miércoles, 27 de agosto de 2014

Todos los caminos me llevaban a Roma.

Y no me di cuenta hasta que estuve allí que la lectura del “Viaje a Italia” de Goethe  marcó -hace diez años, calculo- en mi alma el deseo de la emulación, de la búsqueda.

Y ahora sólo persigo que nada siga siendo para mí un mero nombre, una simple palabra. Quiero ver y descubrir con mis propios ojos todo aquello que se considera bello, grandioso y venerable...”

Hasta que fui padre yo quise ser viajero, aventurero, seguidor de Luis Pancorbo; quería buscar al hombre puro, atravesar el mundo, encontrarle los confines. También como el Capitán Trueno. No lo fui. Después ya no creo en las aventuras físicas, ya no debo permitirme riesgos que pudieran impedir que vele y mantenga el desarrollo de mi hija hasta que sea autosuficiente, quizá hasta que prolongue mi vida con nietos. No sé, quizá también me siento torpe y viejo. Soy un conservador, un cobarde.

Pero no renuncio al conocimiento de otros lugares, al enriquecimiento cultural “in situ”. No sólo no puedo renunciar sino que necesito regarme y regar ese crecimiento con/para mi hija, y verlo todo a través de los ojos de ella y de mi mujer: somos un buen equipo del entusiasmo.

Después de Santiago de Compostela, -no sé si lo escribí entonces- había que dar el salto cualitativo a Roma, la vieja Europa, un lugar sencillo de ir,  sin necesidad de pasaporte, ni cambio de moneda, dos horas de avión y un idioma parecido, y también el latín. Además, un día había que volar por primera vez, desvirgarse en esa sensación.

Hay muchas razones: me doy cuenta que hace tres o cuatro años, leí la biografía de Miguel Angel Buonarroti de Papini, ya lo conté por aquí. Está la película “La dolce vita” de Fellini y Mastroiani y otras, (para mi hija, Vacaciones en Roma, con Audrey Herbum y Gregory Peck) pero lo fundamental era el ver “la urbe”: la madre de todas las ruinas romanas que hemos visto con admiración en estos años.

Decía que hasta que no llegué a Roma y vi como uno de los lugares visitables la casa de Goethe, no recordé lo que me entusiasmó y predestinó este libro. Después, estando allí me he propuesto releerlo, al menos la parte de Roma.





El primer día, con el primer sufrimiento físico de vivir el primer aterrizaje de avión habiendo sólo dormido dos horas, a las cinco de la tarde entré en el Panteón  y lloré de emoción, (quizá lloré de emociones).
Uno vuelve excitado por el conocimiento, por esos bocados no saciantes de sensaciones, (quizá hemos tenido un “estrés monumental”), por querer hacer justicia al lugar. Debo escribirlo en el blog, tanto como leer lo que tengo y lo que caiga en mis manos.


domingo, 24 de agosto de 2014

He encontrado...

Este relato, que escribí para un concurso radiofónico de literatura breve que hacía Juan José Millás en la cadena SER. El tema dado era “un euro”.

UN EURO

No quiero ver al Mariano. Hoy menos que nunca aguantaré su incitante presencia a la puerta de su tienda de ultramarinos. Sé que me pondré roja y me derrumbaré. Debería haber dado un rodeo. Ojalá ahora esté dentro con otra mujer, escogiendo para ella un kilo de tomates o poniéndole sobre el mostrador un paquete de galletas. No, no me importa que hoy sea otra la que reciba directamente a la cara esa sonrisa que a mí me hace bajar la vista. Es algo contradictorio, porque lo deseo y me excita, pero también me da miedo que un día deje de ser fiel a La Sole y me agarre de la mano para conducirme con sus brazos viriles hasta la trastienda, donde me poseerá entre paquetes de azúcar y sacos de patatas.
Pero hoy  estoy segura, más que nunca, de que no resistiré su mirada. Me derrumbaría si saliera ahora.
Voy a pasar... ¡que no salga! Quedaré a su merced y será violento para los dos: cuando me mire,  verá que traigo estas dos bolsas del nuevo Supermercado.
-Es un sofoco serle infiel, pero es que, comprando allí, me ahorro un euro.


miércoles, 20 de agosto de 2014

Verano



No tengo nada contra los insectos; sólo, ya sabéis,  contra una clase de avispas, que afortunadamente no he vuelto a ver. Esto es un pretexto para mostrar mi lirio hortelano con una oronda abeja libando su polen.







sábado, 16 de agosto de 2014

ANTE EL GRAN VIAJE


Nos vamos de vacaciones: a patear, sólo con el descanso imprescindible,  Roma. Estoy vaciando la memoria de la cámara para dejar espacio donde fotografiar los brillos romanos y he encontrado fotos de mi viaje cotidiano andando de Béjar a Candelario.



Las amapolas son como una puesta de sol: uno siempre debería fotografiarlas porque la belleza de hoy nunca será igual a la de mañana.

Bajando, de vuelta a Béjar en el perfil destacan dos torres de iglesia y, sobre todo, el palacio ducal.



Cerca del río, en la ladera casi siempre umbría, abundan el verdor y los helechos.
Imagen del 14 de agosto: las amapolas desaparecieron y alguna hierba se va secando. 

Al fondo los altos de Valdesangil. No son tan graníticos como parecen, hace varios años presencié como se quemó su escasa cubierta vegetal.

Lo mejor de este verano tan fresco es que está habiendo pocos incendios forestales. (Lo peor, para mi egoísmo, es que no me maduran los tomates)

martes, 12 de agosto de 2014

Estoy avergonzado de mí mismo.

Y yo que me creía de los buenos.
Ya me conocéis: sensible ante los débiles, donante de sangre; el ciudadano que devolvió 50 euros de la calle a la puerta de una clínica dental porque le daba más tristeza quien los había perdido que la alegría de habérselos encontrado...  Pero, hace pocos días, me comporté como un incívico, casi como un delincuente.
No sé si estoy usando el blog como instrumento de expiación  o sacramento de penitencia, (uno no sabe cuánto gravita esa huella cultural-religiosa). Por otro lado, quiero creer que, positivamente, deseo extender mi nefasta experiencia para ver si enseño a mis seguidores la lección. Quizá también quisiera hacer literatura y contar una  experiencia personal más allá de mi omnipresente huerto, (el exhibicionismo de todos los blogueros, vaya). Hay muchas motivaciones.
Tengo atenuantes. Me habían gritado, llevaba la cabeza como un bombo, había dormido mal, tenía prisa... pero soy culpable. No hice bien; he fallado dos veces. Por torpe y por cobarde.
Haciendo una maniobra de marcha atrás en un aparcamiento golpeé en un coche. (Yo no debía haber parado en aquel sitio, lo hacía por “ganar tiempo” iba a comprar unos tubitos de goma para regar el huerto, por no ir a buscarlos en Ávila). Sentí el golpecito, miré por mi retrovisor y vi que había rozado el lateral del otro coche. No es un abollón, tan solo una rozadura, de entre cinco y diez centímetos, parte hecha con el plástico del parachoques. No me detuve lo suficiente a verlo porque huí como un cobarde, como un delincuente, como Esperanza Aguirre esta primavera, al ser sorprendida aparcando indebidamente, como el bailarín Farruquito al atropellar a un peatón en un paso de cebra. Lo hice porque tenía prisa, no iba a esperar al dueño del coche para hacer un parte amistoso del seguro. Pero sí debí parar, elaborar una nota, darle mi teléfono, ponerme a su disposición para hacer los papeles otro día y que mi seguro le abonara los gastos de maquillaje del rayón.
Pero huí; creo que lo hacemos casi todos, (sigo tirando balones fuera) Yo tengo rayones y golpecitos en mi coche y los he tenido en los anteriores. Nadie se ha responsabilizado, seguramente en algún caso, quien me lo hizo ni se ha enterado. Pero yo sí fui consciente. Luego unos kilómetros más adelante, (íbamos de viaje a Salamanca y luego a Ávila),  quise volver, por dar ejemplo a mi hija, por no darles argumentos a ella y a mi mujer en futuras discusiones, de lo que estoy casi seguro es que no tengo miedo de que me hayan visto y apuntado la matrícula, aunque todo puede pasar, pero ya era tarde.
A la vuelta del viaje, al día siguiente, me metí en el aparcamiento. Tenía pensado encontrar al dueño del coche y hacerme responsable, aunque mi compañía de seguros, me cobre más al año que viene. No lo encontré.
He sido malo, egoísta, irresponsable y, sobre todo, cobarde. Ahora puedo entender mucho mejor a los que actúan como yo lo he hecho. Estadísticamente puedo decir que es una reacción “natural” pero yo no debería estar en ese lado de las estadísticas.
En una entrevista años después, el expresidente del gobierno Adolfo Suárez, que permaneció en su escaño y no se tiró al suelo cuando ametrallaron el Congreso el 23 de febrero de 1.981, reconoció que estaba preparado para mantenerse gallardo ante una situación así. Lo mismo que los conductores en la nieve sabemos que no hay que tocar el freno nunca, aunque el cuerpo te lo pide. De manera que al representar una alta dignidad, tenía que hacer, no lo “natural”, que era obedecer a los armados y tirarse al suelo, sino mantener el tipo, sotener la imagen del presidente del gobierno erguida, sin doblegarse, aunque pudiera parecer una provocación. Él lo tenía visualizado, entrenado, y obró bien.

Yo no. La próxima vez seré un buen ciudadano. Ojala encuentre el coche y pueda repararlo haciéndome responsable ante su dueño. No es fácil, puede que no sea de Béjar,  ni siquiera de la zona; sucedió el sábado 9 de agosto a la puerta de una nave-bazar china. Pero si le veo no fallaré. Esta vez ya me encontrará enseñado, y escarmentado. Estoy arrepentido.

jueves, 7 de agosto de 2014

EL GÉNERO HUMANO NO ES LA INTERNACIOINAL

Quizá sea una mala traducción o es que yo no la he entendido bien, pero me parece que la famosa canción La Internacional, todavía afirma
el género humanooo, es la internacional, 
agrupémonos todos...
Hoy he visto, una vez más, que el fallo de los sistemas comunistas fue precisamente ignorar la dominante característica buitresca  y no internacional (digamos "solidaridad entre la clase obrera") del género humano.

Béjar es una ciudad asténica, en una permanente decadencia económica que comenzó en los 70 cuando muchas industrias perdieron la batalla de la competitividad frente al textil catalán. Desde entonces cada año ha ido cerrando una fábrica, derrotadas sucesivamente por las competitividades china, tailandesa, vietamita, bangladesí... Aún quedan tres o cuatro, pero en los setenta debió haber como cuarenta o cincuenta. No exagero. En muchas partes de España se hablaba de los "ricos de Béjar", por los dueños de estas fábricas.

El problema seguramente fue que los textiles de Béjar eran de una gran clase y extremada calidad, y un precio acorde, no aptos para lo que yo he visto esta mañana.
Esta mañana he visto al género humano revolviendo febrilmente la liquidación de stoks al 50% y menos, que ha hecho la cadena alemana de supermercados Aldi en la nave de su establecimiento bejarano y en parte del aparcamiento. Allí se desmintió para mí que Béjar sea una ciudad pobre o dormida. Antes de las 8,30, -la hora de apertura normal es a las 9,15- el aparcamiento del Aldi y los alrededores estaban repletos de coches, los carritos estaban ya capturados por la gente y enfilados hacia la apertura. Cuando se produjo, todos entraron, no sin roces y atropellos, a rebañar los cadáveres de miles de productos de textil, limpieza, mecánica, jardinería, animales, calzado y cien cosas más que mucha gente se compraba sin siquiera saber describir para qué pudiera servirles. Nunca vi carritos tan llenos en ese establecimiento. Estuve a punto de llevarme un medidor electrónico de la tensión arterial de fabricación alemana por diez euros, sólo porque el precio inicial eran 24,99. Y quizá no lo haya hecho por pura superstición: ¿comprar un aparato sólido, fiable, alemán para medir la "mala salud"? No, en mi familia tenemos el corazón bien. No vamos a llamar a la mala suerte, aunque sea un chollo.
He comprado un par de  zapatillas, tres camisetas, dos encendedores, una rasqueta ergonómica para limpiar cristales, 48 tubos de pintura para acuarela, tres lienzos, un rollo de cinta americana, y un kilo de tomates a 1,15, que me hacía falta. Todo por menos de venticinco euros. No podía quedarme más tiempo, estoy pensando que he dejado un montón de tesoros por ahí, creo que volveré antes de comer, estoy seguro de que ya no estarán ninguno de los dos tensiómetros que vi. Mi plaza de aparcamiento ha sido ocupada por uno de los coches flotantes que buscaban esa oportunidad, cuando se trata de un aparcamiento, el del Aldi, de cuarenta plazas en el que normalmente hay siete u ocho coches.
Los productos eran, por su origen de fabricación, el 50%  alemanes y la otra mitad chinos, pero con la garantía de esta cadena alemana, que no es lo mismo que un rastro cualquiera de por ahí... eran revueltos y acaparados por personas que no nos mirábamos a la cara: somos un pueblo grande, pero un pueblo, he visto gente con la que me saludo y hasta me paro, revolviendo con tal avidez que no se daba cuenta de quien tenía al lado. Era una vorágine. Los buitres no nos saludamos.
Ahora está de actualidad la bancarrota argentina frente a los fondos "buitre". Todos miramos con ajenidad ese sustantivo adjetivante tan despectivo, pero cuando nos dan la ocasión la aprovechamos.
Y lamento no poder poner fotos de lo que he visto. La gente me demandaría .

viernes, 1 de agosto de 2014

Noticias del Buzón de mensajes.

En mi teléfono móvil, que aún es sin internet, quise ayer buscar un mensaje o alguna pista sobre si mantengo ya compromiso de permanencia con mi compañía telefónica. Empecé a darme cuenta de la cantidad de mensajes SMS que me mandan y no borro: de una cadena de gasolineras, del instituto donde estudia mi hija, de una gran superficie, de la agencia de viajes, de hacienda, de google, y de números de conocidos o desconocidos que no descolgué en su día...
Me ha llamado la atención que el año pasado me pidieron que enviara un SMS solidario para ayudar a los damnificados de un tifón de Filipinas. Y pienso ahora vagamente que me parece como un vestigio de la prehistoria de la actualidad. Tenemos a Gaza, a Sudán del Sur, el ébola que está tomando velocidad de crucero..., hace poco hubo también grandes inundaciones en Paraguay.
Pero las noticias son noticias si los medios las están reactivando constantemente. Las guerras de Siria, Ucrania,o Irak han quedado atrás, las actuales son Gaza y Libia.
Seguramente en Filipinas sigue haciendo falta ayuda, pero a nadie se le ocurriría ya pedirla públicamente, parecería un timo y además un desprecio a otras tragedias humanitarias más recientes.
Anteayer fueron condenados un grupo de miembros de Batasuna, EH, Bildu, Sortu... no sé bien: esta gente que medioponía la cara civil a ETA. Su condena a cárcel lo fue por haber organizado un sistema de captación de recursos económicos para la banda  terrorista: cooperaban para que los otros tuvieran pistolas balas, bombas, gastos de desplazamiento y manutención que les permitieran dedicarse a matar. Ayer también se cumplía ¿casualildad? el 5º aniversario de los últimos guardias civiles asesinados por la banda, en Palma de Mallorca. Por cierto: el último fue un gendarme francés, (el primero que se cargaron) ahí terminaron de cagarla en todos los sentidos.
Esta explicación es para comentar que un portavoz del gobierno nacionalista vasco, llamado Yonan Fernández, ha dicho que esta condena no debe ser, que hay que mirar al futuro, como si el futuro de los familiares de los ochocientos muertos no fuera un presente continuo de dolor  a cada paso y la eterna maldita pregunta de ¿por qué me tuvo que tocar al mío? ¿por qué reventaron su nuca de un disparo? ¿por qué volaron su coche? ¿qué locura de cálculo hacía que hubiera que comerse otro peón en una extraña partida de ajedrez?
El portavoz Fernández trata de aprovecharse de la caducidad pública de la "actualidad" que, como los daños del tifón de Filipinas, ya no existe más que para las víctimas y sus aledaños.
La actualidad es una perversión del conocimiento. Los escuchantes o lectores de periódicos la sentimos cada vez más volátil, (ahora es improbable que haya en la mesa del sofá un periódico "viejo" que te lo recuerde una semana después cuando lo bajas al reciclaje de papel), hoy se irá quedando atrás y desapareciendo del periódico electrónico y luego se irá a una hemeroteca digital, un limbo que se consulta buscando el tema, es decir que si en la memoria me ha quedado el tema de Filipinas puedo consultarlo; pero ya no es noticia, no es.
Por eso seguir la actualidad impide que se pueda digerirla como realidad. Cualquier anécdota como que Obama se fotografiara con el móvil de la presidenta de Dinamarca se convierte en noticia y desplaza o evapora realidades importantes. No sé,  quizá  ocupó el sitio de aquel tifón de Filipinas. ¡Pobre gente!