Mi primera nación es mi
familia donde nací y continúo. Si me preguntan en Ávila de dónde soy, diré que
de Cardeñosa. Si me preguntan en el resto de España diré que soy de Ávila o
castellano. Y si me preguntan en el resto del mundo: soy español.
En este blog he demostrado
que también quiero a los franceses, a los portugueses y a los italianos, pero
me siento un poquito más hermanado, por supuesto con los españoles, pero
también con los países americanos que hablan
español, porque ya lo dijo Unamuno “la sangre de mi espíritu es mi lengua”.
Mi nacionalismo es una
querencia, la conciencia de haber compartido una historia, unas derrotas, unas
canciones, unos programas de televisión...
Voy a lo concreto: mi postura
sobre Cataluña.
Ya dije en mi artículo
anterior que mi percepción subjetiva cuando estuve en esas tierras fue que
estaba en España; pero hay muchos datos objetivos: las votaciones con garantías
que se han celebrado hasta ahora demuestran que algo más de la mitad de los catalanes
no votan a los partidos independentistas. Pero aunque fuera solo el 41% de los
votantes los que quieren seguir siendo españoles yo les apoyo, porque tienen
derecho a serlo. Yo defiendo sus derechos, porque un español tiene más derechos, más facilidades y mejores oportunidades de vivir que un catalán.
Sí, señor. Les habla un
“españolista” que presume de que tenemos el mejor sistema de trasplantes de
órganos del mundo. Es decir un español catalán que tenga un grave problema de
corazón tiene seis veces más posibilidades de recibir un trasplante compatible
entre cuarenta y cinco millones de posibles donantes que entre siete. Lo mismo
le pasa si está en el extranjero, tiene muchas más posibilidades de recibir
protección diplomática de un país
mediano pero conocido como España, que el de un minúsculo país como sería
Cataluña. Por supuesto que también están los derechos de movilidad física que
actualmente tienen y el derecho a vivir en cualquier parte de España.
Son legítimos esos
derechos,¿merece la pena defendérselos a quienes se los quieren arrebatar? Mi
respuesta es sí, son bastante importantes, yo sería partidario de defendérselos a cualquier persona, pero
más tratándose de españoles, que quieren seguir compartiendo conmigo ese
sentimiento de cariño.
Un referéndum como el que
quieren hacer el próximo domingo es una chapuza sin garantías, eso está muy
claro, y además, si consigue hacerse sacará
un resultado muy cercano al 100% que, obviamente, no representa a la población.
Pero tampoco soy partidario
de un referéndum con garantías que quedara más o menos victoria por la mínima
de cualquiera de los dos: sería un precio demasiado caro a pagar por todos los
de allí, porque se multiplicarían los acosos, las frustraciones, la rabia, la
sospecha de “pucherazo”: sería un enfrentamiento y está claro que en la calle los
que más gritan, porque también son más jóvenes, son los independentistas. Así que vuelvo a defender a los "españoles", porque serían los que salieran peor parados. La duda, lo razonable para mí es no perder derechos, por lo tanto creo que
ahora no debe hacerse esa capital pregunta, porque está muy claro que no está
claro.
Pero no afirmo que nunca deba
poder llegar a hacerse. Si se viera que en las elecciones democráticas
normales, que son las generales, las autonómicas o las municipales, (éstas no, las pasadas tampoco) la balanza
se inclinaba claramente, y eso lo cifro en por lo menos un 60% de votos a las
candidaturas independentistas, sería el
momento de consentir hacer un referéndum vinculante.
Por mi parte solo me quedaría resignarme a que
perder los derechos que como español tengo en ese rincón y los “españoles” de
allí, también a las ventajas que que tenemos por ser esta nación.