Había un dicho clásico para supervalorar este aparatito. Se decía de un pueblo de gente muy inteligente "El más tonto hace relojes".
No entiendo la alta consideración de los relojes caros de la actualidad: los futbolistas invierten su dinero en ellos y por eso las bandas de atracadores violentan sus chalés. En las grandes ciudades hay gente especializada en robar relojes de "alta gama", a punta de pistola y en moto. Deben de hacerse de titanio de platino, de oro, no entiendo emplear estos recursos minerales en algo tan sencillo y accesible como la hora.
Cuando mi padre se compró su reloj, lo tenían pocos los mozos de su pueblo. Un primo suyo se lo llevó a la mili, para que le hiciera compañía, para que pareciera más importante que los otros quintos que no lo tenían, o para no tener que preguntar y, al contrario ser preguntado y poder "dar la hora". El caso es que mi padre y él lo recordaban como un gran favor. En muchas fotos antiguas, a las que soy muy aficionado, se puede observar gente con posturas extrañas para que, disumuladamente, se le vea el reloj.
De esta época es esta delicia de Julio Cortázar:
https://www.youtube.com/watch?v=oxMZ129dnt8&t=7s
Vuelvo a mi estupefacción. Hoy todo el mundo suele llevar un teléfono móvil donde hay siempre "buena hora". En tiempos de mi lejana juventud se preguntaba ¿tiene usted buena hora? En esa época los relojes adelantaban o atrasaban, pero muchas veces se paraban si no se era constante dándoles cuerda periódicamente. Un regalo típico en la comunión era un reloj, conmigo no lo hicieron. La verdad es que los relojes "de comunión" eran baratos porque un niño de siete años no era la persona más adecuada para llevar algo caro en la muñeca. Había niños a los que solo les dejaban ponerse el reloj los domingos.
Recientemente escuché que la presidenta Boluarte de Perú tiene algún problema de corrupción por los relojes caros. No lo entiendo: será porque ya no existen relojerías, sino joyerías donde venden relojes.
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Nunca he entrado en una joyería. Mi padre siempre trabajó con metales, que eran tanto más valiosos según sirvieran mejor o peor para cortar o tallar piedra, segar mies, partir leña...
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