Los revolucionarios de Villarejo del Valle hababan francés.
Juan Tenaguillo Cano era natural de Villarejo del Valle y, al igual que Máximo “Brazoyerro” e Isidoro “Pijeta” Rey, hablaba francés: así lo dice su ficha del Archivo de Salamanca.
Para explicar este conocimiento sólo se me ocurre que Juan Tenaguillo también hubiera sido emigrante en Francia (en aquellos tiempos no había disponibilidad ni medios para aprender idiomas extranjeros, salvo para las clases muy altas). Lo siguiente es relacionar que de los emigrados a Francia -lo hemos visto con frecuencia en nuestro valle- llegaba izquierdismo o el deseo de emular la prosperidad social vivida o vista al otro lado de los Pirineos.
Juan Tenaguillo Cano, hijo de Antonio y Antolina, volvería de Francia, pero no regresó al Barranco de las Cinco Villas sino a establecerse en Rosas (Gerona) o Roses (Girona). Allí, el 18 de abril de 1930, se afilia a la CNT. En esa localidad marítima tiene la profesión de contador (supongo que un trabajo administrativo relacionado con la pesca) y en 1932 organiza el Sindicato de Pescadores y Oficios varios, encuadrándolo en la CNT. Tiene madera de líder y “toma parte activa en todos los actos revolucionarios ocurridos en dicha población”. Su ídolos Durruti, Ascaso, García Oliver..., habían formado en los años 20 un subgrupo llamado “los Solidarios” y Juan, en los 30, creó su subgrupo revolucionario al que llamó con el significante nombre de “Asturias”.
En los primeros días de la sublevación de los nacionales, Tenaguillo se hace con el poder en Rosas. Controlada la situación, a los 3 ó 4 días, marcha a Barcelona. Como Juan ha demostrado ser un líder y en ese momento se está improvisando un ejército formado por los pocos militares profesionales que quedaron leales a la república y la masa obrera que está recibiendo armas, es elegido, supongo que en asamblea o designado por la CNT, Comisario de Guerra. Este es un tipo de "institución" que se dio en la revolución rusa, y se dará en la española:
En el periódico “La Verdad” del 27 de enero de 1937 se dice que el Comisario es el alma de la unidad de combate, su instructor, su agitador, su propagandista (...) Es siempre, o debe ser siempre, el mejor, el más inteligente, el más capaz. Tiene la obligación de ocuparse de todo y enterarse de todo. Tiene que interesarse por el estómago, el corazón y el cerebro del soldado del pueblo. Tiene el deber de acompañarle desde el momento en que se alista y recibe su instrucción, hasta que parte para el frente y regresa de él; tiene la obligación de interesarse por sus comidas, sus horas de sueño, su educación y su modo de luchar. Debe comprobar que sus necesidades políticas, económicas y artísticas han sido satisfechas.
Hasta necesidades artísticas: los comisarios políticos, como actualmente los sindicalistas liberados, tienen mala prensa, sobre todo para el bando nacional triunfador, que estaba bien dotado del fundamental componente militar. Ellos tenían otro tipo de comisarios: los capellanes, a quienes llamaban “páter”. Lo cierto es que en ninguna guerra, en las que hay que tomar decisiones rápidas y arriesgadas convirtiendo a los soldados en peones de ajedrez que puede que haya sacrificar, o poner en mayor peligro de sacrificio, es conveniente un sindicalista supervisando y aprobando cada avance o retroceso. La táctica y la estrategia son asuntos profesionales de los militares, no de aficionados inexpertos por muy líderes naturales que sean.
Lo que fue muy cierto es que en los primeros momentos de la guerra han sido las masas y no los militares leales, los que han tomado el control de las ciudades. Ellas han vencido a los militares que se sublevaron y no terminan de fiarse de estos otros militares que no se han sublevado. Dentro de las vicisitudes que pueda haber tras un golpe de estado fallido como lo fue en Barcelona, no carece de lógica introducir mandos revolucionarios que estén vigilando a los militares y evitando que se trate a los soldados como a peones de ajedrez.
Aunque esto, como se vio, no funcionó. Otra causa de su fracaso fue el que, en muchos caos, ya que las organizaciones políticas, (muchas de ellas revolucionarias) tenían poder y armas, quisieron hacer la revolución antes o simultáneamente a ganar la guerra.
Se hace necesario que el encargado de realizar tan alta misión, imprescindible para el logro de la victoria, demuestre constantemente una serenidad de espíritu, una seguridad en el triunfo y unas dotes persuasivas tales que de manera perenne sea ejemplo y guía de las fuerzas armadas. Hay que recordar continuamente a los hombres en armas cuál es el contenido político-social del conglomerado antifascista.
Como se trata principalmente de llevar a efecto una labor político-social encaminada a mantener la moral de las tropas combatientes en el nivel necesario para la eficacia de su acción combativa, es preciso que en todo instante dichos Comisarios delegados ejerzan sobre los hombres armados que se encuentren dentro del radio de su jurisdicción una influencia moral decisiva, que ha de tener sus fundamentos en la conducta político-sindical y hasta en la privada de la persona del Comisario delegado.
Juan Tenaguillo Cano fue comisario de la Brigada Ascaso. Fue una brigada anarquista. Es fácil suponer que tomada Barcelona por las masas obreras, estas quieran conquistar Cataluña, Aragón, España, hacer la revolución mundial..., y dentro de esta guerra de juguete que creían haber ganado tan rápidamente, los comunistas se irán con los comunistas, los anarquistas se irán con los anarquistas, y los catalanistas con los catalanistas, según la apetencia de cada cual. Juan Tenaguillo es militante de la CNT desde 1930, y se encuadra como comisario de una brigada anarquista: La "Ascaso".
Francisco Ascaso viene a ser el compañero en segundo plano del prototipo de revolucionario cenetista, Buenaventura Durruti; como Federico Engels lo es de Carlos Marx , o Raúl Castro o el Che Guevara lo fueron de Fidel Castro.
Francisco Ascaso murió el 19 de julio de 1936 en la toma de un cuartel de las Atarazanas de Barcelona y Buenaventura Durruti en noviembre en la Ciudad Universitaria de Madrid. El preferido para los anarquistas indudablemente es Durruti. Puede que Juan Tenaguillo tuviera que conformarse con poner el nombre de un segundón a su batallón o puede que cuando lo bautizaron aún no hubiera muerto Durruti, y el héroe-mártir fuera entonces únicamente Ascaso.
De cualquier manera, la división Ascaso se situó en el frente de Huesca, un lugar donde no se produjeron sangrientas batallas, un “frente tranquilo” en el que, al no haber tiros a mansalva, se hacía propicio para que se produjeran deserciones ideológicas, lo que se llama “pasarse al enemigo”.
En el centro documental de la Memoria de Salamanca hay abundantísima documentación sobre las declaraciones que los responsables de la Brigada Ascaso tomaban a los que cruzaban las líneas. A pesar de que de muchos de los que “se pasaban” se consigna que no traen información relevante, he copiado (al azar, porque no me ha dado tiempo a verlas todas), algunas, como botón de muestra.
Lo que más interesa es cuánta gente armada hay enfrente, qué tipo de cañones tienen y cómo andan de moral. Las respuestas a esto último son que los nacionales andaban “de capa caída”. No voy a pensar que los transcriptores mintieran, ya que se trata de documentos secretos, ni tampoco que mintieran adrede los declarantes, sino que por su ideología estaban persuadidos de que las cosas eran así; si no, a pesar de las ideas, ¿quién se pasaría al bando perdedor a sufrir, a morir y a, caso de sobrevivir, ser castigado más duramente por haber traicionado de manera deliberada y expresa a los ganadores?
Lo que sucede es que cuando a uno no le gusta algo, a la hora de interpretar lo que percibe, magnifica sus defectos y minimiza sus virtudes, y esta distorsión de la realidad es mayor cuanto más ideologizada esté la persona. Veamos algunos:
17 de febrero de 1937
Desde la toma de Málaga se ha elevado la moral de las tropas pues antes la tenían bastante decaída. Cuando la caída de esta capital hicieron bastantes fiestas de júbilo la población civil y militar. El mando lo ejercen los militares y a los falangistas los tienen como algo secundario, de hecho están suprimidos, visten uniforme y no los dejan llevar insignia alguna.
En Huesca los rebeldes tienes 10.000 a 12.000 soldados. Entre la Central Eléctrica y los salesianos tienen emplazadas dos piezas de 15,5. En La Catedral hay una emisora y una ametralladora antiaérea, como polvorines habilitan la Catedral, la Asunción. Supongo que esto no es algo cierto, sino rumores, quizá el que se ha pasado desea, dentro de lo iconoclasta de los anarquistas que bombardeen la Catedral.
Otro dice:
En Huesca hay 8.000 soldados y lo sabe “a punto fijo” porque tenía un amigo en intendencia de donde salen todos los días este número de raciones.
Tienen 5 autos blindados preparados en las distintas salidas.
En la entrada al manicomio hay una trampa para tanques.
En Huesca el polvorín lo tienen en los sótanos del Banco de Aragón .
Otro que se ha pasado con un fusil italiano 100 cartuchos, un machete italiano y dos pistolas una del 6,3 y otra del 9 largo (esto se llama pasarse con armas y bagagajes al enemigo) dice:
Calculo que hay 40.000 italianos porque los vio desembarcar en Cádiz. ¿Cómo se cuentan 40.000 personas, cuánto tiempo, cuántos barcos tardan en desembarcar? Puede que acertara, pero ¿qué iba a pensar si estaba rodeado de italianos y de armas italianas?
Relata que continúan llegando hasta Ayerbe por ferrocarril los comestibles, la gasolina, las municiones etc. Luego los trasladan a Huesca en camiones.
Dicen que el jefe de las facciosos en Aragón es el General Ponte y Manso de Zúñiga, que perdió un brazo luchando en el frente de Toledo. En el pueblo de Plasencia del Monte tienen descansando de reserva una compañía de soldados.
T. Aznar es uno de los destacados falangistas del pueblo de Uncastillo.
En el Castillo de Belche hay 45 hombres, en el Mondo 60 y en la Terraza 70, todos de falange,
Todas estas informaciones son recogidas y se supone que deberán servir para preparar o descartar ofensivas por un punto u otro del frente. Pero, como se ve, son muy dispares y no es impensable que se esté colando contrainformación.
Me hace mucha gracia este detalle de la guerra de Gila, inimaginable en una guerra que no sea civil: una guerra entre conocidos que se vocean, que se insultan:
Ignora si los personajes facciosos tienen motes, -qué arma de desmoralización que desde a otra trinchera griten al teniente nacional “marianita” o “sapogordo” y sepan el mentado y sus soldados que es su mote verdadero y que, además, le molesta mucho: quizá fuera peor que lanzarles cerca diez granadas de mano.
Ignora si en las diferentes organizaciones facciosas se han registrado luchas.
Pero otro declara:
Hay discrepancias entre Falange y Requeté. Falange manda más, pero los requetés luchan con más entusiasmo.
Los oficiales y jefes no son creídos por los soldados en sus discursos de que ellos ganarán la guerra. Es de suponer que mucho más sucedería en los republicanos, que sólo hicieron que retroceder. Pero los nacionales anunciaron en alguna ocasión la toma de Madrid y también es posible que para incentivarlos en su empeño les dirían que para navidades estaríamos ya todos en casa, lo que nunca terminaba de suceder. Es célebre la frase de que “en las guerras la primera víctima es la verdad”.
Hay algún alemán en artillería.
Nuestra propaganda es escuchada con gran interés.
Dicen que los billetes de nueva emisión de Burgos 5, 10, 25 y 50 pts. tienen mala acogida y la gente procura desprenderse de ellos.
Lo que sí sucedió al final de la guerra fue que mucho dinero del que manejaban los republicanos no tuvo valor. Las autoridades franquistas no lo reconocieron y muchas personas fueron timadas por los espabilados de turno al cambiarles dinero que iba a valer por otro que al final sólo fue papel. Hubiera sucedido al revés en el caso de la victoria republicana.
Volvamos al comisario Juan Tenaguillo. Este es el “argumentario” oficial que se le proporcionaba:
Los que luchan defienden su libertad política y el bienestar económico de sí mismos y de sus familiares. Es preferible morir defendiendo las libertades políticas y económicas que para las clases trabajadoras y democráticas del país representa la organización del Estado republicano, que vivir esclavizados dentro de un sistema de gobierno autocrático como el que representan las pretensiones de la rebelión que combatimos; aparte de que todos aquellos trabajadores encuadrados en organizaciones sindicales sufrirían una muerte cierta en el caso hipotético de invasión por parte del enemigo de las ciudades y poblaciones que controla el Gobierno legítimo de la República, como ha ocurrido en las que se hallan actualmente en poder de los rebeldes, donde no sólo fueron fusilados miles de trabajadores socialistas, comunistas, anarquistas y republicanos, sino que la furia vengativa de la reacción ha llegado hasta la persecución de las mujeres y los hijos de quienes sienten impulsos políticos Y sociales en pugna con el fascismo. También conviene convencer a los trabajadores que defienden con sus vidas el régimen republicano de que, al término de la guerra, la organización del Estado sufrirá una profunda modificación: se irá a una estructura distinta de la presente en lo social, en lo económico y en lo jurídico. Todo ello en beneficio de la clase trabajadora. Tales conceptos habrá de procurarse imbuirlos en el ánimo de la tropa por medio de ejemplos sencillos y simplistas.
A medida que se va organizando el ejército, (se ha creado una Escuela Popular de Guerra y una estructura militar, aunque inexperta, ya digna de ese nombre) se limita el poder de los comisarios, para que puedan cumplir con estas disposiciones legales (1).
Juan Tenaguillo, de 42 años, olvidado el nombre anarquista que fue el guía de su división 28, es encuadrado en la Brigada 125, en el cuerpo XXI de ejército. Su nombre encabeza una lista, de un papel que he tenido en mis manos. Está recomendado por los camaradas Jover y Vivancos. En Agosto de 1936 le reconocen su categoría de comisario en el Boletín Oficial, con una antigüedad desde agosto de 1936.
La trayectoria de la Brigada 125, como la de todas las republicanas, es de derrotas consecutivas. Lucha en algunos frentes de levante y participa en la última ofensiva en la zona de Castuera en Badajoz que intentaba llegar a la frontera con Portugal y partir la zona nacional en dos con el único fin de ganar tiempo porque barruntaban que la guerra mundial era inminente. La Brigada 125 está diezmada y ya no puede participar plenamente, va de reserva.
No vuelvo a saber nada de Juan Tenaguillo Cano. Si murió en combate, lo desconocemos. Si salió para el exilio no hemos hallado nada de él: puede ser un anónimo exterminado en Mathausen-Gusen o en alguno de los frentes de la segunda guerra mundial y si fue capturado, lo más probable es que fuera fusilado, como poco, encarcelado, pero no hemos encontrado su nombre en los listados que hay en internet. A ver si esta botella con mensaje, lanzada a ese mar telemático, logra que apareciera un familiar o descendiente a contarnos como fue la vida de Juan Tenaguillo Cano, el comisario que nació en Villarejo.
PD. Ayer mismo, descubrí que otro Barranqueño, llamado Zoilio Navarro Arnesto, natural de Mombeltrán, fue propuesto el 31 de diciembre de 1938 para el comisariado de la 40 Brigada Mixta, cuando esto se publique estaré en el Archivo investigando este último sorprendente detalle.