Todo parece
fácil a toro pasado, como decimos en España. Hubo un momento (largo) en
que se combatió el terrorismo realizando atentados en Francia. En el país
vecino no nos consideraban una democracia porque estaba muy reciente la
antipática figura del Franco, que solo había salido de España para ir a ver a
Mussolini y a Hitler. Los franceses eran insensibles a que casi toda la sangre
que se reventaba en su país vecino del Sur de los Pirineos a finales de los
setenta y primeros de los ochenta, se planeaba, se entrenaba y se financiaba a
través del santuario francés. Tardaron en darse cuenta mientras aquí
corría mucha sangre, y se albergaba mucha impotencia y deseos de venganza. Esto
de la guerra sucia en suelo francés ya se había realizado durante el
franquismo, y durante la transición. Aunque fuera ilegal, era en legítima
defensa, siempre es legítimo defenderse cuando a uno lo vienen a asesinar impunemente, parecía que no había manera de llegar a detener, combatir, paralizar,
porque legalmente la soberanía francesa lo impedía. Después, quien sabe si a
consecuencia de ello, las cosas cambiaron. Ahora no nos cabe duda de que faltó perspectiva y quien planeó y ejecutó eso no se daba cuenta de que las cosas iban a cambiar.
En los años noventa, que Francia colaboraba, se
vio que había sido un brutal error que, por cierto, bien manejado hizo que cayera el
gobierno socialista que coincidió con las siglas de los GAL.
Después todo
pareció sencillo, cuesta abajo. Fue curioso: el último muerto de ETA es un
gendarme francés. Ahí la terminaron de cagar los etarras: ya no les dejaron moverse más. (Una lástima que no hubiera sucedido veinticinco años antes)
Casi todos lo
hemos olvidado, yo tenía quince años a comienzos de los 1980. Si hago memoria
lo recuerdo, además un tío policía estuvo allí. ¿Cuánta gente debió
sufrir miedo? aparte de los miles de heridos y muertos, para los que solo lo
veíamos desde fuera, era una pesadilla. Aunque fue una auténtica realidad, que
queda para siempre en amputaciones, o en muertes de seres queridos, para muchos
nunca será un toro pasado, porque se les llevó por delante.
En estos días
parece que se va a concretar el precio que los socialistas pagan por gobernar: Mejoras
en la política penitenciara. Hay que ser buenos con los malos: lo dice
hasta la constitución, las penas propiciarán la reinserción.... El PP se
mantenía firme, el PSOE va a ser más flexible. Yo no sé qué es más conveniente,
o más justo, pero, en principio, no me gusta mucho.
Cierto es que la vida tiene
que seguir y es conveniente perdonar, pasar la página, olvidar recuerdos que
hacen daño. Toda nuestra historia (de la humanidad) está llena de violencia,
expolio y destrucción. Hoy los alemanes son buenos vecinos de los franceses, de
los holandeses, de los daneses, de los polacos, y también de los italianos y los rusos. No tendría
sentido seguir cultivando el odio y la venganza de lo que sucedía hace setenta
y pocos años. Es de mal gusto y poco operativo pensar, insistir, o pedir
cuentas.
Yo a principios
de los ochenta buscaba convalidar mi virilidad, es decir, o echarme novia o estrenarme.
Era un romántico ignorante de la naturaleza de la mujer; gravitaba en mí -gravemente- la lectura del Werther de Goethe.
Perdí el tiempo a lo tonto pensando y tratando de ejecutar quimeras. A los veinte años había
concluido que no había ninguna mujer para mí, que ya era viejo y todas habían
pasado.
Entonces
apareció mi novia y el problema que me acuciaba se convirtió en algo remoto y
cómico. Con el tiempo y la ayuda del punto de vista de mi mujer, llegué a
columbrar, que durante el tiempo en que yo estaba angustiado por estrenarme
hubo chicas que me intentaron seducir y no supe interpretar sus gestos y
propuestas. Mi tribulación hubiera
cesado varios años antes y hubiera conseguido un montón de aventuras gracias a
esa pericia y confianza.
La vida está
llena de ocasiones perdidas, y de aciertos salvadores. Pero es así; si lo
supiéramos todo desde el principio, perdería su gracia. Imaginemos una historia
sin invasiones bárbaras, sin guerras de religión, sin revoluciones sangrientas.
Aunque quizá no la hubiéramos aprendido y la tuviéramos pendiente.
Aunque quizá no la hubiéramos aprendido y la tuviéramos pendiente.