jueves, 27 de febrero de 2014

Se ha muerto el mayor de los artistas de mi vida.

No voy a negar que he sido coetáneo de Orson Welles, de Astor Piazzola, de Cortázar, de Milles Davies, de Leonard Bernstein, de Stepane Grappelli, de Billy Bilder..., pero ninguno para mí como Paco de Lucía. Será porque soy guitarrista, será porque soy español, será porque voy a cumplir medio siglo, pero me siento amputado como nunca me he sentido por un desconocido (o por un conocido al que no vi en persona). Como nunca lo sentiré, aunque queden vivos Paul McCartney y Silvio Rodríguez.
Llevaba viviendo conmigo desde que tengo oídos para la música y, aunque hubo unos años de mi vida en que sólo me valía la música clásica,  se me curaron los integrismos oyéndole.
http://www.youtube.com/watch?v=tTVrK6MfJXM
Ayer lloré escuchando su música por la radio, hay gente que lo sabe y me mandaron dos pésames;  yo di otro a mi amigo Javi, más admirador todavía que yo.
No habrá otro como él, y si lo hubiera no me daré cuenta, en mi segundo medio siglo me abordarán definitivamente las muertes y el desengaño y además, ya no me queda mucha alma virgen para que la penetre otro artista como Paco.

Curiosamente la última foto viva de él que vi fue hace poco más de un mes en la Habana Vieja, que se paró a ver los preparativos de un concierto de Silvio Rodríguez y éste se fotografió con él y le colgó en su blog. Yo invité a Silvio a que me respondiera sobre su relación con Paco y sobre el favor que hizo de traerse a España a Mercedes Sosa cuando estaba acosada por la dictadura militar argentina. Pero, aunque me publicó el comentario, no me respondió. Sus seguidores no habían identificado a Paco entre las fotos y Silvio estaba a sus cosas políticas.
Borré mi comentario y creo que nunca le haré más.

Paco era muy listo y, aunque poco, hablaba muy bien, de sus parcas palabras se deducía que aún pensaba mejor. Era una pasión honda la que transmitía su guitarra, ya fuera la alegría del vértigo narcótico, ya el lirismo de la nostalgia andaluza, Blando con las espigas, duro con las espuelas... Compartía la música e invitaba a compartir; a pesar de su apabullante técnica, nunca creo que dejara frío a alguien.

Ayer, viendo noticias, escuchando especiales por la radio, me di cuenta de que sabía mucho de él, de que llevo muchos años subiendo el volumen y mandando callar, recortando de los periódicos, grabando en video, leyendo libros,  y lo sabéis, porque también he escrito:
http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com.es/2013/02/la-forja-de-un-melomano-el-flamenco-y.html

https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=7185936966255904133#editor/target=post;postID=4398139795412621097;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=360;src=postname

El 10 de marzo una carnicería de Béjar, una carnicería, sí, consagró su escaparate en homenaje a Paco. Me emocioné otra vez, voy a dar en viejo llorón.



martes, 25 de febrero de 2014

En el Quijote ya estaba todo.

El pasado viernes 21, asistí con mi hija que lo disfrutó mucho, a la conferencia que dio sobre el Quijote la profesora Trinidad Puerto.
Se celebró en "la Colmena Bejarana", un loable centro cultural autogestionado, y resultó una verdadera y sorprendente simbiosis entre conferenciante y participantes,  que nos tuvo pegados a la silla de 19,30 a 22,10 (mi hija tiene 13 años y a esa edad es difícil, con un tema así, además,  que se dé este milagro)
Trinidad nos explicó sus interpretaciones de muchas aventuras de Don Quijote.
Sucede que lo más conocido de Don Quijote es su estrepitosa acometida a los molinos de viento, creyéndolos gigantes. Era una lucha desigual de la que salió, como no podía ser de otra manera, malparado.
¡Qué locura!, pero no eran molinos; eran gigantes y tan invulnerables como esos monstruos.
Resulta que en el siglo XVI, España, fruto de las guerras de religión en las que se enfrascó para defender el imperio Carlos V, y continuó su hijo Felipe II, quedó en bancarrota y embargada. Levantar y mantener ejércitos, a menudo mercenarios, y  aunque fueran triunfadores, arruinó no sólo la riqueza que producía España, sino la que explotaba/expoliaba de América. No sé si es Quevedo o Góngora el que dice del oro que nace en las Indias honrado (...) y en Flandes es sepultado.
Resulta que los monarcas españoles hacían sus guerras a crédito y los botines, saqueos o impuestos de los territorios conquistados o mantenidos, producían menos de lo que costaban las victorias militares y la administración.
Los financieros de estas empresas eran los Fugger, alemanes u holandeses con los que la monarquía imperial se "entrampaba". Llegó un momento en que ni el oro de América bastaba para pagar réditos y capitales y los Fugger ejecutaron su embargo directamente sobre la economía española. Se vinieron aquí a vivir y administrar las rentas. En Madrid existe una céntrica calle, llamada Fúcar, en su honor. La posesión más famosa de los Fúcares fue la legendaria mina de Almadén, las más importante y productiva de mercurio desde el imperio romano hasta el siglo XX. Pero no fue sólo la mina de Almadén, también los molinos de la Mancha fueron embargados por los Fúcares que,  obviamente, subieron el precio de la molienda o la cantidad de maquila que se quedaban del trigo de los campesinos. Ese malestar de los campesinos por los abusos del monopolio es lo que detectó Cervantes y contra lo que, real y figuradamente, trata de luchar Don Quijote.

Esta revelación me llegó justo la semana en la que la empresa Facebook se ha hecho con la sociedad de mensajes gratuitos Watsapp que, como los ingenieros de molinos, aprendieron a domesticar el aire en su beneficio. Para que el monopolio recupere los 19.000 millones de dólares invertidos habrá de aumentar las maquilas, que pagarán o pagaremos los paganos de siempre. (De momento hay un "intermediario" que cometió la tontería de pagar 39 millones de dólares por esta pequeña empresa y en 2 ó 3 años ha conseguido un incremento patrimonial de locura: 18.961 millones de ganancia, creo que es el récord de los récords)
¿Y don Quijote, qué haría ahora?
Perder, como siempre.

domingo, 23 de febrero de 2014

(sin título)



Llegué al Barranco de las Cinco Villas seguramente en sus penúltimos momentos ancestrales. Cuevas del Valle puede que sea el pueblo más vetusto; no le da mucho el sol y conserva un verdín, un musgo, una pátina de otros siglos. Aún en estos tiempos, muchas casas estaban abiertas de día, y uno tenía que pasar dando voces hasta adentro para poder ver y hablar a sus moradores. Parece, para sus dueños, que serían mezquinos o desconfiados si las cerraran y la gente tuviera que molestarse en llamar para poder entrar. Sólo las cierran de noche, y es como una ceremonia.


Me contaron una historia muy triste: la de una casa que ni de noche se cerraba. Joaquín Fernández tuvo que huir a la guerra (de otro modo, y más en Cuevas del Valle, donde la represión nacionalista fue tan sangrienta, seguramente le habrían matado) y no volvió, ni vivo, ni muerto, tampoco mucho después de la guerra; pero Quica, su mujer, siempre estuvo esperándole. Dicen que nunca cerró la puerta, no fuera a ser que apareciera Joaquín  de noche y no la encontrara abierta.



jueves, 20 de febrero de 2014

PARÁBOLA DEL MELONAR

En cultura, todo lo que no se da, se pierde. Antonio Machado.


Cuando vivíamos en el pueblo, a pesar de que mi padre era cantero, también  cultivaba algunas tierras. Como a mi familia le gustan las sandías y los melones con delirio, siempre que dejábamos una finca en barbecho, sembraba un melonar.

-¿Padre, por qué sembramos ahora sandías si me dijiste que dejábamos esta tierra arada en barbecho para que descansara y así al año que viene creciera fuerte el trigo?
-Pues hijo, porque las sandías no quitan pan. No perjudicarán nuestra cosecha porque chupan de la tierra sustancias muy diferentes que las que levanta el trigo.

En los meses de agosto empiezan a madurar escalonadamente las sandías. Mi padre y yo íbamos con un carretillo cada uno y unos cuantos sacos a recoger las sandías. El primer día que recorrimos la tierra él iba por delante dándoles un golpecito con el dedo para detectar por el sonido y cortar las que estaban maduras.
-¡Cago en la leche! Esta sandía la han “lobeao” estaba muy mordida, la cortó y la arrojó lejos. -Seguimos y mi padre comentó: “pues si que hay sequía este año, la zorra se ha tenido que venir hasta aquí, por lo menos, desde El Montecillo”.
Más adelante encontramos varias un poco picadas de las urracas.
-Estas las recogemos, hijo. Lo único que haremos será cortar el cacho “tocado” y nos las comeremos las primeras para que no se estropeen.
Un poco más tarde, en los surcos más cercanos al camino, vimos huellas de  botas: alguien había entrado y se había llevado sandías.
¡Me cago en la mar! Este desgraciao, se ha llevado una que yo tenía echá el ojo.

Cuando hubimos llenado los sacos, mi padre apartó una sandía de las picadas de las urracas y me dijo:
-Ven: ahora viene lo mejor de la tarde.
Estábamos sudorosos y sedientos, nos sentamos en los surcos y mi padre cogió una de las sandías que estaban picadas de las urracas, quitó con la navaja ese trozo y me dio una raja.
-Vas a ver lo rica que está. Las urracas son muy listas y eligen las sandías más dulces.
Pasó un caminante y nos saludó:
-¡Buenas tardes, Librado.
-¡Buenas tardes J.!Pasa a refrescar un poco, que tenemos abierta una sandía gorda.
 -No, que luego se me echa la tarde…
-Vamos, que sólo es un rato, vas a ver: arrope…
Entró. Se sentó con nosotros y, aunque el hombre parecía un poco inquieto, nos comimos los tres la sandía.
-Pues qué rica estaba, muchas gracias, Librado.
-En ningún sitio saben más ricas las sandías que sentados tranquilamente en el melonar de uno.

Cuando el hombre se volvió, mi padre me hizo una seña, para que viera que las huellas eran idénticas a las del que unos metros más atrás, nos había entrado otro día a robar las sandías.
Yo me indigné. El me dijo:
-Shssshh!!
Cuando volvíamos con los carretillos repletos de sandías ya no pude morderme la lengua y le dije:
¿Por qué, si sabías que era el ladrón, le hemos invitado?
 -Mira hijo, los niños sois muy egoístas, algún día te darás cuenta que da muchísimo más placer invitar que te inviten a ti.
-Pero padre, ¿para qué sembramos melonar si se aprovechan de él la zorra, las urracas y el ladrón?.
Mira hijo, no nos cuesta tanto trabajo: la tierra estaba arada; sólo vinimos una tarde a sembrar unas cuantas pipas. Lo malo sería que fuera un mal año, entonces no hay sandías pa nadie; pero si es un buen año, como éste, hay sandías pa la zorra, pa las urracas, pal ladrón y pa nosotros; nuestra ventaja es que nadie se come más a gusto las sandías en la tierra, y tampoco ninguno puede llevárselas a sacos. 
Mi padre: Librado Mayo Sáez

domingo, 16 de febrero de 2014

El primer franquista de mi pueblo.

            El primer franquista de Cardeñosa.

Mi abuelo paterno Joaquín Mayo Velayos, fue un franquista de primerísima hora. Tan temprana como 1923.
Resultó que, por azares de un sorteo, a mi abuelo le tocó hacer el servicio militar en la guerra colonial de Marruecos. Ved lo guapo y con qué una mirada tan  penetrante escribe y posa apuntando en estas estupendas fotos que envió a su madre como tarjeta postal, (con una frase hecha y caligrafía forzada, escrita por detrás).



Mi bisabuela Julia, parece que no creía mucho en “propaganda oficial” que le llegaba con la sonriente cara de su hijo desde aquella guerra. Como vivía en la carretera que atraviesa el pueblo, bastante transitada por vecinos de Cardeñosa y otros pueblecitos que iban a la capital, todos los días estaba bien atenta a parar a alguien que pasara hacia  Ávila, y darle dos reales para que hiciera el favor de comprar y traerle a su vuelta el periódico y así enterarse de la marcha de la guerra.
Aunque mucha fuera su ansia, poco podría saber. La información de la guerra siempre está, -más todavía que censurada-, completamente falseada por la propaganda, pero cómo no vamos a  entender los anhelos y preocupaciones de una madre.


Resultó que en algún contraataque marroquí, mi abuelo y un grupo de compañeros tuvieron que retirarse hasta lo alto de un cerro para salvar su vida. El lugar se llamó Tifarouin. Allí permanecieron sitiados, al raso, y peor: a la intemperie del inclemente sol africano, unos días. Aunque fueran pocos resultaron demasiados, pues llegaron, (uno piensa lo denso y amarillo que tiene que salir ese orín) a tener que reciclar sus propias micciones para beber.
No es exagerado escribir que las pasó canutas. Basta mirar esta elocuente foto, aunque a salvo, está casi consumido: parece veinte años mayor.



¿Por qué se hizo franquista, ya entonces? Resultó que el teniente al mando de la unidad militar que rompió el cerco el 23 de agosto de 1923 y  los rescató de aquel infierno se llamaba precisamente Francisco Franco Bahamonde. Además resulta (por lo que aparece en la biografía oficial de la fundación Francisco Franco) que es uno de los hechos bélicos más valerosos  y arriesgados que realizara en su carrera militar.  http://www.generalisimofranco.com/biografia/p_12.htm

Aunque no estoy de acuerdo en qué pintaban mi abuelo y sus compañeros en esa guerra colonial, (algo así como una cortina de humo para resarcirse con nuevas conquistas de la pérdida en el 98 de Cuba y Filipinas) sólo puedo alegrarme (de otra forma no estaría aquí) de que aquel envite le saliera bien al futuro dictador.


PD. Mi abuelo murió en 1939. Si de algo le hubiera podido servir haber sido un “franquista prematuro”, poco pudo beneficiarse de ello. Aquí tenemos, -otra foto elocuente-, a su viuda e hijos del año 41 ó 42 : el morenillo de abajo a la izquierda es mi padre.

  

jueves, 13 de febrero de 2014

REALISMO MÁGICO DE MENTIRA

Es parte de la memoria apócrifa de la guerra de Piedralaves (Ávila) que uno de los mayores rojos se hizo millonario a consecuencia del sangriento conflicto del 36 al 39. Y es que, igual que las moscas nunca le fallan a la mierda, la rapiña humana florece espontáneamente, sin necesidad de óvulo ni simiente.

En 1942 bajaba la garganta de Piedralaves trufada de billetes de cincuenta y de cien pesetas. Era invierno, la niebla se estaba levantando y Jacinto sembraba ajos en su huerto ribereño cuando vio el milagro flotante  que discurría río abajo. Soltó el azuelo y el taleguillo de semillas y se frotó los ojos. Estaba despierto mientras aquellos papeles navegaban sinuosamente sorteando las piedras y haciendo tobogán en los rápidos. Jacinto miró a su alrededor, y se dio un tortazo en la cara: no era un sueño, aunque todavía, y a pesar de la sensación del picor en el lagrimal que le producía el olor a ajo, volvió a frotárselos porque, realmente, era un “sueño” lo que estaba viendo. Pero, al  abrirlos de nuevo, las abarcas ya se le fueron solas, pegando brincos hacia el río, como si estuviera loco.
Más que un sueño de él era una chaladura de otro: ¿Quién podía tener esa cantidad de dinero en el pueblo? ¿Quién podía ser tan descuidado como para haberlo perdido,  tan loco como para haberlo tirado? Imposible preguntarse y responderse tanto mientras aquellos billetes seguían la gravedad de la corriente camino del río Tiétar. Jacinto y se gritó: ¡San Isidro! ¡ruega por mí! y penetró en el gélido líquido. Como quien pesca truchas a mano consiguió, de primeras, agarrar uno: era de verdad. No importaba que  se hubiera calado ya hasta más arriba de las rodillas y completamente los dos brazos. Con un solo billete de cien tenía de sobra para botica: cada billete equivalía a todos los jornales de un mes amontonados. Desde el agua vio más que seguían bajando,  se guardó el billete mojado en la faja, y volvió a encomendarse a San Isidro para seguir persiguiéndolos casi como si le fuera la vida en ello. Desde el otro lado del arroyo, la Tía Isabel, que segaba para llenar un saco de hierba para sus conejos, vio el loco baño invernal de su paisano y, entornado los ojos también, atisbó que parecían na menos que  billetes flotando, eso que quería pescar Jacinto.
Más despacio, por las dificultades con las sayas y su más inapropiado calzado femenino, bajó al arroyo, olvidando casi todas las composturas de mujer casada y  los más que justificados temores a resbalar, caer y empaparse. Según se acercaba, veía las caras de los santos de algunos billetes y, en otros, el reverso de  escudos, símbolos y floripondios. Era un espectáculo  entre el ansia y la angustia, ver cómo se balanceaban en la corriente mientras Jacinto perseguía a manotazos, y agarraba, ya completamente calado, el segundo billete de cien. Más gente, desde otras fincas y casas se estaba fijando en la extraña actitud de estos pescadores de fortuna, y se encaminaban, mirando con atención la inusitada urgencia con la que sus convecinos trataban de capturar algo flotante.
A medida que se acercaban y podían atisbar con más claridad la naturaleza monetaria del asunto, precipitaban su paso. El escándalo de sus carreras repicaba la atención en más público y  al final hubo recorriendo el arroyo diez o doce personas, algunos con palos para apoyarse y no caer, y para remover el suelo y las ramas. Nadie tuvo ya la misma suerte de los  que llegaron primero, Jacinto había pescado 950 pesetas y media pulmonía, Tía Isabel llegó a 250, lo mismo que Aurelio, mientras que Valentín,  Eulogio y Goyo, pescaron billetes de cien, y Balbino y Gaudencio encontraron sólo uno de cincuenta cada uno; según se dice.
Nadie se movía de la ribera del hallazgo. Muchos siguieron río abajo, pero los que acertaron más fueron los que remontaron hasta el puentecillo, donde se dijo que se habían encontrado otros siete u ocho billetes en el lecho, enganchados en la vegetación o arrugados contra las piedras. Las gentes miraban en el  torrente, todos con movimientos bruscos y desconfianza hacia los otros: por poco no llegó a darse el caso de que alguien se peleara. Eso sí,  cuando salieron los muchachos de la escuela, sus padres también los mandaron “a rebusca”. Muchos, casi los ochenta muchachos, hicieron novillos rebuscando billetes, pero sólo Vicentín se encontró uno de cincuenta.

Nadie de los agraciados quería dar demasiada información sobre el asunto,  y es fácil que muchos declararan menos billetes de los que realmente recogieron. Porque todos sabían que el dinero, -una pequeña fortuna-, no podía haberse criado como los peces en el río; era de alguien y, seguramente, los parientes de ese orate al final lo reclamarían, con lo que la consiguiente obligación de un buen vecino, y aún de los malos, sería devolverlo, porque la alegría de un golpe de suerte como el recibido aquella mañana, no puede ser nunca comparable a la definitiva ruina de un “chalao” dilapidador.

Así que, por un tiempo, la gente guardó en casa los billetes, no fuera a ser que se los pidieran.  También la cosa podría traer algo de música con los maquis y en Piedralaves todo el mundo tenía todavía demasiado presente que cuando llegaron los nacionales habían aparecido demasiados muertos en las cunetas por hacer “nada o casi nada” en aquel mes y medio de la guerra civil que fueron parte de la "dominación roja", así que tampoco era cuestión de tentar la cuerda con la Guardia Civil  que, a la mínima,  acusaba a cualquiera de colaborar con “los bandoleros”.

Pero al pasar las semanas y nadie preguntar por los billetes del río, los afortunados empezaban, unos a hacerse planes, y otros, directamente, el saborete inmediato de sus rendimientos.
Un mes después, Eulogio, que había decidido llevar a ingresar su billete al Banco Español de Crédito de Arenas de San Pedro, volvió apesadumbrado.
-¡Que no vale! Que mi billete no vale, y que me han dicho que, seguramente,  los de los demás tampoco.

Era dinero capado. Alguna gente -en Piedralaves había habido unos cuantos luchando en el bando rojo que ya estaban libres-  sabía perfectamente que algunos billetes que se emitieron en la guerra, no tenían valor, y que eso se sabía por el número de serie y venían escritas en el Boletín Oficial del Estado.

Así pasó. La gente, fue llevando billetes a Arenas con la esperanza de que no se convirtieran en un triste papel con monigote como el de “Logio”.
Pero todos, absolutamente todos los billetes, incluidos los de cincuenta, pertenecían a las series sin valor.

Jacinto (“el Afortunao” empezaron a llamarle con sorna desde entonces)  tuvo una pulmonía de tres semanas. A poco estuvo de entregar la vida, para evitarlo le tocó empeñarse por aquella cuenta de botica que creyó tener ya pagada con el primer billete. Mientras, se pasó el tiempo de sembrar ajos, tantos días pasen de enero, esos pierde de ajos el ajero.

Las cosas en los pueblos casi siempre se terminan sabiendo. Y se vino a saber que los locos promotores de aquel escándalo debieron ser gente de fuera, que habían venido en un taxi, (en el mismo que se volvieron para sus sitios, después de oírse algunas voces fuertes dentro de una casa). Y se supo también que eran “rojos”: no podría haberse ocurrido esta terrible broma, más que a gente con tan maluta, tan destructiva, quemadora de santos e iglesias, tan generosa, pero con lo que no era suyo.

-Sí -replicó alguien- los anarquistas no querían el dinero, lo mismo que no querían gobierno, ni iglesia, ni guardia civil...
-Lo que tú digas bobato! Nadie ha visto nunca en ningún sitio a ningún anarquista, ni en los tres años que pudieron estar más en su salsa, tirar un billete. Otra cosa es que tumbaran santos y quemaran altares,  pero de verdad ninguna persona puede contarte de uno que siquiera se encendiera un cigarro, ni con los de peseta. El dinero es el único dios verdadero y para él  no hay religiones, ni partidos, ni sin-partidos como los anarquistas.

No eran anarquistas los arrojadores de dinero y, si lo fueran, no tiraron dinero con valor, eso bien lo sabían: habían sido sobrados los intentos que habían hecho de que ese dinero les valiera para algo. A ellos, un par de años atrás, les había sucedido el mismo entusiasmo y, más tarde, la misma decepción  que a los paisanos mojados de Piedralaves, desde que lo tomaron de un banco de Teruel.

¿Pero a qué venían unos forasteros a tirar el dinero hasta nuestra garganta de Nuño Cojo, para que venga a pasar por medio de nuestro pueblo? ¿No tenían  más sitios donde preparar el alboroto?

Las cosas más extrañas, aún las más complicadas de entender, también en los pueblos se terminan sabiendo o, cuando menos, se medio barruntan. Sí: en estos casos, se emplearán varios años soltando cavilaciones al amor de la lumbre o sentados a la puerta al fresco del verano, pero algún hilo se saca, eso de todas todas. Que sea unívoco el veredicto de todos los sabios lucubradores es más difícil.

Y es que unos años adelante, B. un rojo del pueblo, que había luchado y perdido la guerra con los rojos, nacido pobre, -su padre no tenía más que cuatro malos cachos de tierra-, un triste jornalero sin papeletas para prosperar, parece que dicen que decían tenía un local en propiedad en la calle Serrano de Madrid y otros añaden  que quizás también un piso alto en la Gran Vía. Todo eso lo empezaron a decir cuando, a principios de los 50 se hizo una casa disparatá de grande y buena, en el pueblo.



B. se retiró en septiembre de 1936 con más prisa que otra cosa del Valle del Tiétar por un fundado temor a las represalias, o quizá  por el deseo de encuadrarse en el Ejército Popular de la República para continuar la lucha. Por eso, poco más de un año después, se vio contribuyendo con su lucha a que  se retirara por primera y única vez el ejército nacional de una capital de provincia: Teruel. Él fue de los primeros que entró, caviloso, oliendo la pólvora reciente  y escuchando esporádicos tiros. Antes de que se asentara la situación militar, los cuatro  de avanzadilla que le acompañaban, vieron un banco con la puerta reventada por una granada de mortero y,  rápidos de reflejos, terminaron de tumbarla. Siguieron dándose prisa en violentar cerraduras y cajas fuertes, buscando y al final, hallando, ese género con el que suelen comerciar los bancos. Registraron ávidamente, hasta que sintieron llegar el grueso de la autoridad republicana de ocupación que se estaba haciendo cargo del orden y también del dinero de los bancos. Les había dado tiempo tiempo a sacarse escondidos algunos fajos entre la guerrera.  La cantidad se contó esa misma noche: había 25.250 pesetas, que se repartieron igualitariamente. El piedralaveño y un camarada de Madrid escogieron y se quedaron con su parte en billetes más nuevos, sin saber entonces nadie que eran series emitidas por el gobierno de Franco en  Burgos, mientras que los otros tres, que eran del mismo pueblo, Linares de Jaén, se quedaron con su parte en los billetes un poco más viejos. Cada cual los llevó, bien pegados al cuerpo, por diferentes frentes, hasta la rendición de 1939. Un jienense murió luchando en Vall d’Uxó y el madrileño  fue fusilado en las tapias del cementerio de la Almudena. Pero los otros dos linarenses, enseguida de salir de la cárcel  habían comprobado que Franco había suprimido el valor de cambio de determinadas series republicanas, es decir, de  su dinero. Los dos republicanos de Linares buscaron primero al madrileño y averiguaron que,  desde  1941, cinco mil cincuenta pesetas buenas  ya no se podían pedir por allí.
Pero quedaba Piedralaves. Y B. -creían ellos- no se lo podía negar: todos habían sido camaradas, habían sufrido y perdido la misma guerra, habían delinquido juntos en aquel banco, se habían salvado la vida en varias ocasiones,  no era justo que  después de compartir aquel arriesgado negocio, ahora uno fuera muy rico y los demás igual de pobres. Esa cantidad repartida entre tres daba para un comienzo digno de nueva vida. Los de Linares trajeron su parte del dinero para demostrar que no habían podido gastarlo, como argumento para hacer un nuevo reparto.
Pero B. tuvo la suerte de estar acompañado por su hermano, ya que  al recibir la visita estaban los dos partiendo leña para el invierno de su anciana madre. Y dos hombres, con un hacha en la mano cada uno, tienen un argumento bastante sólido para invocar a Santa Rita, lo que da no se quita y lo hecho, hecho está: aquel reparto se hizo y aquellos billetes estuvieron pegados a su cuerpo piedralaveño otros dos años más; así que eran suyos. Además, B. alegó el gran riesgo que corrió de que le hubieran podido pillar dinero fascista en una faltriquera cosida al lado del corazón. El piedralaveño y su hermano tuvieron toda la conversación alzadas las hachas; así a los visitantes no se les pudo ocurrir amenazar y levantar otra cosa que la voz. Los antiguos camaradas se volvieron con el rabo entre las piernas. Y al no haber sido una visita deseada, ni siquiera B. les dio dinero para el taxi.
Quizá por no tener ya más problemas con aquellos papeles, más bien para poner en evidencia al enriquecido nuevo en su pueblo, los tiraron por el puente al agua. 
Sólo los que vivieron aquellos tiempos de penuria pueden imaginar el afán con el que algunos pedralaveños intentarían pescarlos, ignorantes de que los billetes eran vanos.

Porque no podía ser cierto, contaba al final de sus días Tío Jacinto mostrando su descrédito sobre la justicia divina, que cayera algo del cielo a Piedralaves, ni siquiera en compensación por haber hecho tragar tanta desgracia.

domingo, 9 de febrero de 2014

UN CONTRAARGUMENTO COMO ARGUMENTO

Perdonad que hoy me deje secuestrar por la actualidad:
Parece ser que anteayer, la Infanta Cristina, hija del rey de España y Duquesa de Palma de Mallorca, excusaba en su declaración judicial su desconocimiento de con qué dinero se pagaba a su servicio doméstico personal, las fiestas de cumpleaños de sus niños y otros gastos, y que se hicieran con una empresa tapadera para sacar dinero de las administraciones públicas y después defraudar a hacienda, que compartía al 50% con su marido Iñaki Urdangarín, diciendo que en ese tiempo “trabajaba en un banco “La Caixa”, tiene cuatro hijos pequeños y además acudía a 100 actos protocolarios anuales en su condición de Infanta de España”.

Y yo digo ¿quién sino una Infanta de España, a quien proporcionan un “trabajo florero” puede permitirse el lujo de tener 4 hijos, sin que su empresa la advierta severamente en el segundo y termine despidiéndola? No creo que nadie sea tan ingenuo como para pensar que esta señora primero: merece por sí misma su alto puesto de trabajo y, segundo: trabaja y rinde como cualquier trabajador de “La Caixa” o Caixabanc.
¿Quién, sino una Infanta de España, puede permitirse criar y atender, (es decir tener criados para atender) a cuatro hijos teniendo que cortar 100 cintas de inauguración al año por toda la geografía española?
¿Para qué sirve entonces la gente: conductores, policías, secretarios, mayordomos, discurseros, sastres, peluqueros, asistentas, estilistas...,  que tiene la Casa Real para ocuparse de estas cosas, que parece que absorbían la mente de Cristina de Borbón de tal manera que la impedían declarar correctamente a Hacienda, y leer los papeles que firmaba y la comprometían personalmente, como cualquier otra ciudadana?
¿Es que los españoles hemos estado explotando, sometiendo a un acoso laboral inhumano, a nuestra Casa Real?

Pues no, señora Cristina: has vivido como hija de rey, rodeada de sirvientes y edecanes, que pagábamos nosotros, precisamente porque te facilitan la “alta responsabilidad” de representar a España, pero como ciudadana también tenías obligación de respetar la ley: las mismas “bajas responsabilidades” que el resto de los españoles.

Es decir, aunque estés o hayas estado muy enamorada de tu marido (1), eres, igual que el resto de las casadas, responsable de tu firma y debes ser juzgada por los delitos que puedan derivarse de lo que hayas hecho o consentido.

Resumo: que todo lo que pagamos a nuestra Agencia Tributaria los españoles en tu favor, no lo puedes utilizar, a la vez, en contra de nuestra Agencia Tributaria. 





(1) este argumento del "amor ciego" ha llegado a ser empleado por uno de sus abogados

Fotos nevadas de Candelario

Para eliminar la frustración icónica que produjera la anterior entrada, en una posterior nevada capturé para vosotros estas luces. Lamento que esta nevada que puedo ofreceros fotografiada, haya sido de menos cantidad y calidad; además sopla un aire tibio del suroeste que derrite la nieve enseguida.



este es el edificio del Ayuntamiento, donde trabajo.



Esta foto tan luminosa es la carretera por la que voy andando, con el correspondiente chaleco reflectante, en este caso ya estoy volviendo a casa otro día y ese era el aspecto de nuestra sierra, en los alrededores del pueblo ya se ha derretido la nieve.

Y en homenaje a mis seguidores tropicales aquí dejo otro par de fotos de mi huerto nevado. 



jueves, 6 de febrero de 2014

FIEBRE PLANETARIA

Fue el pasado sábado en un concurso de televisión (Saber y Ganar) que nos pusieron en primer plano las dos cifras: en el año 2.000 éramos 6.000 millones de seres humanos y en 2013 ya pasábamos de 7.000.

A pesar de lo que pasa en Béjar, en Castilla, en España, que no procreamos o lo hacemos muy escasamente (conozco a decenas de personas que habrían sido excelentes padres y madres y se quedarán yermos), el mundo soporta una peligrosa expansión del virus humano.

Ni siquiera un médico a la antigua, de los que practicaban sangrías, empleando el método más salvaje, y me refiero a Hitler y a la segunda guerra mundial, podría bajar la fiebre al mundo: en los seis años más sanguinarios de la historia su iniciativa sólo consiguió que se eliminaran 100 millones de personas. ¿Qué tipo de guerra sería necesaria para acabar con 1.000 millones?

Nadie me entienda mal, no preconizo yo esto de a grandes males, asesinatos. Con esta sugerencia de hipótesis sólo quiero poner de manifiesto que, como género humano habríamos de ser muy severos en cuanto a la natalidad.

Hace pocos días oí que los chinos habían derogado la ley del hijo único; esa brutal limitación, dictatorial, inhumana..., pero tan razonable desde el punto de vista que yo ahora defiendo; mejor eso que una guerra para acabar con mil personas. Seguramente habría mil millones de chinos más por el mundo de no haberse promulgado esa draconiana ley. Así que, por este lado, bendito maoismo.


Pero China, con Estados Unidos, es uno de los países no firmantes del protocolo de Kyoto, ese que trata de evitar el calentamiento global y todas las catástrofes derivadas de esta fiebre.

La gente se olvida pronto de lo apocalíptico de la película producida por Al Gore, Nueva York como Venecia la gente se olvidará pronto de que este pasado fin de semana el mar Cantábrico, sin necesidad de ningún maremoto o tsunami entró por primera vez hasta sitios inconcebibles de San Sebastián,  Santander u otras localidades del Norte español. También que hace un par de años un ciclón tropical llegó por primera vez tan arriba en el mapa, como el estado de Nueva York, la capital del mundo.

El hielo desaparece del Océano Ártico, por ello se han abierto nuevas rutas marítimas, aprovechando que ya no hay tanto hielo. Será rentable buscar petróleo en ese lugar. Ya lo hacen.

Quizá sea rentable pero no sólo desde ese punto de vista: ese petróleo se sumará a todo el petróleo que quemamos irresponsablemente, quizá lo que no consiga una guerra de 1.000 millones, lo conseguirá dentro de pocos lustros, la falta de planificación, (es necesaria ya una limitación drástica, maoísta,  de la población, de las emisiones)

la fiebre de la tierra, terminará acabando con muchos virus humanos, y eso será más difícil de parar que una guerra mundial.

lunes, 3 de febrero de 2014

AMIGO

A Miguel Grillo Morales
Quiero cantar a la amistad internáutica, que no es eso de los “amigos” que ponen su foto en el Facebook. Aprovecharé para confesar que, a pesar de lo que había escrito, me hice de Facebook para poder ver lo que escribía otro amigo, que decidió abrir cuenta en esa casa. Incluso acabo de crear una especie de servicio público, un “grupo” llamado “FOTOS ANTIGUAS DE CARDEÑOSA”. Pero ya no quiero aceptar más “amigos”, porque “amigos” llevan a “amigos” y  a más proposiciones de amistad y a miles de informaciones que no me interesan, y que me puede agobiar, así que nadie se me ofenda si no le añado, seguramente no será por él, sino por la “maraña” que traen esas amistades consigo.
Lo mismo me pasa con Google + donde no soy consciente de haber entrado, pero estoy y hasta tengo “amigos” o “me tienen en sus círculos” (la última partícula de la palabra qué mal huele) .

Mi filosofía en este campo es servirme de lo que estos poderosos medios ofrecen pero, dentro de lo posible, que ellos no me conviertan en un monigote acorralado en sus manos, en su “red” (quien nos iba a decir que una red, que es un artilugio agresivo -mortal- para quien está pescado en ella, sería algo positivo; pues se dice “en positivo” que internet es “La Red”.)

Sin embargo, tengo, gracias a la gratuidad de internet, a la inmediatez, y al gusto por compartir el pensamiento escrito que me proporciona con creces el sencillo correo electrónico, un amigo al que probablemente nunca abrazaré, ni siquiera nos daremos la mano. No habrá opción a que no nos gusten nuestro olor, estatura, gestos o música de voz. La amistad, no sé si se puede llegar a ser como los amigos a los que uno ha conocido en carne y hueso, se quedará en la pura intelectualidad escrita. Sin embargo, no sólo es válida, sino que es muy valiosa,  esta amistad interoceánica. (vuelvo a escribirlo, me cuesta creer que sea lo mismo que una amistad en carne y hueso, habría que inventar otra palabra,  amistad parece demasiado sagrada para aplicársela a una pantalla y al recuerdo de una foto) y quiero presumir de ello, porque se mantiene fluida gracias a lo fácil que es, gracias a este adelanto casi gratuito. Si anduviéramos de carteros y buzones, pagando franqueos, no podría: sería más perezosa, no correría la savia, que corre y enriquece esta especie de injerto intelectual que practicamos y que, sin duda, influirá en nuestra fruta de pensamiento.

Y creo que escribo esto para que la gente me envidie, que tengo un amigo de verdad por internet; y creo que es un lujo verdadero que no disfruta casi nadie.