Aunque solo fuera por llenar de colores esta página. Pero el frío, lo mismo que el calorazo, encoje el ánimo. Menos mal que hicimos el viaje de finales de enero y mi mujer luego ha ido a Valencia una semana; ya tenemos satisfecho el baño de imágenes correspondiente a este trimestre.
Primum vivere, deinde filosofare. Este refrán latino, que conozco desde mi adolescencia, "primero vivir, después filosofar", me está pidiendo más vida, y es que nosotros solo vivimos plenamente cuando viajamos, aplanando horizontes, abordando ciudades y pueblos, bebiendo sensaciones con avidez y todavía sorpresa, maravilla.
Escribo, leo, toco la guitarra, salgo a correr, compro, como, cocino, pero sabiendo que el vivere está más allá, con sus tensiones y sus deslumbramientos, que habrá un día en que no podamos por la falta de vigor aventurero y tenga que resignarme a la pasividad de los recuerdos almacenados. Me gusta la literatura de viajes, me gustan los documentales de viajes (sin perro, sin majaderías, que últimamente en la televisión española ponen algunos), me gusta reconocer.
Abomino de introducirme en las multitudes, disfruto los ambientes serenos, por eso los días antes a esta Semana Santa iba a ser el siguiente. Huiríamos a casa justo hoy, cuando se avecina la vorágine en todos los destinos de España, pero el tiempo húmedo y ventoso nos amilanó y aquí quedamos sin salir, viendo nuestro particular paisaje, ahorrando ganas para la próxima escapada.
Ayer nevaba así de bonito, y nosotros al calor del salón.
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