jueves, 27 de mayo de 2021

Mi primera dosis

 Escribí aquí que me vacunaría en cuanto me tocase y empecé ayer. Me correspondió a las 13 h. pero yo siempre lo he llamado la una de la tarde y, además, tampoco soy supersticioso. En la cola del pabellón deportivo había un tipo que se me quiso colar porque me senté en un lateral, pero no solo eso que le oí hablar por teléfono diciendo que le tocaba a la una y media. Cuestiones cívicas, con gente así, que quería acabar antes de su hora, se entorpece el servicio. Aunque dio igual, estaba bien organizado y solo esperé un cuarto de hora aparte de los cinco minutos con que llegué de adelanto. Otro cuarto de hora sentado por si acaso teníamos alguna reacción rara. No la hubo en mis compañeros de espera.

En cuanto al pinchazo ni me enteré, no me extraña que puedan poner los espías rusos una inyección al disidente de turno sin enterarse, las agujas deben ser de trompa de mosquito.

Por la tarde me eché siesta, todo normal como si nada. Por la noche sentí y todavía siento un leve dolor como agujetas abdominales, sobre todo si me toco o me rozo. Es una buena sensación para alguien que tiene un abdomen manifiestamente mejorable como yo, parece como si, al sentirlo, lo tuviera más musculado.

Por cierto, me pusieron Pfizer. Creo que es la más floja, tanto que vaticinan una tercera dosis de recuerdo para el año que viene. La sensación colectiva es de trabajo hecho, de descarga de preocupación, de comienzo de alivio, de optimismo. Eso percibí y eso siento, y de ese sentimiento tira a su favor el presidente del gobierno Sánchez, que va presumiendo por ahí de vacunas. Allá él, todos sabemos de donde vienen.

Dicen que la segunda dosis acarreará más molestias. Será el 15 de junio; ya os contaré.

lunes, 24 de mayo de 2021

Las naranjas, mi fruta preferida.

Quiero dar gracias a esta fruta, y a vivir en España donde son baratas y he podido disfrutarlas siempre que he querido.

Siempre he pensado, ya que fui engendrado aproximadamente en Nochebuena en plena temporada, que las moléculas de las que estuvo hecho el espermatozoide o el óvulo de los que provengo, vienen de una naranja que comieran mis padres.

Pero ahora en mayo no es temporada, por eso ya no compro más. Mi gusto no disfruta con naranjas a contratiempo, de cámara, desaborías.



Esta foto la hice a una naranja que me supo a Fanta de naranja. Desde chico las pelo con las manos, me vienen bien mis uñas y mis fortalecidos dedos de guitarrista; así reduzco al mínimo lo que llamábamos "el alimento" cuando éramos niños, es esa parte blanca que hace de transición entre la piel de ese color de nombre tan difícil de rimar y la sabrosa pulpa que estalla invadiendo el paladar con sus lágrimas de dulzura.

Mis favoritas son las recias naranjas de noviembre, pero me dejo llevar por su tornasol de sabores. Me pregunté al comer ésta ¿por qué no hay catadores de naranjas? Yo debería asignar una libreta para hacer un comentario gastronómico de cada pieza que como, lo merece tanto o más que el vino, aunque carezca de su glamur y de su precio.

Recuerdo de pequeño las que llamábamos naranjas de vino, la variedad "sanguina" que me dijo un frutero zamorano, que ya casi no se crían porque tienen menos valor comercial al ser mas pequeñas y tener pepitas.

He comido muchas veces la que consideraba mejor naranja del mundo cuando la estaba comiendo, pero nunca olvidaré las que comí directamente de un naranjo, en la mismísima gélida provincia de Ávila, en un valle dentro del Barranco de las Cinco Villas, en el término municipal de Cuevas del Valle.

Nunca he probado, ni probaré el caviar ni la langosta. Soy un hombre sencillo rendido a esta fruta, probablemente concausa de mi diabetes tipo B, pero "que me quiten lo bailao".

viernes, 21 de mayo de 2021

Lujos de la vista

 


Todos los que llegan a mi casa lo hacen jadeando, es un piso cuarto sin ascensor, pero antes de subir los cuatro pisos hay que ascender otro piso y medio más de donde se dejan los coches, aunque si se viene de la calle andando, no son menos de 10 pisos. Yo estoy entrenado, sin embargo lo que me deja sin aliento a veces es la vista.

Veréis,



Vivo en un pueblo que se creyó ciudad, antes viví de alquiler y ya disfruté y fotografié la Sierra de Francia.  Cuando elegimos el piso para comprar, la buscamos. Es mi vista favorita, aunque tengo más. Los asiduos ya lo sabéis.




Ya no la escondo más, es la Sierra de Francia. A sus pies está el pintoresco pueblo de La Alberca. Pero no es la sierra de Francia lo que me gusta, sino su envoltorio: El cielo.

Ya me lo dijo mi madre de pequeño: "si eres bueno irás al cielo"






y he sido bueno, así que aquí estoy














domingo, 16 de mayo de 2021

Necesito un trasplante de cerebro

 Hoy muchos informativos hablaban de que el Atlético de Madrid podía cantar el alirón, ganaría la liga si ganaba al Osasuna y el Real Madrid empataba o perdía contra el Bilbao.

Yo huyo racionalmente de esto: es una perdida de tiempo, pero como las sirenas a Ulises y a sus marineros, me llama.

Estaba oyendo mi programa de guitarra clásica a las siete de la tarde y de vez en cuando se metían interferencias en la sintonía: pálpitos de gol y narraciones futbolísticas, que me perturbaban. Como estaban poniendo una pieza que ya tengo en disco, me fui a la cocina a pinchar algo, y puse la otra radio siempre sintonizada en Radio Nacional, en ese momento uno del Atlético metió un gol de cabeza. En ese momento el Real Madrid estaba empatado y la liga era nuestra, pero anularon el gol. Poco después acabó mi programa de guitarra y cambié el dial a ver como iba la cosa.: El Madrid acababa de marcar y entonces se ponía líder. A ver quien aguanta a mi compañero de trabajo que últimamente me espeta que pagamos veinte millones a Simeone. Entonces metieron un gol al Atlético. La catástrofe; quedaban 15 minutos.

Apagué la radio y me fui a tocar la guitarra. tenía la murga en la cabeza con la frase de que "perdemos como nadie". 

Me concentré en la música y fui feliz con ella, es femenina, me encanta, la amo.

Pero media hora más tarde mi ansia de saber masculina me llevó a encender la radio. Con miedo, buscando esperancillas; por lo menos Nadal había ganado, pero ya la noticia del fútbol no estaba en primer plano. Tardé bastantes minutos en saber que el Atlético había dado la vuelta a la tortilla. Ahora era otra vez feliz. Seguimos líderes. Sé que voy a pasar la noche con esa estúpida sensación, muy diferente a si hubiera pasado lo de casi siempre.

Queda una jornada y somos todavía capaces de perder la liga. Lo sé. Pero yo me esconderé, me iré al huerto, no quiero saber nada. No quiero ponerme feliz, ni triste, no quiero.

Mi padre es del Atlético, muchos de mis amigos de toda la vida también lo son, hasta Joaquín Sabina, y empatizo con él en esto. Dicen que uno puede cambiar de todo menos de colores de equipo, en mi caso es verdad, aunque odie el fútbol y todas sus pompas y vanidades.

Por eso pido un trasplante. No quiero sufrir.

lunes, 10 de mayo de 2021

El juicio de los tiempos

Cambia, todo cambia empieza diciendo la canción de Julio Numhauser que cantaba Mercedes Sosa. Probablemente dentro de unos años consideraremos como uno de los peores crímenes de la actualidad (el maltrato animal), al que saque a pasear al perrito sin su chaleco de lana en invierno. Y puede que lo vea yo, que he visto hacer de todo a los perros en mi pueblo natal, de todo menos comprarles comida.

Hace poco un amigo colombiano que no es indio del todo, escribía lo mal que hicieron los españoles en América en el siglo XVI, genocidio puede llamarse más propiamente lo que hicieron los del Norte en el XIX, pero todo se entendió en su contexto, como el que los soldados de la racional revolución francesa que invadieran violando y saqueando todo lo violable y saqueable desde España hasta Moscú, porque en la guerra valía todo y porque los soldados mantenían  la moral a base de violaciones y el estómago a base de saqueos.

Hoy sería insoportable que los americanos que invadieron Irak o Afganistán saquearan a la población para comer o para pagarse la soldada. Aunque toda la historia fue de la otra manera. En un documental sobre Italia oí que muchos sicilianos son rubios y con ojos azules porque hubo frecuentes invasiones de vikingos.

No sé como se vería en su día que el profesor de francés Antonio Machado de treinta y tantos se enamorara de una chica de catorce, Leonor Izquierdo y que los padres la casaran a los 16 con el poeta. De pederasta para arriba. 

Hoy estoy leyendo Amor y Pedagogía de Unamuno y en su introducción biográfica llama la atención a mis ojos actuales que a pesar de estar desterrado en Fuerteventura y exiliado en París y Bayona, tuvo ocho hijos con la misma mujer, que vida más coneja de maternidades la de la señora, aunque una de mis bisabuelas coetáneas del famoso Rector de la Universidad de Salamanca, de nombre Basilisa, parió 22, muchos de repuesto, porque solo le sobrevivieron cuatro. 

La mayoría de las biznietas han tenido uno o ninguno; alguna dos.

Supongo que en algún tiempo preocupó la explosión demográfica de la raza española. Ahora nos extinguimos, como el nombre Basilisa.

martes, 4 de mayo de 2021

TRISTE VERIFICACIÓN

Hace unos pocos días en un país de África que yo ahora mismo no sé situar, mataron a dos periodistas españoles. Ellos o sobre todo el que ponía la cara en televisión, David Beriain, se jugaban la vida en escenarios o situaciones violentas.  Ostensiblemente. Yo vi alguna vez algún programa de él, y daba miedo donde se metía, tampoco contaba nada que no se supiera, lo que pasa es que lo hacía desde la mismísima boca del lobo. 

A mí eso no me gusta, todos debemos ser responsables de nuestra vida, porque la vida de todos es importante  para la comunidad, para el mundo del que formamos parte. La prueba son los homenajes hechos, creo que el gobierno de España les ha condecorado al mérito civil, aunque mandaron a gastar combustible un avión militar. Tampoco me parece bien.

Hay mucha gente que se juega la vida para decirlo, porque luce su virilidad, yo tampoco puedo ver como lanzan cuchillos a alguien, mi madre pegaba tremendos chillidos cada vez que en el telediario cogían a un torero, me resultan odiosos los que suben gateando a altísimos edificios para hacerse una foto o un video y presumir de ello, (o cobrar por ser vistos mediante la publicidad), pero no, yo creo que no lo hacen por cobrar, es por ostentar virilidad. Lo mismo sucede a los que ascienden ochomiles escalan con hielo, bucean a pulmón libre, se tiran con unas alas pegadas al cuerpo...

Yo no confundo temeridad con mérito. La vida es el único regalo y todos debemos cuidarla: ahora, por ejemplo, nos obligan a llevar mascarilla y otras cosas.

La verdad es que yo pensaba que había truco en los reportajes de David Beriain, los malos debían estar amaestrados, habría un pacto. Pero no; la prueba de que se jugaban la vida de verdad  ha sido su muerte.

Yo lo lamento, pero ni aplaudo, ni me parecen un buen ejemplo de nada las personas temerarias, así que procuro no fomentar esas prácticas dándoles audiencia, por eso no pongo foto de ellos.