Quiero declarar que para mí era muy importante comer chorizo o chocolate, y helados o cerveza en verano, pero éste he prescindido de estos alimentos ya durante un mes. Con ayuda de ejercicio y una dieta mesurada, he reducido 6 kilos entrando en la normalidad de los parámetros. Puedo, a partir de ahora, decir adiós y gracias a las medicinas que han eliminado los triglicéridos que me acosaban.
No he seguido a fondo el movimiento de los indignados. Pero como a ellos, me indigna el salario anual de la señora que ahora preside el Fondo Monetario Internacional, que es de más de 450.000 euros anuales.
Pero más me indigna es algo más cercano e importante para los españoles: muchos conocidos y desconocidos jugadores de fútbol y algunos entrenadores ganen en España, ese país de 5 millones de parados, de hipotecados a punto de ser echados de su casa, de padres avalistas de gilipuertas hipotecados, también a punto de perder su casa... de negocios cerrados, jornaleros sin jornal, funcionarios sin función...
Hay futbolistas que ganan 6 millones de euros, y más.
La situación económica es grave, pero nadie en España reniega del fútbol como, de sus pompas y vanidades. Es un trastorno bipolar: el próximo Real Madrid-Barcelona llenará, hasta la bandera, un estadio de 100.000 personas, aunque las entradas cuesten cien euros de media (y aún habrá gente que pague 300 o más en la reventa). Es indignante; notoriamente indignante.
No me voy a indignar con los jugadores que cobran todo lo que pueden y, si están en racha, se los rifan para ganar más. Además, ellos no son indignados de nada, sólo a veces declaran sentirse “poco valorados” y les suben el sueldo. ¡Qué desvergüenza!
Ni siquiera me indigno contra los dirigentes del fútbol que tampoco son indignados y que gastan esos dineros para mantener a esos asalariados multimillonarios porque si no, no ganan títulos o bajan a segunda división.
Yo me indigno contra el pueblo llano que paraliza el país y no habla de otra cosa que del fútbol, yo me indigno contra el estúpido asalariado que gana 700 euros al mes y le regala una camiseta de Cristiano Ronaldo o de Messi, o de Iniesta, a su hijo por su cumpleaños, y paga 70 u 80 euros por ella. Me indigno contra nuestros medios de comunicación privados o públicos, que hablan tanto de “eso” durante los nueve meses que dura la liga, más sus postrimerías y antecedentes.
Yo propongo que para salir de la crisis, pongamos a España a dieta de fútbol durante un año. Pongámonos frente a frente con nuestra propia realidad, sin drogas duras que nos distraigan. Se puede vivir, yo he resistido sin chorizo, sin chocolate, sin helados y sin cerveza mes y medio. Se puede, y ha sido muy pedagógico para mí.
Abandonemos la frivolidad del fútbol, sólo un año, nuestra moral lo agradecerá.
POR TANTO:
Desde aquí me atrevo a incitar a que os manifestéis a la puerta de los estadios, afeando y ridiculizando a los insolidarios que mantienen ese espectáculo. Sé que será duro pero alguien debería demostrar que el nuestro es el país de Don Quijote.
Pero se pueden tomar una actitud cosas más sencilla: autoprohibirnos hablar de fútbol, comprometernos a cambiar de conversación con un contundente sermón pedagógico a quien la proponga, proclamando las cifras de la indignación.