres sitios muy interesantes.


La primera es una señora que rondará los 80 años, y que enseñaba el año pasado la colegiata de Berlanga de Duero en Soria. Era como una guardesa del monumento, que explicaba la imponente iglesia a la manera más popular (lástima de no haber portado mi grabadora étnica), buscando en la desconfianza la complicidad del visitante, colocando anécdotas que sonaban extremadamente apócrifas de tan graciosas, y alabanzas que a tomadas al pie de la letra aproximan al monumento y sus contenidos  a la mismísima Roma. Aprovecha la buena señora para ilustrar a sus escasos seguidores, -nuestro grupo fue de cinco- lo que cuesta restaurar e iluminar cada pieza que nos enseña y los acuciantes problemas de robos sacrílegos que explican que vaya constantemente armada de un manojo de llaves que van abriéndonos y cerrando las capillas. Siempre mira de reojo a los otros visitantes que no la siguen, como si fueran intrusos, llegando a un punto crucial donde nos narra como frustró un robo cuando los bandidos ya tenían la pieza casi arrancada. En bastantes casos cuenta el retablo o el capitel como un lorito y ninguno de los turistas osa cometer la grosería de interrumpirla y comprometerla con una pregunta. Al final extendió su mano y yo, que de ordinario soy poco voluntarioso, sorprendí a mi mujer e hija con un óbolo impropio por lo alto.

También el año pasado tuvimos el ilustrativo placer de asistir a la explicación del museo de la ciudad de Clunia, al sur de la provincia de Burgos. Allí una saladísima y entusiasta mujer de unos cuarenta y pico de años, nos maravilló con sus explicaciones geológicas, históricas y de cómo se descubrieron los abastecimientos de agua de una singular meseta donde sólo los ingeniosos romanos pudieron llegar a concebir y ejecutar termas y baños públicos. No me corté de alabarla y nos reconoció que como no pudo conseguir la oposición de maestra vuelca su vocación de esa manera; y que la salada no es ella, sino su madre. Para mí, hasta hace un par de semanas, era el molde platónico de visita guiada.

Esto sólo lo podía superar, (no sé por qué no lo había pensado desde siempre), un argentino, con su naturalidad, su prolijidad, su humor cómplice.  Recursos, que parecieron improvisados y casi infinitos dentro de la panoplia argumental del mejor guía, a la docena de seguidores, que le preguntamos con abundancia y nos colmó creciéndose con su aclaratorio arte con un idioma ya tan plateresco como rioplatense.

  Claro; los argentinos son capaces de hablar durante decenas de minutos, sin muletillas, sin  repetir la misma palabra, demostrándote que ellos son los listos y tú te tienes que conformar con seguirlos en su discurrir de malabares argumentos; y todo eso lo suelen hacer vendiendo humo.

Pero si  a un argentino le das para explicar un continente como la catedral de Sigüenza tan lleno de contenido y de historia, él toma sus poderes en forma de arte palabreresco y prurito erudictivo (creo que se había leído sobre su catedral todo lo leíble, incluido el libro de piedra que porta el Doncel), y sólo puede resultar un espectáculo recomendable como atractivo per se  para ir a la hermosa ciudad de la provincia de Guadalajara.

 
 
 
 

Lo siento, porque ninguno de vosotros querréis escuchar, si os toca en suerte,  al otro explicador, con aspecto de producto nacional, que vimos a la mañana siguiente cuando agrupaba visitantes para iniciar su recorrido en la capilla de los Vázquez de Arce.

 
 

PD. Este argentino es católico y trabaja para la iglesia católica (que aún es bastante nacional católica) y nos habló de la reconstrucción y recrecimiento de la  cúpula central que hundió un bombardeo de la guerra civil, y rompió un púlpito de alabastro sobre el que cayó parte del derrumbe. Nadie preguntó, -supongo que todos dimos por sentado- y yo sentí el dolor del salvajismo republicano, ¿a quien  si no, se le hubiera ocurrido bombardear esta catedral?  Porque en esa zona fronteriza no sabía en que parte de las dos españas cayó Sigüenza y pensé, por analogía, que sería un vandálico aviador, como los que bombardearon, para desmoralizar o para enrabietar o simplemente para destruir, iglesias que yo sepa de Segovia o Ávila o El Pilar de Zaragoza. Pero más tarde, al explicarnos que la sacristía había sido hospital y hace un par de años salieron en el ABC fotos de las camas de los heridos en esa dependencia, inferí y afirmipregunté ¿entonces quien bombardeó y destruyó la cúpula tuvieron que ser los nacionales?, ahí le salió el oficio de la iglesia católica que le proporciona el trabajo, que si la Legión Cóndor, que si fue la torpeza de uno de los tanques que sitiaban la ciudad.

Lo que no me extrañaría es que las fotos del derrumbe fueran, en su día, o sigan siendo presentadas por los franquistas de hoy, como propias de la “barbarie roja”.

                          Cúpula y púlpito que se destruyeron y restauraron de aquel bombardero amigo a la catedral-fortaleza

En cualquier caso, en una explicación tan inteligente y prolija, nuestro guía debería habernos dicho “de primeras” y no diez minutos más tarde “a preguntas de”, quiénes fueron autores del bombardeo que tanta repulsa causó en la audiencia en el primer enunciado que se hizo. Pero quien paga manda y nunca mejor dicho, el obispado -o quien mande allí-, no va a permitir (hoy nunca mejor dicho) que se tiren de oficio piedras en el propio tejado.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Viaje a Cataluña. Por el Segre, por la Segarra.


Hace cuatro años preguntaba yo a Valentín González Blázquez, (uno de los pocos combatientes de la guerra civil en el Barranco de las Cinco Villas con quien pude hablar), por Zósimo Morales y me dijo:



Fue a dar la vida en el Segre, y con él cayeron:  Abel del Arco,  Antonio “el Oruga” que se había hecho cabo, y el hijo de Don José el Maestro, del que no me acuerdo su nombre.



río Segre a su paso por Balaguer

Fueron cuatro muertos de San Esteban del Valle, los que mi grabadora rescató de la memoria nonagenaria de Valentín González. Al entrar en la localidad leridana de Balaguer vi correr el río Segre y quise sentir la presencia telúrica de estos barranqueños. Volví a sentirla en los recuerdos escritos de las hoy demolidas torretas de vigilancia que hubo en las murallas medievales de Balaguer durante la Guerra Civil.
Fachada y portada de la Universidad de Cervera. Curiosamente este imponente edificio fue un "regalo" que hicieron los borbones en el siglo XVIII a la ciudad de Cervera por apoyar su causa, frente al resto de Cataluña que tomó partido por los Austrias que eran centralistas. De esta época de la Guerra de Sucesión viene la destrucción de la catedral de Lleida/Lérida y el himno catalán "els segadors". Hoy Cervera es uno de los sitios más antipaticamente nacionalistas de Cataluña.


Cervera, unos kilómetros más adelante en la Cataluña Profunda, fue retaguardia de esa batalla y tuvo instalado el Hospital de Sangre en el edificio de su Universidad. Allí estaba este panel. En la Cataluña Profunda no hallamos nada escrito en español, pero se debería poder encontrar la verdad aunque fuera sólo en catalán, que no es tan difícil para nosotros que la buscamos.





Nada de eso, los cuatro de San Esteban que dieron la vida en el Segre no existen para estos catalanes de hoy que se enorgullecen de su lucha contra el fascismo o el franquismo. No creo que en el Hospital de Sangre de Cervera se desangraran sólo catalanes, ni que en el Registro Civil de Cervera (que es la fuente de estas cifras) se apuntaran más que catalanes de la Segarra; porque no imagino que entonces los catalanes republicanos, auxiliados por muchos otros españoles que murieron luchando en su tierra, fueran tan negacionistas como ahora.

De lo que estoy seguro es que, en cualquier caso, las sangres de los que murieron solidariamente luchando codo con codo en la Segarra, eran igual de rojas, igual de antifascistas; iguales a las de sus camaradas de otras partes de España y del extranjero que se vertieron en la misma trinchera.

En su día habría aquí en la Segarra homenajes a los caídos en el bando nacional que también derramaron su sangre en el Segre. No sé si lo he escrito alguna vez aquí pero yo defiendo que debería permanecer también su memoria, como a los que mandaron fusilar las autoridades o los incontrolados republicanos, que también hubo.

Pero (uno siempre está con los más débiles) reclamo la de estos pobrecitos: el teniente Zósimo Morales, Abel del Arco, el cabo Antonio “el Oruga”, y el olvidado nombre del hijo de Don José, el Maestro. Incluso me hubiera servido que en el panel se hubiera puesto, otros muertos del Estado Español, pero ni eso.

Fuisteis a caer en una tierra, ahora de nacionalismo excluyente, que os quiere ignorar hasta como carne de cañón.







PD. Hubo bastantes catalanes que lucharon en el bando franquista, no sólo los que desde emisoras de radio invitaban en su idioma a la deserción de los catalanes republicanos. Se agruparon en el Tercio de Montserrat. Entre ellos estaba, lo he visto este año en la revista musical Scherzo, Xavier Monsalvatge, que se pasó al principio de la guerra al bando nacional. No sé si este extraordinario músico, autor de las famosísimas cinco canciones negras huyó temeroso de la barbarie anarquista que se apoderó de Barcelona, o porque era católico piadoso, o peor aún, porque fuera uno de tantos jóvenes ilustrados que se fascinaron con el falangismo de José Antonio Primo de Rivera.

Es difícil que esta verdad se estudie y menos se airee o se recuerde, desde la Cataluña oficial.


domingo, 19 de agosto de 2012

El Blog del Inquisidor.


El pasado 23 de abril, día del libro, cayó en mis manos el libro de Lorenzo Silva, El Blog del Inquisidor. Lo adquirí, pues soy ya un bloguero, y algún día también me gustaría escribir una novela con el trasfondo de personas que se comunican intensamente y no se conocen. Esta situación da un parecido, pero diferente, juego que el género epistolar, que tanto me gustó; pero en el caso clásico con papel y sellos, pero sobre todo con dirección y remite, los que se cartean pueden llegar al domicilio físico de la contraparte. En el correo electrónico la identidad real puede ser un misterio imposible, lo cual es más aventurado, más novelesco.

El libro de Lorenzo Silva es bastante desigual: parece como si le hubieran dicho en la editorial: escribe sobre esto, que está interesando. Y, creo que partiendo de algún trabajo previo que tuviera preparado, lo ha escrito rápidamente, tanto como yo lo he leído. A pesar de mi rapidez lectora ha habido momentos en que lo hubiera dejado (a pesar de ser un autor de imagen sencilla que me cae bien, y además me lo recomendó alguna vez mi amigo César), y en otros soplaron rachas de buena novela que armaban mi entusiasmo. Pero, en general es bastante increíble que estos argumentos tan especiales, dos estudiosos sobre la inquisición que se entusiasman sobre la culpabilidad o inocencia de un proceso a una monja del siglo XVII, se desarrollen de esa manera en el universo de internet.

Creo que lo apruebo por los pelos, -lo que más me ha gustado ha sido el fresco diálogo digital entre los protagonistas-, pero es que yo soy muy benévolo.

jueves, 16 de agosto de 2012

Jardín de Villa Valeria o un "remake" de La Familia de Ettore Scola


Jardín de Villa Valeria o un “remake” de La Familia de Ettore Scola.



Para los que hayan visto la recomendabilísima película de 1987, protagonizada por Vittorio Gasman, el Jardín de Villa Valeria es como aquel pasillo de la casona familiar donde hace aquellos recurrentes paseos la cámara de Scola.

En el transcurso de unos treinta años de la novela, la vida discurre y los actores secundarios, que al principio son alegres antifranquistas, se deforman, se separan y aparecen tragedias como la vida misma. Este es un relato generacional con bastantes conocidos nombres reales, (parece autobiográfico de Vicent), sobre el desencanto democrático español, fenómeno del que hay varias películas buenas y malas y supongo que habrá análogas novelas.

La vida es una experiencia corruptora y disgregadora, y contra Franco existía una omnímoda ilusión, que desapareció poco después que él, porque el franquismo era un molesto paredón que había que derribar, pero un paredón es algo más ordenado y cómodo en que apoyarse (sobre todo para estar unidos) que el campo abierto que surgió después, donde aparecieron bosques donde perderse y algún abismo donde caer.

El autor es Manuel Vicent, un autor de lectura obligada todos los domingos en la última página de El País. Gran artesano de la sinestesia, y excelente propagandista de lo mediterráneo, -sobre todo de sus tesoros vegetales-, nunca me ha defraudado ahí. Sus novelas son de lectura fácil y regalona para los oídos, y cortas, lo cual se agradece.

A la melancólica crónica de Vicent, que tiene una final sorpresa feliniana, (no salimos del Mediterráneo), le falta la música que sí tiene -y excelente- la película de Ettore Scola. Vicent trata de compensárnoslo copiándonos letras de canciones.

Pero eso: le falta la música.

lunes, 13 de agosto de 2012

El Mapa y el Territorio (3)


 Acabo de terminar el libro El mapa y el territorio de Michel  Houellebecq y tengo la sensación de haber asistido a una obra maestra. No dudo de que esto es una exageración: me conozco y sé que, con frecuencia, podría definirme objetivamente como un hombre-niño, impresionable y enamoradizo. Aunque, a veces, también lo alterno con episodios de despegada impavidez. Supongo que este libro lo he leído en el mejor momento para que despertara esa desasosegante sensación de haber sido conquistado, empequeñecido y barrido por el autor, por su obra.

Como ya ha leído y visto lo mío, quiero reivindicarme encontrando los trucos de esta sensación. Uno, puede ser que el libro después de sumergirte en la cotidianidad del presente palpitante lleno de marcas, teleoperadores, apreciaciones e imágenes, que se cuelan como salidas de un aparato de radio que encontráramos encendido: París Hilton, Abramovich, Hollande, Obama, Audi, Samsung, TeraByte... te precipita en un futuro, visionario, despoblado, desasosegante, como el final (que seguramente no he entendido y es parte de su gracia) de 2001 Una odisea en el espacio de Kubrick o el de náufrago del conocimiento  Adso de El Nombre de la Rosa.

Otro truco que se me ocurre es el tremendo (y bien traído) instrumento de autopromoción del autor que es  esta novela, al convertirse en un personaje secundario que se va agigantando y adquiriendo prestigio a medida que se convierte en objeto. Supongo que ese recurso narrativo hace que aumente la consideración del lector y le dé a la novela más empaque, más credibilidad, como si viniera de un hiperconsagrado, como García Márquez o Vargas Llosa. Así, unido a la sensación de estarlo descubriendo, puede obrar la ilusión perceptiva en la que me hallo.

Es un libro ingenioso y con puertas abiertas: ayer me atrapaba su desenlace hasta derrumbarme de sueño y hoy me he levantado monomaniaco para acabarme sus últimas cincuenta hojas, incluso con postergación de mis perentorias necesidades físicas mañaneras.

Sin destriparlo, no se me ha ocurre recomendároslo de otra manera.




viernes, 10 de agosto de 2012

Luis Felipe Comendador


Luis Felipe Comendador. El gurú bejarano.

Es un tío majo, egocéntrico, aunque nada pagado de sí mismo, asequible y altruista;  y considerado: aunque no tiene tiempo de leerme, da la impresión de que me aprecia porque le compro muchos libros, aunque tampoco se moleste en saber cuáles me llevo. Pero por otro lado, escucha mis comentarios y me propone cosas.

Es más que multifacético, fructífero. Todos, en estos años, estamos hechos de injertos de cine y fotografía y música y política y, por supuesto, de literatura. Y él es bastante bueno.

No quiero ser seguidor de nadie (y parece un poco pacato en la aldea global ser seguidor de un aldeano local) pero tampoco quiero ser no seguidor de nadie. De momento, no me parece mal decir que me interesa lo que hace este “hombre sin doblez” y proclamarlo en mi ámbito. No tiene tiempo de ser mi amigo, ni yo tampoco tengo tiempo para inmiscuirme en sus arraigadas amistades. Es un sujeto de hondas raíces en Béjar y en más sitios.

Pero como me dejó singularmente este libro de Michel Houellebeq, me lo estoy leyendo como si fuera autobiográfico, que lo parece. El libro habla de un artista gráfico, (que es a lo que se dedica en estos meses Comendador)

En la realización de los cuadros de la serie de oficios sencillos, Jed Martin empleó un poco más de siete años. Durante este plazo no vio a mucha gente, no entabló ninguna relación sentimental o simplemente amistosa. Hubo momentos de felicidad sensorial: una orgía de pastas italianas, al final de un saqueo del hipermercado Casino del boulevard Vicent- Auriol; alguna que otra velada con una escort-girl libanesa cuyas prestaciones sexuales justificaban ampliamente las reseñas ditirámbicas que recibía en el sitio Niamodel.com <<Layla, te quiero, eres el sol de mis días en el despacho, mi pequeña estrella oriental>>, escribían los desdichados quiecuagenarios, viriles, pobres y fuertes, y así es la vida, en líneas generales, tal come se presenta. Fácilmente identificado como un tío <<un poco raro pero majo, nada peligroso>> Jed disfrutaba con Layla de esa especie de excepción de extraterritorialidad que las chicas conceden siempre a los artistas(...).


martes, 7 de agosto de 2012

El mapa y el territorio (1)


Me interesa leer lo que otros no leen. Por eso escasamente podré disfrutar de esa actualidad en la que los masivos compradores de libros gustan en coincidir(1). En este siglo he leído sólo dos libros del presente. Hace siete u ocho años me dejaron “Las Correcciones” de Johnatan Franzen. Me gustó, aunque no creo que sea, ni de lejos, la mejor novela que se haya escrito en el milenio. Y ahora tengo entre mis manos, prestada por Comendador, “El Mapa y el Territorio” de Michel Houellebecq.  En ambas novelas salen personajes y situaciones actuales, internet, gastronomía, aeropuertos y móviles, y muchas consideraciones económicas y estéticas. Se hacen cotidianamente fáciles de leer, aunque uno extraña estar haciendo esto en un volumen encuadernado con tapas duras; el lector discurre por ellas como por la actualidad de la radio o internet, no sabiendo si permanecerán por mucho tiempo: la actualidad y la economía caducan cada 12 horas.

Sólo el pasado es eterno. Uno recuerda el pretencioso París de Rayuela como parte de la eternidad literaria. El París donde transita Jed Martin, el personaje de Houellebecq, es más real, más caro (como debe ser en la realidad) , más entreverado con toda esta misma vida que nos llega a todos por los medios de comunicación y uno lo lee sin mixtificación, sin carisma. A estas alturas en un mundo de usar y tirar que se desgasta irremisiblemente, nada nos deslumbra.



(1)     aunque desde siempre, y singularmente desde el bombazo de El  Nombre de la Rosa de Umberto Eco lo que más se lee y en lo que más se coincide es en la novela histórica.










sábado, 4 de agosto de 2012

Viaje andaluz (más Córdoba)


La ciudad histórica de Córdoba está llena de patios cordobeses. No concibo ningún lugar más benigno, para escuchar una guitarra clásica o flamenca, que esa dimensión de vegetales y cerámicas ornando el limpio encalado. Parece que a los visitantes, al meter la nariz curiosa y admirativa, debieran siempre colmarnos de sensualidad con el almíbar que destila un guitarreo en ese “marco incomparable”.

Muchas de las casonas  con patios se han dedicado a restaurantes o a hoteles . Yo tuve la suerte, mientras preguntaba alguna cosa, de escuchar a un joven cliente que se daba el gustazo de tocar en el patio el Decamerón Negro de Leo Brouwer. El tiempo se detenía entre el fluir de las notas y yo me demoré curioseando y hasta estuve a punto de sentarme, el hostelero no me recriminaba que me quedara allí gozando. Todo era tan natural...

miércoles, 1 de agosto de 2012

Viaje andaluz (Córdoba)

En Medina Zahara

Me entendí bastante bien en francés con un argelino. Increíble: 30 años sin estudiarlo y toda la vida sin practicarlo. Lo bueno que es quererse entender.


En el autobús de vuelta hablé por segunda vez en mi vida con un uruguayo (el primero fue Leo Masliah). Y hablamos de Onetti: mi interlocutor también le aprecia mucho, pero igualmente se le atraganta.