lunes, 30 de diciembre de 2019

Zola Amor Roma

Estoy de nuevo en Roma, me compré este viaje de Emile Zola hace un mes por un euro, forma parte de una trilogía Lourdes, Roma, París, de este autor. Dejé sin comprar Lourdes porque no me interesa el sitio y eso que estuvieron bien cerca las ruedas de mi coche de él. Pero un descarado negocio milagrero no le seduce a un descreído como yo, habiendo otros lugares razonablemente humanos que ver, no debo querer apoyar la existencia de fábricas de milagros con mi presencia, ni si quiera a título de exploración sociológica. El libro de París no lo vi. Ordinariamente amo a París tanto como a Roma, pero mi presencia en la ciudad eterna por esta lectura hace que mi actual amor por Roma supere lo ordinario.

Camino por Roma desde la Estación Termini que es de donde parte el protagonista de la obra de Zola, el mismo lugar aproximado donde estaba mi hotel, de donde partimos a conquistar la urbe. He visto el mármol travertino del que están hechos unos soportales que conducen al centro más centro donde llegan todos los caminos, aunque sinceramente no sé bien cual sea el centro de Roma, puede que el Coliseo, pero me parece poco céntrico y le falta la mitad; además es más bonito por fuera que por dentro; el monumento a Vittorio  Emmanuel, la tarta de Merengue o la Máquina de escribir, no, es demasiado nuevo, quizá no estaba terminado en 1896 cuando Zola publica este libro porque no lo ha mencionado hasta ahora y llamativo es mucho, El Foro tampoco, demasiado viejo y roto, puede que el centro sea la Fontana de Trevi demasiado Feliniano y demasiadas tres monedas arrojadas; o las escaleras de la Plaza de España, demasiado Audry Herpbum, o Plaza Navona, demasiado sensual, o la Plaza de San Pedro demasiado católico, o el puente San Angelo, no, un puente no, para mí el centro es el Panteón, el edificio más especial donde yo haya entrado en mi vida, uno de los centros de la Roma eterna y de todo el mundo que aspiro a conocer. Pienso ahora que el centro pueda ser la piedra agujereada donde se evacúa la lluvia que se cuela por el ojo del Panteón. Pero sinceramente concluyo que el centro es la luz que entra por ese ojo, una luz irreal, inasible, maravillosa.

Un abate francés de nombre Pedro Forment nos va contando con deleite las partes de Roma, las termas de Caracalla, las catacumbas de la Vía Appia, los mismos pasos que dimos nosotros en 2014, la tumba de Cecilia Metela y la vuelta a las murallas, ¡qué paseo más ilustrativo dimos aquella tarde!

Volver a ver lo mismo de la mano de un gran escritor enamorado de esta ciudad es otro viaje. Solo el idioma castellano ha hecho justicia al lugar de donde viene nuestra cultura con la suprema palabra "amor" que es leída al revés lo mismo que nuestra madre Roma.

A veces la vida parece sórdida, como que no mereciera la pena, pero cuando uno recuerda esos nombres Roma, Granada, Ronda, Burdeos, Sevilla, Oyambre, Santiago, Úbeda, Sanabria, Uclés, Barcelona, Roncesvalles, Salamanca, París.... y todo el perfume de grandeza y ciudadanía de amor al arte, de arte vivo y arte de vivir, se refuerza en la gracia que tiene este paseo por el mundo a que me  han invitado décadas de salud, de vida y de poder económico para pagar billetes o rellenar el depósito de gasolina. El pequeño mundo que voy a ver yo es muy hermoso y está hecho con Amor y con Roma.

La novela que transito por su mitad (voy por la página 225 y tiene 450) también cuenta con pasmo y dolor la burbuja inmobiliaria que sufrió Roma recién nombrada capital de Italia: toda la especulación y el estallido que sucedió en aquel momento, igual que en España hace unos años. Parece mentira lo bueno que hubiera sido para los españoles leer este libro en el año dos mil. Siempre es bueno volver a Roma, a aprender.


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Otro descubrimiento: el Bach de Juan Carlos Rivera Pellecín

A buenas horas descubro este disco grabado en 1998 ¿verdad?. Pues sí, nunca es tarde para redescubrir a Bach. Yo toco a Bach desde 1986 y creo que antes ya lo consideraba el Himalaya de los músicos; la comparación es de Andrés Segovia y yo creo que la comparten el 80% de los músicos y el 50% de los aficionados que hayan oído un poco de música clásica.
Y yo voy y lo redescubro esta tarde de 18 de diciembre que me he quedado en casa asustado por los resoplidos y la lluvia racheada de la borrasca "Elsa". Se trata de tres transcripciones de sus famosérrimas suites para violoncello solo BWV 1007 (hiperfamosérrima) 1008, y 1009, Vaya descubrimiento, las tengo en la versión de Pablo Casals de finales de los años 30, las tengo en la versión de Yo yo ma, y otros, grabadas de la radio, y en CD la de Jaap Ter Linden también  y las he escuchado en decenas de versiones radiofónicas de muchos intérpretes, y también  para guitarra que es mi instrumento, incluso me sé de memoria, he interpretado y leído algunas partes de ellas en las transcripciones para guitarra que hay.

Pero la versión de este intérprete de cuerda pulsada es soberbia y diferente. Cálida y profunda a la vez. Es una aportación que ya me maravilló en mi primera audición cuando compré este disco de segunda mano, ¿qué idiota se desprendió de esta joya?


Hoy lo he escuchado después de un disco de uno de los más grandes guitarristas del siglo XX, el australiano John Williams, que siempre me ha encantado en todo y también en su Bach, pero como quería más, recordé que este Juan Carlos Rivera ya me dio "algo más". Hoy me he dado cuenta de que llena: un instrumento de 14 cuerdas generalmente llena más que uno de seis, pero es que no solo llena sino que está muy bien tocada, y este hombre es andaluz, sevillano, ¿Cuántas guitarras por casa habrá en Sevilla? bueno pues este tío se manda hacer un Chitarrone, que es una especie de Laúd con algunas cuerdas resonantes por arriba, nos explica por qué hace lo que hace y el disco después  nos pluscuamconvence. A mi me ha acertado de lleno.
No voy a decir que este Bach suene mejor en esta versión que en ninguna, esto es muchísimo decir, y siempre es prematuro pronunciarse en caliente,  estoy ahora mismo disfrutando la grabación de 2006 de este desconocido Jaap Ter Linden en el violoncello y me estoy reenamorando de la versión original, con Bach siempre me pasa, pero quiero declarar antes de que se me pase que  me ha parecido inteligente es escuchar la versión del sevillano del guitarrón en otra tonalidad más alta, y sobre todo, no empezar con la suite 1007 y con su famosísimo preludio, reconocibilísima música favorita de Gabriel García Márquez y de cien mil personas más. El hecho de que te cuenten a Bach de otra manera en otro orden y te hagan volar el alma con sus voces con tanto cariño y arte reenamora, es como descubrir un nuevo paisaje, ¿Y si hubiera varios Himalayas?

domingo, 15 de diciembre de 2019

Se van de la fiesta.

Siempre que alguien se marcha de una reunión deja a los demás un poco planchados. Definitivamente toca Brexit, lo siento. Mi sentimiento es porque soy europeo y me gusta que Europa sea una parte importante y representativa en la escena mundial y sin los británicos lo somos menos.

En parte la propaganda popular que se usó era supremacista, "nosotros somos mejores que ellos", cabezona, dirigida a las tripas de las clases bajas. Eso es cierto si creo en algunas noticias que lo afirmaron, porque yo nunca estuve allí. El caso es que son diferentes, conducen por la izquierda, gastan más que nadie en el fútbol, y como han ganado todas las guerras, tienen una autoestima envidiable. Además el idioma más hablado, después del chino, es el inglés.

Hay quien dice que quienes van a perder más son los británicos. Ellos piensan que no, ya se verá. Mi experiencia de observador es que los divorcios son caros, porque se terminan muchas economías de escala; pero ¿y lo a gusto que se queda la gente?

Los que queremos seguir siendo parte de algo significativo en el mundo, que se oiga frente a la emergencia asiática y la prepotencia de Estados Unidos, tenemos que apretar los dientes y pedalear, porque ahora somos menos, aunque puede que también mejor avenidos.
Hay que tratar de ver los sucesos inevitables como una oportunidad.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Las luces navideñas funden los glaciares.

Recientemente disputaban las ciudades de Vigo, Madrid y Málaga por ser las más y mejor reiluminadas de navidad; esas luces que llaman al consumo, al paseo, a la fotografía, pero también a los desplazamientos turísticos: dicen que hay gente que se ha marchado hasta Vigo para ver como gastan artísticamente energía eléctrica, obtenida una parte quemando gas natural, carbón, gas oíl o nuclear. Vigo es una próspera ciudad industrial y puede pagarlo; sus comerciantes están contentos con el dispendio y sus vecinos presumen e invitan a sus amistades para presumir más, y las otras ciudades que no quieren ser menos para el otro año....., en España pasa esto ¿verdad?

¿Y si tuviéramos un poco de conciencia de que el planeta está en la UVI y que no solo no podemos seguir emitiendo más CO2, sino que tendríamos que capturar y almacenar buena parte de lo que hemos emitido la especia humana desde la revolución industrial?

Reivindico a los aguafiestas.
Sé que hay más cosas nocivas pero, de momento organicemos una protesta ciudadana contra las luces navideñas, podrían unírsenos los animalistas, porque seguro que las luces navideñas matan más focas y osos polares que toros las corridas de toros.

Pero esto no vende. Ya lo sé.

martes, 10 de diciembre de 2019

Método Kennedy

Con motivo de  la cumbre del clima entrevistan a muchos que declaran que al mundo sobrecalentado deben salvarlo los estados, las leyes, las sanciones, la investigación... en resumen: que lo salven otros, que nosotros no somos culpables.


Llamo el método kennedy a "no te preguntes qué puede hacer el estado por el clima, pregúntate que puedes hacer tú por el clima".

Respuesta: usa menos el coche, pon menos la calefacción, compra menos cosas fabricadas más cerca y que contengan menos envases; y además da ejemplo de todo ello.

Así, en tus manos, en nuestras manos de ciudadanos de a pie, está, por lo menos, la mitad de la salvación del planeta.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Un cantautor poco oído.

Anoche tuvimos en el teatro de Béjar a Luis Pastor. Recordó que hace cuarenta y dos años vino aquí y  le prohibieron, acompañado por el otro cantautor Pablo Guerrero, (el de A Cántaros) y se montó una algarada juvenil en esta ciudad-pueblo.
Yo lamento que no le tengo oído, nadie a mi alrededor tenía cintas de casete de este artista, buen cantor, poeta y guitarrista. Ayer vine a descubrir que es grande, que tiene un montón de tablas, que conmueve y que debo sentirme orgulloso de entender de cerca su arte, que en lo que nos mostró ayer es comparable con los grandes cantautores, Silvio, Serrat, Sabina, Aute, Victor Manuel, pero también Camilo Sexto, Perales, Cecilia, Alejandro Sanz, que no los consideran cantautores porque salían por la radio y algunos por la tele, en el programa "300 millones".

Luis Pastor es un cantautor paradigmático de guitarra de palo: feo, flaco y de puño en alto, parece además que en su vida ha hecho muy poco dinero y solo tiene unos centenares de "incondicionales". Parte de lo que representa es un pobre cantor agazapado, de escogido público.
Ayer algunos estuvieron gozándole en el Teatro; edad media sesenta años, yo le gocé por debajo de la media, que tengo 55. Nos habló mucho de Franco y hasta citó a Aznar y, por supuesto, la guerra civil: siempre me molesta que haya solo unos muertos reivindicables, los que perdieron la guerra, como si los que perdieron pero con un tiro en la cabeza en agosto de 1936 de los "leales", no fueran personas. Yo he entrevistado a hijos de un lado y del otro y su dolor me conmovió igual.

A pesar de la política, de la protesta, y del malditismo estético yo ayer sentí la conmoción de un artista de repertorio escogido, fina musicalidad y tremenda capacidad de comunicar. Lo que no consiguió es que el público le coreara las canciones, -ese tostón de la gente cantando a tu lado que tanto he padecido en los conciertos de Silvio a que asistí el siglo pasado-. Yo creo, que aún entre sus incondicionales, es un cantautor poco oído. Como si hubiera escogido en su coherencia izquierdista ser cantor de mercadillo en lugar de cantor de mercado. El mercado elige y es soberano para ubicar a cada quien en sus rincones.

Nadie se resume mejor a sí mismo, ayer nos recitó https://www.youtube.com/watch?v=fEUAUYPoJY4

domingo, 1 de diciembre de 2019

UN MOMENTO CUMBRE

Ayer viví un momento cumbre, pero otro día lo escribiré. Media hora antes había comprado siete libros, y como nunca perdono un Umbral, uno de ellos fue este:

Esta mañana me agarré a él;es un libro de entrevistas a personajes importantes en la España de 1985, hechas por este reconocidísimo escritor. Están Carrillo, Areilza, Vilallonga, Cela, etc y no sale la Guerra Civil. Gentes que actuaron destacadamente en ella: Areilza fue nombrado alcalde de Bilbao al ocuparla los franquistas, Cela estaba muy marcado (San Camilo 36), Vilallonga tuvo que participar en un pelotón de fusilamiento, de Carrillo no voy a decir nada, porque parece que, para mucha gente, la guerra ahora es él. Todos estos y alguno más seguro que fueron tan severamente afectados por este acontecimiento, cincuenta años después lo soslayaban considerándolo un tema improcedente, caduco, para que no marcara aquel presente; muy español, por cierto. Había una sola televisión y eso hacía que España viviera una sola realidad central. No sé si será por deformación profesional, pero me parece que la Guerra Civil ahora respira más viva que lo que se respiraba en esos tiempos, y  los nietos que casi ni conocimos a Franco, no digamos los biznietos, pidamos cuentas o defiendan con uñas y dientes, como si no hubieran pasado ochenta y pico de años, y treinta y cinco años más que cuando se realizaron las entrevistas.

El libro, que es a lo que voy, se lee a grandes trancos, picoteándolo, como una bandeja de dulces navideños en la que seguro que al final se me terminarán quedando un par de personajes como roscos de vino (nunca he entendido para qué fabrican ese dulce que nadie quiere más que por que no hay otra cosa).
Entre los entrevistados en el libro hay dos figuras que estuvieron a metro y medio de mí. Este regalo nos sucedió en Zaragoza, una tarde de sábado de la primavera de 1999. Mi novia y yo fuimos a un acto universitario que tenía dos convocatorias cinematográficas simultáneas. La primera, una conferencia del director de cine José Luis García Berlanga y, en otro lugar, la proyección de una película de dibujos animados japoneses El viaje de Chichiro. Entonces  los universitarios sabían mucho del séptimo arte: casi todos escuchaban por las noches en la radio el consultorio de Carlos Pumares, y lunes no fallaban a la proyección y al cineforum de José Luis Garci y su programa "¡Qué grande es el cine"! aunque acabara a las tantas de la mañana.

Resultaba que el salón de actos estaba abarrotado de gente pujando por entrar para ver en persona la conferencia de Berlanga con Alfredo Landa, y la película japonesa a la que pocos hacían caso, nos ofrecía el confort de una proyección en una pequeña sala donde podíamos sentarnos y elegimos verla. Nos gustó.

Pero es legendaria la entrega de Berlanga hacia el público. Según dicen aunque se prodigaba poco en este tipo de actos, cuando lo hacía entraba hasta la bola. Nosotros lo comprobamos: no era cicatero, la inacabable capacidad de contar anécdotas, incluso de polemizar con algún estudiante sobre si este actor era mejor que este otro, hicieron que acabada la proyección de la película japonesa, todavía siguiera la conferencia con las preguntas de los estudiantes tan  generosamente contestadas por el gran director español. Otros estudiantes habían abandonado para entonces el acto y pudimos entrar a presenciar el final de las preguntas y respuestas, todas dirigidas al insigne director. Salieron a la calle y una nube de incondicionales seguía idolatrando a Berlanga, mientras Alfredo Landa estaba apartado a un lado sin que nadie le hiciera caso. Nosotros también queríamos acercarnos al genio, pero como un par de horas antes, elegimos la opción B. Fue muy amable, y era él mismo, parecía mentira pero estaba ahí, igualito que en las películas, gesticulando para nosotros y poniendo voces. Ahora me parece increíble. No recuerdo qué le preguntamos, (uno nunca lleva las preguntas preparadas cuando se encuentra a un personaje) pero él trataba de seducirnos con sus contestaciones, incluso llegó a preguntarnos por algo de nuestra vida, por no dejar morir la conversación.
No niego que puede que él  se sintiera compensado y con ganas de agradar humanamente a los que le elegimos por educación más que por preferencia, porque que alguien le hiciera caso mientras un grupo todavía nutrido seguía adorando al supergenio que, chapoteando su baño de multitud no se daba cuenta de que el pobre Alfredo estaba a la sombra hablando con nosotros, que le hacíamos compañía y le entreteníamos la espera, aunque ya no éramos universitarios.
Lo malo es que no recuerdo nada concreto de aquélla conversación, y tengo la inevitable duda de que mis preguntas hicieran justicia a lo que es tener enfrente a uno de los más grandes actores de la historia del cine español, cuya vida y filmografía ahora me sé, porque después nunca he perdido la ocasión de leer o ver programas que ensalzaran su figura. Leída hoy su entrevista me siento orgulloso de haberle visto actuar y hacer gracias como en tantos primeros planos que he disfrutado y seguiremos disfrutando. Hace más de veinte años; atardecía y cada vez me parece más un sueño.

Alfredo Landa, dibujo de José Luis Verdes para la entrevista de Umbral en el libro