Quien nos cae bien a nosotros es bueno; quien nos cae mal es malo. Hace poco escribí aquí, sin saberlo pero sospechándolo, que la Amazonía estaría peor hoy que con Bolsonaro. No tengo ninguna duda de las maldades de Bolsonaro, pero alguna bondad tendrá para muchos brasileños si que tuvieron que unirse todos los demás partidos contra él y aun así le derrotaron por los pelos.
Otra cosa es pensar que Lula iba a comenzar la restauración ecológica de la Amazonía, como se decía por aquí; o, siendo menos ambiciosos, a parar su destrucción como pulmón de oxígeno y reservorio biológico del mundo. Parece que no, que no puede o no quiere, según Luis Pancorbo que conoce bien la Amazonía y a los yanomamis desde hace bastantes décadas no le dejan, aunque no le culpa de ello. Pero le salva. Le pasa como a Pedro Sánchez que gobierna solo para quien le mandamás, y lo que prometieron Pedro y Lula es humo de pajas.
(No quiero ninguna de las dos cosas, pero prefiero que se independice Cataluña a que la Amazonía se transforme en un vergel de maiz y soja transgénica y ganadería extensiva)
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