sábado, 31 de mayo de 2014

Génesis de Sebastiao Salgado (2).

Mis seguidores conocéis el libro más valioso, pesado y caro que tengo en mi creciente biblioteca. Su enorme peso y el respeto que le tengo, hacen que no pueda consultarlo en un momento cualquiera. Sólo lo tomo, ceremoniosamente, cuando tengo tiempo por delante y sé que voy a estar cómodo.

Es el libro “Génesis” de Sebastiao Salgado, que paladeo morosamente pasando las páginas como un lord. Me detengo a mirar los ojos de cada albatros o las maneras posturales de cada pingüino. Miro las aguas pesadas como el mercurio o las picadas por la lluvia, las tendidas como gasas, las violentadas en los instantes de maremoto que obran las ballenas o las condensadas en vapores multiformes aéreos que llamamos nubes. Contemplo los ojos inescrutables de los indígenas, me sonrío contra la segura virilidad de los que sabiéndose los más fuertes de su tribu creen serlo del mundo. La desnudez femenina, desprovista para mí en ese contexto de hombre sorprendido por su naturalidad, de cualquier morbo.
Respiro hondo, cada vuelta de hoja es como una inmersión: hallaré la mejor de las fotos posibles, fotos encontradas a base de buscar las luces, apostado en el frío, en la espera, en el encuadre, porque a un artista como Salgado, sólo le vale la mejor. En alguno de sus viajes llevaba 15 personas en el equipo, que dirán ¿y este tío ahora qué espera? Si ya ha hecho mil fotos fantásticas. Seguramente busca otro día más, otras luces otra exposición, y todo ello quizá aun guardándolo en carretes que no verá hasta su revelado.
Qué difícil será elegir entre todas las que haya hecho, sin embargo él acierta, no puede estar equivocado, digo yo, viendo cada joya de las que componen este libro, cada una y el conjunto más: una obra maestra.

Pero hay momentos en los que me digo si en el fondo lo que quiero es  autocontemplarme siendo un tipo especial. Que hay cien salgados por el mundo que no lograrían hacer perder tan generosamente mi tiempo en una contemplación activa, ni montar esa ceremonia que supone desplegar  el Génesis.
El tener un blog mediatiza mi vida, no sé hasta qué punto no creo o quiero vivir realidades “blogueables” y esta lo es. Quiero creer que no, que Salgado es tan especial como para obtener mi veneración, que no hay otro modo de hacerlo y que mi placer es cien por cien real y no impostado en parte alguna. 
Ahora mismo  no lo sé, de verdad.

Pero cuando viendo el libro no tengo dudas. Vale todo lo que diga y más.

   

jueves, 29 de mayo de 2014

Querido diario:

 Hace un par de días me acordé de algunos profesores jóvenes que daban clase en mi instituto hace treinta y dos años. Concluí que ya serán casi unos viejos; más todavía que yo, que últimamente siento mi trayecto cada vez con el paso más cambiado en un mundo nuevo que está pariéndose como una serpiente que cambia de camisa. Los viejos son/somos como ese pellejo que se va quedando vacío mientras la vida viva, multicolor, sigue su camino por derroteros que empiezan a tomar una velocidad cuyo ritmo no seguimos. En la media que no somos parte del camino nuevo, ya no nos sentimos concernidos por los movimientos de esta sinuosa serpiente. Las pasadas elecciones europeas me importaban poco, pero su resultado me ha dejado como marginado y quizá me ha llevado a esta reflexión.
“Ocho apellidos vascos” es una película que la gente se ha puesto de acuerdo en decir que era buena (a pesar de ser cine español) y que merecía la pena pagar una entrada para ir al cine. Yo he visto bastantes comedias españolas muy buenas en estos años (creo que mejores -quizá no deba escribirlo porque no la he visto- que  será ésta,  -pero algo tendrá el agua cuando lo bendicen-) y ninguna de ellas ha sido un fenómeno de taquilla, del que, claro, me siento ajeno.
No sé si merece la pena buscar acomodar mi paso de los demás. No es soberbia ni elitismo, creo. Tengo demasiadas cosas que quiero hacer y no me va a dar tiempo, así que me ensimismaré: rechazo perder tiempo en involucrarme; quizá sea un error que termine pagando porque me aísle, envejezca.
No creo que llegue a engancharme al “guasap”, pero ya entré, y de qué modo, en Facebook: esta empresa me tiene catalogado con un “10” de actividad. Menos mal que mi página se llama "fotos antiguas de Cardeñosa". Al menos es por una causa antigua, como yo.

No sé si este tipo de reflexiones, reflexivas, serán un “bucle” desagradable, aburrido, para vosotros. Pero me gusta buscar la expresión escrita de mi pensamiento, y lo dejo aquí.

lunes, 26 de mayo de 2014

Pablo Iglesias.

Seguro que desde ayer es el nombre más buscado en el google de España. Yo todavía no lo he hecho, pero lo haré porque estoy sorprendido e intrigado. La cara me sonaba, aunque nunca le he escuchado: un tertuliano político televisivo con una cuidada  imagen de líder alternativo; supongo que es heredero y se le adjudicará una gran participación en el  “movimiento* 15-M”.  
Vi su careto el viernes, curioseando en las papeletas preparadas para las elecciones de ayer domingo. Me llamó la atención porque es la primera vez que yo haya visto que en lugar de un anagrama estaba una persona; aunque esto pasa mucho en el tercer mundo por motivos de analfabetismo. Lo primero que pensé es “qué petulancia, que despilafarro de ego, mandarse encargar varios millones de papeletas con su cara, para terminar sacando cinco mil votos, todo sólo por qué te crees que has quedado bien en la tele”. Supuse que al no tener un nombre pegadizo, buscaba que alguien que le hubiera escuchado dijera: sí, ese me gusta. Respondió muy bien a “otro  tertuliano” de derechas o  dijo las cuatro verdades muy claras y le votara.
Sinceramente, no sabía – no he seguido nada de la campaña- que ya las encuestas le daban un escaño. Entonces pensaba que este Pablo Iglesias se quedaría con una caja de papeletas para usar como original tarjeta de visita o repartir entre los nietos, al contarles la batallita de “cuando me presenté a las elecciones europeas encabezando una candidatura”. Fuera de lo del tercermundismo, pienso ahora en el acierto de usar efecto psicológico de asociación con la estética Facebook: la foto de una cara  de alguien que dice algo. Estoy seguro de que algunos candidatos minoritarios o todos, lo repetirán  para las próximas. Me extrañaría mucho que internet no hubiera tenido bastante que ver en este triunfo.
El sorpresón que yo me llevé anoche me conmovió, incluso tardé en conciliar el sueño por su culpa. Me repetía como una comida pesada: le escuché comentar su victoria, una entrevista que le hicieron, y también le vi, hiperconsciente, administrar su imagen de sosegado líder máximo, frente a la incontrolable algarabía de sus seguidores, “no sé por qué iba a poner secuaces de calaverada”. Pero seguí escuchando porque no había otra manera de huir por televisión que escapar al fútbol: comentarios del partido o la celebración del Real Madrid, esto tampoco me dejaba de muy buen humor para ir después a conciliar el sueño
Tendría muchos análisis políticos que haceros: este joven es la exacta cara que busca Izquierda Unida, y no el canoso Cayo Lara que tienen, supongo que intentarán comprarle su cara de cartel triunfador y hacer una coalición. Si PI hace eso, se equivocará, porque se meterá en un aparato, y ya será como los otros: tendrá una historia que defender, y otra historia que ocultar, unos lugartenientes, unos “delfines”...
Aunque así es solo: todo para él, puede ser coherente con lo que sea su pensamiento, y es un lujo para un político. Pero toda la presión será para su persona, le rebuscarán su pasado y su presente.  Ahora tiene que gestionar cinco sueldos de eurodiputado y más de un millón de votos que, aunque una buena parte se hayan echado “a la contra”, habrá unos cientos de miles de votos ilusionados y eso tiene que pesar bastante en el alma, cuando se ha cumplido con creces el sueño. Lo más fácil es hacer como Watsapp: dejarse comprar por la empresa grande y vivir de las rentas compartiendo con una organización consolidada.
Pero si no lo hace, inconsciente o conscientemente, les hará la puñeta, porque dividirá el voto de izquierda; ya lo ha hecho. Aunque a quien definitivamente se ha cargado es a los partidos bisagra o alternativos que emergían: tan felices que podrían estar UPyD y Ciudadanos, están heridos de muerte. De pronto, aquí está la principal alternativa, la primera opción. Además más personalista, una cara limpia, joven y sin gastar; sin estrenar aún, frente a las narices rotas y las cejas abiertas en demasiados combates de quince asaltos, que tienen, al final, todos los políticos.
 Desde ayer hay gente buscando como serrar los pies de esta persona; y es que sólo tiene un par de tobillos, un par de rodillas, muchos ligamentos, y una cintura, un tórax, una cabeza... Este hombre blanco ha caído en una selva y cientos de bacterias, virus, garrapatas, mosquitos, ratas, serpientes, tigres van a saltar sobre él a la mínima que de un paso en falso.
Además, en España vamos a por todo el que destaca. Hay que ser muy bueno, como Induráin o Nadal y demostrarlo objetivamente -y además en el extranjero- muchos años, para que uno se lleve en paz el respeto sin tomatazos, ni zancadillas o directamente pedradas.
Voy recordar a dos fenómenos que surgieron un día afortunado. El primero fue Antonio Gutiérrez, sindicalista de Comisiones Obreras, que se catapultó el 14 de diciembre de 1989?,  no saltó a la política inmediatamente, se desgastó, luego le metieron en el PSOE por la puerta de atrás, y al final: “na de na”. Otro caso fue Pilar Manjón, un día glorioso, de certero y conmovedor discurso, que, en pocos meses, fue vilipendiada – también coqueteó con el PSOE y ahora anda por ahí hecha unos zorros: la derecha la machaca recurrentemente, y ha conseguido más gente que la odie o le resulte “sospechosa” de la que la quiera, o incluso, que la respete.
A mí, como principio, no me parecen bien los líderes máximos, los personalismos, en esto de la política; así que creo que no me gustará Pablo Iglesias, pero no voy a intentar averiguarlo estudiando sus mensajes, creo me conformo con saber poco más de lo que ponga la Wikipedia. 

*(me he dado cuenta de que se usó la palabra movimiento, sin recordar la peyorativa y franquista connotación)

PD. Ya que no han liberado a las niñas nigerianas, a ver si por lo menos les dan esta noche el premio nacional de teatro “MAX” a The Funamviolistas.

viernes, 23 de mayo de 2014

Humanistas con la “boca chica”.


Este fin de semana se resuelven bastantes asuntos. Sin embargo, el mundo entero clama porque se resuelva positivamente el secuestro de las escolares nigerianas; estamos de acuerdo el 99,99999 % de toda la humanidad que tenga noticia de ello. Sin embargo, clamamos con la “boca chica”; nuestros deseos verdaderos, los anhelos de verdad, estos próximos días, son muy distintos y variados. Este fin de semana en que se celebran las elecciones al parlamento europeo, seguro que una mayoría de europeos desea más que no ascienda todo lo que parece que va a ascender la derecha xenófoba en el continente, pero los que son de esos partidos, están deseando una irrupción sonada para imponer rotundamente sus políticas: en España, los del PP sueñan con que su partido se mantenga con amplia ventaja, y que los que pierdan votos sean los socialistas; y éstos, al revés. Hay varios partidos que quieren entrar, mantenerse o subir, en el parlamento, les va  mucho en ello. Mucha gente “madridista” desea otra cosa mucho más: se duerme deseando que su equipo gane la final; al revés que los “atléticos”. Los barcelonistas y otros muchos, desean tanto o más que los implicados, que pierda el Madrid, si es posible, por  goleada. Cada uno mira por “lo suyo” y las pobres niñas les  importan “de verdad” a sus familiares y a gente muy sensible: “hiperhumanos”, mirlos blancos en cualquier caso,  gente que haya padecido situaciones de secuestro..., etc.
Hasta mis queridas The Funamviolistas, seguro que lo que más desean es que el lunes les den el premio “Max” de teatro: subir al escenario, que les vean sus conocidos como agradecen, su momento de gloria y guardarse el recuerdo y el trofeo y el prestigio para siempre. Como las conozco, yo también  deseo eso bastante.
Nada que ver con la vida: tengo que ponerme a pensar que la mejor noticia a nadie interesa, y si yo no escribiera este blog tampoco me molestaría en pensarlo. Luego a mí también. Como padre, soy solidario con el dolor de otros padres, un poco más solidario que si no fuera padre, pero, ya lo he dicho: lo tengo atrás en el pensamiento. Soy un ser humano como todos los demás, como, seguramente, todos vosotros; un mezquino que hoy no tenía nada más interesante que escribiros. Vosotros lo pensaréis unos minutos, como yo he hecho: es mejor que nada. 
Nos hemos tomado un aperitivo de conciencia antes de la comida.


PD. Ni siquiera he querido escribir el nombre de los malditos secuestradores, a pesar de tenerlo todo el rato en la cabeza. Es por no hacerles todavía más publicidad, que algo de eso buscan.

lunes, 19 de mayo de 2014

GAZPACHO DE FLAMENCO Y HUMOR


A mí me  gusta el gazpacho, ese plato frío español que tiene pepino, pimiento, tomate, cebolla, pan, pimentón, vinagre y agua fresca; y me gusta en trozos, no molido, como lo venden ahora en tetrabrick.
Estamos teniendo mucha suerte estos meses en Béjar con las actuaciones teatrales. Primero las Funamviolistas, tan generosas como agradecidas, que me harán, el próximo lunes 26, ver por primera vez la ceremonia de entrega de los premios “Max” de teatro, con la esperanza de verlas agradecer el reconocimiento que merecen. Y ahora el espectáculo del pasado sábado, llamado “La Gloria de mi Mare”: una presentación de baile flamenco, acompañado de cante y toque, pero con la vinagre y el pimentón de un humor hiperhistriónico, que pone un contrapunto; se trata de un hombre disfrazado de mujerona, de madre omnipresente, castradora; la que quiere proyectar sus frustraciones en su hija. Pero la hija resulta ser una verdadera bailarina, completísima, aunque no tenga la furia caballuna, ni el cuerpazo de otras, pero sí un rico sentido rítmico y de la percusión, y de la tímbrica, que dialogaba un hermoso discurso con una guitarra colorista, cristalina, muy dulce y clásica, también con  los alardes estrictamente musicales de las corcheas y no de las semifusas jazzísticas de Paco de Lucía y todos los paqueros. Empezó con una guajira, delicada y como antigua, muy melódica y dulzona. Pensé yo que el guitarrista podía ser más de Manolo Sanlúcar que de Paco. Pero más tarde se oirían otros palos con retazos de Paco; inevitable su huella en todo el toque actual y venidero, aunque aquí no apabullando con su sombra. Gran guitarrista y mejor músico, eficaz y comedido, y además, con dotes histriónicas, las apropiadas para el espectáculo. Raúl Cantizano es su nombre.
Pero la figura del espectáculo era de la bailaora, delicada y elegante, muy bien vestida y mejor desnudada, (que fueron un buen regalo final y oportuno, sus pechos),  de la niña prodigiosa que se va haciendo con el espectáculo a pesar de las torpezas de su madre y de los celos de la mujer del guitarrista, (buena cantaora, que hizo mal en no saludar singularmente al final para llevarse su merecido peculio de aplausos) pero la “niña” nos colocó la elegancia y el dominio de un buen puñado de bailes, de manera que el espectáculo “serio” satisfizo nuestro paladar estético y, personalmente, me hizo amar este flamenco y también entender las batas de cola, y las mantillas, blandidas con gracia y sin fatiga; mientras escuchaba su música de cámara de guitarra con las castañuelas, y otra percusión de pequeños platillos metálicos que no sé como se llama, y el taconeo fino sin necesidad de terremotos en las tablas.
Fue un menú degustación, que me removía la idea de la hermosura de este mundo y me hizo soñar caminos que hubiera querido yo transitar en vidas pasadas o futuras.
El acierto “para todos los públicos”, el gancho,  es que  estaba sabiamente mezclado con el humor gestual y monologuizado, (tan del gusto actual), con abundante morcilla y el empecinado deseo del cómico mayor de hacer partirse de risa a sus compañeros. (y lo consiguió, con el guitarrista al menos) Humor de tripas, para todos los públicos.

Yo también me reí mucho y noté que me salía risa inteligente, porque el espectáculo, en su conjunto, lo es. El tema sí era manido, de astracán: la madre metomeentodo. Pero salí muy satisfecho con el dinero y el tiempo invertido sobre todo por el arte flamenco que era el tuétano del espectáculo, junto y a veces revuelto, pero no molido; y  me acordé, viendo la media entrada, de cuántos idiotas bejaranos se lo perdieron  porque estaban pendientes de “la Historia”, de que el Atleti se jugaba la liga. Pobres de ellos, que nunca sabrán lo nutritivo que es el gazpacho de flamenco y humor. Yo salí enriquecido y con el prurito de reclamarme más tiempo en mi vida  para entender y paladear ese arte tan nuestro. 

jueves, 15 de mayo de 2014

El Atlético de Madrid.


Mi padre es simpatizante del “atleti” y yo lo “era”. Dicen que uno puede cambiar de todo en la vida, incluso aborrecer el fútbol, pero nunca deja de ser de su equipo. Puede que me pase a mí, porque ahora estaba un poco más pendiente.
Recuerdo el año 74 en el que el Atlético se clasificó para la final de la Copa de Europa,  y me acuerdo de una semifinal en Glasgow contra el Celtic, en la que expulsaron a varios de nuestros jugadores. No me cuesta mucho trabajo hacer memoria (también por esos años completé una colección de cromos) de parte de la alineación: Reina, Melo, Capón, Panadero Díaz, Eusebio, Adelardo, Luis, Irureta, Gárate, Becerra Leal...,  lo tengo en la memoria, como que el árbitro de esa semifinal fue el turco Babacán.  Después pasamos a la final que empatamos a cero con el Bayern de Munich en los 90 minutos reglamentarios. Se disputó la prórroga y cuando restaban sólo cinco minutos para el final, le quedó un golpe franco a Luis Aragonés. No estaba en "su sitio", que era dentro de un arco de cal que había antes de área, (nunca he sabido para qué servía, no sé siquiera si ahora lo pintan). Desde ese lugar las faltas que tiraba Luis eran letales, pero aquel día estaba un poco escorada a la izquierda. Sin embargo, fue gol, eso lo recuerdo, y además lo he visto hace poco en la tele. Íbamos, en dos o tres minutos, a ganar la Copa de Europa, pero en un desgraciado tiro de un alemán desde muy lejos, el portero Reina se la tragó. No dio tiempo a sacar de centro. No hubo penaltis; se jugó un partido de desempate un par de días después. El Bayern, nos “barrió” por cuatro a cero.
Después seguí siendo del Atleti, muchos de mis mejores amigos lo eran: es una forma de ser alternativa, romántica, con esas recurrentes desgracias que le hacen ser conocido como “el Pupas”.
Nunca he sido  muy futbolero, ni he comprado la prensa deportiva, ni oía los carruseles de la radio. Si continuaba, era por “acompañar” a los amigos y por oponerme a los enemigos (léase Real Madrid).

Cuando apareció Jesús Gil (1), un poderoso constructor, que era aparatoso, machista, prepotente, cantamañanas, y siempre sobreactuaba virilidad de la más burda  y despreciativa hacia los demás) me cansé y deserté del seguimiento. En aquellos momentos los futbolistas llegaron a costar cantidades más que insultantes, recuerdo que fue el traspaso de un ruso, Valeri Karpin de la Real Sociedad al Valencia, no sé si por cuatrocientos o novecientos millones de pesetas, lo que recuerdo que me hizo hacerme insumiso al fútbol.
No veo partidos, además, si pasando canales de la tele tropiezo con alguno y me tiro a quedar, mi mujer me recuerda mis razones. Por ser un acontecimiento histórico me empeñé en ver la segunda parte de la final del pasado Mundial. Lo hice “por al niña”, porque era un momento histórico, como quien se salta un régimen, era la ocasión más alta que vieron los siglos, incluso bajamos a ver la algarabía de Plaza de España de Béjar, para lo que mi hija se puso una gorra roja que teníamos. 
No he visto más, aunque son "inevitables" los resúmenes en los telediarios.
Este año el “atleti” va bien y yo le he seguido en este final de temporada, es decir, he hecho por enterarme, (pienso en los amigos, que sé yo...)
Quería que ganara pero en un partido que perdió contra el Levante. Un grupo de energúmenos seguidores insultaba a un negro, -senegalés como mis compañeros de autobús-, y cuando el hombre que iba a sacar un córner al lado de donde estaban acantonados esos “hinchas” el árbitro pitó el final y el senegalés en un acto de ira tiró el balón y se encaró contra ese público. Tengo clavada la respuesta: la imagen de un hombre de grandes barbas, fuerte, musculado, con el torso desnudo, que desde la grada le hizo al negro una señal como que le cortaría el cuello.
Yo no quiero alegrarme de lo mismo que puede alegrarse un bestia así. El fútbol es malo por todo el dinero que entra en ese lodazal, por todo lo que roba a la cultura y a los demás deportes,  y porque que engendra estas actitudes.
Ahora me da igual. Quiero retirar mi sana alegría de compañero atlético, porque con su buen sentimiento colabora algo con este desmesurado deporte. No quiero saber nada.
  

(1)   existirá archivada, en alguna de las toneladas de expedientes judiciales que originó,  una firma mía al lado de la de este personaje. Tuve una fotocopia del documento pero, al final, la tiré. Jesús Gil estaba encausado en varios procedimientos penales y tenía la obligación de comparecer cada mes ante un Juzgado, y como pasaba temporadas en una finca llamada Valdeolivas, ubicada en Arenas de San Pedro donde ejercí interinamente como secretario, vino a firmar a nuestro juzgado. Yo no llegué a verle, entró una compañera y  me pasó el papel para que lo firmara, y lo hice sin mirar. El sujeto, que vino con dos guardaespaldas, quería llevarse una fotocopia con mi firma para garantizarse que había cumplido su obligación de presentarse.


lunes, 12 de mayo de 2014

LA COMODIDAD NOS ESTÁ JODIENDO LA VIDA (2)


Sé que no debo herir mi cerebro con pensamientos obsesivos y angustiosos, pero me venía persiguiendo un pesado monstruo amarillo mustio, y su espantosa visión me ha desfondado cuando venía tranquilamente trotando. He tendido que parar por la sensación “psicosomática” de asfixia, la escena me la imagino parecida (me paso de dramático, lo sé. Pero algo he sentido.)a la de la muchacha vietnamita a quien se le caen trozos de carne mientras va corriendo hasta que termina por dejar de hacerlo y andar.

Hace sólo una semana, en la puerta de mi casa reinaba una floresta espectacular. Este año ha llovido con generosidad y las hierbas y plantas silvestres sobrepasan cualquier rodilla. Los pájaros e insectos completaban la hermosa sensación natural. Pero un vecino, (puede que no sea, no estoy seguro: le pongo cara, no quiero obsesionarme...) ha echado herbicida en la calle, y su peste llega a 10 metros de la linde de mi huerto, a 13 de mis lechugas, aunque parece que es local, no voladizo, pues hay un límite entre las ortigas rociadas y las que aún parecen verdes. (El vecino en cuestión me ofreció herbicida para mi huerto, dice que lo echa en el suyo)
esa veredita que sale a la derecha, en el centro de la fotografía, es la que va a mi huerto



Por la calle pasamos todos: una niña recién nacida; la mía, que tiene 13 años; mi mujer y yo mismo que, aunque empiece a estar amortizado, quiero vivir lejos de las posibilidades cancerígenas el mayor tiempo posible. La fiebre amarilla existe en muchos sitios, hay muchas personas que optan por esa “comodidad” en lugar de coger una desbrozadora, una hoz o un azadón. No quería pensarlo, lo había comentado con mi mujer cuando me di cuenta, pero a medida que todo se mustia y se alicae  ofrece un espectáculo más enfermizo: un verano agostado, que contrasta fuertemente con la primavera que puja detrás de la zona rociada. Yo quería haber evitado la conversación pero ya, al practicarla entre dos, redoblamos la indignación.  Se hace menos viable hacer la vista gorda al minidesastre ambiental y, sobre todo,  a las inquietudes por la salud.
He tratado de olvidarlo, pero esta mañana vine a Candelario, como hago siempre, corriendo por  una cuesta arriba ya desbordante de verdor, cuando me asaltó otro embate contra mi moral. Es un pequeño tramo, serán cuatro o cinco metros cuadrados, empecé a ver unas ortigas amarillas y una hierba que también amarillea. Yo estaba ya con déficit de oxígeno y una respiración al límite. Fue el peor momento para la aparición. He dejado de correr para que el mal no se apodere de mis alveolos, para que, respirando mis pulmones al ochenta, en lugar del cien por ciento, no dejen sus partes más vírgenes y más inocentes expuestas al magma venenoso.
No sé si lo he escrito aquí, pero lo digo siempre: lo que es letal para la vida no puede ser bueno para nuestra salud. Escribo “nuestra” y no "la" para los antropocentristas que sólo piensan es su comodidad personal, y que el género humano puede vivir solo, con nuestros animales y plantas esclavos. No es así. Lo pueden contar las personas a quienes ha tocado un cáncer inopinado,  sin antecedentes familiares.  Los agricultores que maldicen la plaga de topillos, que viene por la extinción por envenenamiento de sus depredadores. Los alérgicos. Los padres de niños con enfermedades raras o los excesivamente enfermos, que muchos percibo en estos momentos. También los padres estériles y mucha más gente.
Siempre ha habido de todo esto, pero ahora todavía más. Muchos no relacionan nada. Hay personas que dicen ser desconfiados sobre todo, pero tienen una asombrosa confianza en todas las industrias, la industria química y farmacéutica, básicamente.
Hoy me da por pensar si los que crean pesticidas, herbicidas etc, no serán los mismos, o parientes, de los que venden el antídoto a la Seguridad Social para los cánceres que generan,   quimioterapias o aparatos de radioterapia y medicinas en general.

No me gusta la conspiranoia pero hoy encontré un monstruo amarillo que me perseguía. Lo juro.



viernes, 9 de mayo de 2014

AUTOAYUDA

Escribo esto el día después de que haya aparecido muerto en su casa “en extrañas circunstancias” el saltador de longitud Yago Lamela, record de España de su especialidad.
Los saltos dejaron de progresar hace muchos años. En Tokio, hace veinte años aproximadamente, se produjo el milagro de que se superara el mítico record del 68 de Bob Beamon. Lo mismo pasa en la altura, lo cual no huele muy bien. Ahora todos los records viejos suenan a dopaje. Pero este no es el tema, creo.

El problema es que la lección más importante para cualquier ser humano consciente es aprender a vivir. Ésa no se da, ni se puede dar, en ningún curso, ni está escrita en ningún temario; es personal, porque, sobre todo, ha de adaptarse a las pretensiones vitales de cada cual.
Yo creo que en casos como los deportistas que, al final de su carrera, se convierten en “juguetes rotos”, es muy difícil de gestionar. El empacho de honores, reconocimientos, peticiones de entrevistas, autógrafos... la sensación de convertir en importante todo lo que se toca o dice, no cuadra bien con el vacío de cuando uno se retira y le solapan. El olvido, la soledad deben ser especialmente ofensivos. La justificación de su existencia se remonta a algo que ya no tiene valor, porque todos los días hay noticias deportivas, y esas, las que venden, son las importantes. Quizá no deba ahora hacer una tesis sobre los deportistas, pero como no es el primero (si es que ha sido suicidio) ni será el último que decide recortar su vida cuando queda en el apeadero, parece que debía extenderme, al menos, hasta aquí.

Creo que todos necesitamos para vivir una pequeñísima dosis de esperanza, que no desapareciera nunca de nuestro “disco duro”; pero eso no siempre es posible. La desesperanza real existe. Nadie puede, con 36 años, pensar que saltará nueve metros, pero la vida es mucho más, uno tiene que reinventar esperanzas, si sabe, y si no, debe aprender. Dada la importancia de la asignatura, deberíamos estar autoenseñándonos siempre.
Para eso está la conformidad, que es ajustar la vida a lo posible y amarlo. Amar la esperanza de que algo o alguien bueno aparecerá. Las religiones tienen tanto éxito porque trafican con la esperanza. Las religiones, con todos los matices que se quiera, son, por eso, buenas para una sociedad que quiera proteger la vida, porque actúan en el mercado de la esperanza ofreciendo el premio gordo: la inmortalidad en un paraíso o la reencarnación, y salvan a la mayoría.
Los que estamos solos en el mundo tenemos que resignarnos a esperanzas más materiales o  de menor calado espiritual. Aunque hay abismos; siempre surgen. La vida es dura y nos los presentará.
Para ello creo que es necesario saber aguantar la presión de la soledad, de la tristeza y de la desesperanza. Lo que se me ocurre es una receta homeopática, que es la que yo creo haber recibido. Que en la vida vayan apareciendo dosis no letales de soledad, tristeza y desesperanza. Con su superación empezamos a no temer tanto ya que la vida nos sitúe cerca del abismo y como Ulises, tendremos argumentos para amarrarnos y rechazar los cantos de las sirenas de la abulia que vienen de abajo, y seguir el viaje.

 Lo que es la esperanza: cuentan que algunos suicidas, los días antes de ejecutarse, están plácidos sin tensión, casi alegres, ¿Quién lo iba a pensar, con lo contento que se le veía? Pienso, en este caso que, habiendo decidido ya la salida, el propio fin les lleva a esperanzarse; por esa esperanza envenenada se iluminan. Sería posible aprovechar esa falsa esperanza, esa sonrisa pintada para la supervivencia. Seguro que mucha gente ha salido si alguien le ha echado una mano en ese preciso momento.

Claro que cada vida es un mundo. No existe ningún consejo ni receta definitivo, salvo que hay que aprender a gestionar la esperanza y la desesperanza.


En España se dice, aunque es polisémica la palabra “principios”, que “los gitanos no quieren buenos principios para sus hijos” soslayando la racista acepción moral de esa palabra para el refrán así entendido, yo casi siempre lo he oído en el sentido de la sabiduría,  que para manejar la vida, como cualquier herramienta, hay que tener ampollas y hacer un callo. (Y no debería haber terminado  en mi huerta, haciendo analogías con mis manos encallecidas, pero he visto que gustan más los escritos con foto una foto de soledad invernal y otra esperanzada de primaveral compañía para terminar)


        





lunes, 5 de mayo de 2014

LA MEMORIA INMEDIATA.

Ya he escrito en este tridiario que me aproximo al medio siglo. Cada vez son más inquietantes los ruidos internos, los incomprensibles insomnios, los olvidos inmediatos, las nubes en los ojos, la sordera... No quiero preocupar a nadie; pienso que son cosas de la edad. Además, si fuera africano ya habría muerto estadísticamente en casi todos los países.
Lo que más me preocupa, por momentos, es el olvido inmediato. Funciono con piloto automático; siempre apago el gas y vacío la cisterna, pero a veces, cuando bajo a la calle, me inquieto porque no recuerdo haberlo hecho. Alguna vez he vuelto a subir (tardeo mi tiempo y me cuesta: vivo en un cuarto piso sin ascensor) y todo estaba en orden, por eso, cuando me entran las dudas reafirmo mi confianza en que mi piloto automático lo habrá hecho, aunque yo no me acuerde. Espero que nunca me falle. (en cualquier caso, que no sea con el gas)
Por supuesto que olvido donde dejo las gafas, las llaves o la cartera. Lo del teléfono móvil tiene fácil arreglo llamándome con otro.
Lo más triste es la escritura: ahora me aguantan menos las ideas en la cabeza y eso hace que mi producción esté bajando en calidad y cantidad. Bien está si una idea me pilla, con tiempo, delante del ordenador, porque sale: todavía sale porque no escribo tan lento como para no atrapar la mayor parte de mis pensamientos. Pero si me pilla con las bolsas de la compra o conduciendo o sin un papel y bolígrafo a mano, sé que perderé la idea. Ya empiezo a obsesionarme con ello; mi experiencia me dicta que una vez perdidas, todas las ideas "geniales" son irrecuperables o cuando se recuperan no tienen "vis generativa".
No me quiero asustar, creo que es lo típico de un varón insomne de 50 años. Mi padre ya va a cumplir 77 y lleva muchos años dándole vueltas, asegurándose de que todo está bien cada vez que abandona la casa y todavía funciona más que aceptablemente.

Yo tengo buena memoria y mucha capacidad de relación de los recuerdos remotos. Aunque así les pasaba, mucho más acentuadamente, a mis viejos octogenarios y nonagenarios de la Guerra Civil. No sé si soy demasiado joven para que me empiece a pasar a mí.

Me quiero dar motivos para la tranquilidad. ¿Para qué si no se inventaron las agendas?, ¿y los pastilleros que usan los no tan viejos?.Es más:¿Para qué se inventó el orden? Lo siento pero ya incumplo (no es que lo haya olvidado) mi pretensión de no hablar siempre del huerto. Pierdo las herramientas, los guantes..., hasta la regadera me hace andar a vueltas.
Yo siempre he sido un desordenado; confiaba en mi memoria. Ahora creo que la solución será recurrir al orden, al método: cada cosa en su sitio. Todavía no lo hago bien, siempre me ha costado ser ordenado, y quizá tampoco me resigne a serlo, porque si me doy por "derrotado" tan fácilmente, no sé si terminaré por entontecer mi memoria inmediata.

viernes, 2 de mayo de 2014

EVASIÓN DE LA REALIDAD O PLURALISMO INTEGRISTA (2)

También hay gente (yo no soy así, pero he visto que la hay) que busca concienzudamente cargarse de "mala leche" por la mañana. Estar tenso, odiar al público, tener aceite hirviente preparado en las matacanas. Salir a la calle con anticuerpos, sabiendo que hay gente mala, grosera, tergiversadora, achuchadora de perros. Estoy pensando en el locutor Jiménez Losantos. Hay gente que le escucha porque odia con él, y hay gente que también lo hace para ver cuán odiosos pueden ser los ultraderechistas a los que él recarga de odio cada mañana.

Yo soy espectador de El Intermedio, programa de televisión de "La Sexta" y reconozco que a veces tergiversa y también puede inocular -no tanta- mala leche. Puede que haya gente que también les vea para extraer anticuerpos del odio de las izquierdas.

Concluyo: entre los seguidores de los programas políticos hay gente que busca la paz y  la concordia con los propios sentimientos, pero también hay gente que busca activarse la guerra.

Por eso -yéndome a otro lado- a los pacíficos nos cuesta creer que la que se está liando en Ucrania pueda llegar a ocurrir en Cataluña si se dan determinados pasos. Pero hay mucha gente que desayuna apaciguamiento con el odio público  y otros, excitación en ese mismo odio. Y los españoles (lección personal) sólo hablamos de política con quien sabemos que es de nuestra cuerda. (Quizá orbite en esa precaución la lección pública de la Guerra Civil).

Por seguir este deslabazado discurso, creo que el líder ruso Putin, cosecha, con sus amenazas y con su política de tensión,  muchos adeptos entre sus compatriotas. Inmediatamente pensé en los alemanes, cultos y musicales, (Goeebels se lamentaba en sus diarios de la destrucción de una iglesia con un retablo de Hans Meemling) porque creo que los alemanes, en general, abominaron de Hitler y toda su caterva, porque fueron perdedores, pero, mientras ganaron, estaban con ellos. La política de Puttin tendrá a la mayoría de los rusos detrás si es un bravucón y gana terrenos con pocos muertos, (y lo peor de todo es que, en estos casos, hay un cálculo de muertos admisibles) pero si se supera la cantidad de muertos admisibles o de pérdidas materiales, ya se pasa a la categoría de "perdedor".
¿Cuántos son los muertos admisibles en el  Ucrania-Rusia? ¿Cuántos serán los admisibles en el Cataluña-España?. Recuerdo vagamente que en la independencia de Lituania hubo muertos lituanos: mártires bien recompensados, supongo que los lituanos los dan por buenos, y los glorifican. Pero los rusos, perdedores de aquel envite, también habrán aprendido esa lección:
Pueden matar mucho más, que es admisible.


No sé lo que veremos próximamente, pero la historia muestra que en esa parte del mundo los muertos violentos siempre florecieron con la voracidad de la cizaña.