Los lunes todos los museos de Cartagena están cerrados; menos uno, que además es gratuito, y a mí me resultó muy interesante porque a pesar de no haber disparado nunca un arma de fuego, tengo una pequeña relación con las armas ya que conservo desde mi infancia una colección de soldados, tanques, aviones y cañones de la segunda guerra mundial de la marca "Montaplex" que según investigué un día en internet, se hacían en los años 70 en Cataluña, con moldes ingleses.
Venían en sobres de papel y costaban 6 pesetas (menos de cuatro céntimos de euro actuales).
tengo un modelo de Montaplex de este cañón que supe aquel día que es de diseño ruso, los cuales, capturados por los alemanes en la segunda guerra mundial, fueron vendidos a España en el 42 y el arma les gustó de tal manera que los copiamos, aunque introduciendo algunas mejoras.
La guerra civil no podía dejar de aparecer. Este es un carro ruso, un T-26, que vendieron a los republicanos y fueron muy superiores a los tanques italianos, la historia de este carro y de otros es que se pasó al enemigo, es decir al bando nacional. Los nacionales tenían ofrecido públicamente a los tanquistas republicanos 500 pesetas si se pasaban con el tanque de bando, ¡buen negocio! y después los utilizaban ellos en la misma guerra contra sus hermanos, pero para distinguirlos de los "rojos" les pintaban la bandera nacional y les ponían arriba la Cruz de San Andrés. Esto nos lo explicó un jubilado de 76 años llamado Manolo, que es un pozo de sabiduría en historias bélicas, aunque supongo que en las demás también.
No muy lejos estaba una batería (cañón) de costa, gemelo del emplazado en "La Parajola" que fue el que causó la masacre del mercante "Castillo de Olite" donde apresuradamente, pues se había producido una sublevación en Cartagena en marzo de 1939, embarcaron a 1.500 soldados para que fueran a terminar de ocupar la ciudad. Había baterías de costa en diferentes emplazamientos, algunas ya nacionales, otras todavía republicanas. Según nos narró Manolo, con un cañón pequeño, que nos señaló pues estaba allí, les hicieron un primer disparo. Ya el capitán del barco comprendió que no iba a poder entrar y trató de dar la vuelta, pero con uno del calibre 15,5 (lamento ahora no haber hecho la foto del monstruoso cañón) tenían un alcance, precisión y blanco seguro. La guerra estaba perdida y los artilleros les hicieron adrede un disparo por encima, pero llegó algún integrista que encañonó a los encargados del cañón y les obligó en el segundo disparo a hacer diana, a punta de pistola. Acertaron de lleno y el capitán del mercante trató de embarrancar el barco en la costa para que se pudieran salvar algunos soldados, pero no lo consiguió del todo: hay en otra parte del museo una lista de fallecidos entre los cuales quedó algún superviviente; no los contamos, pero dudo que hubiera más de 10. Si todas las guerras son inhumanas, jugarse 1.500 personas a entrar en Cartagena, sin saber si van a poder desembarcar, o mandar disparar sobre 1.500 personas indefensas, (estaban indefensas frente a ese cañón) al final de una guerra absolutamente perdida, es algo que estomaga a este aficionado a la historia, 83 años después.
Hay muchos aficionados parafascistas a las armas que la gozan en estos lugares, yo no lo soy y tenía repelús a que me confundieran fotografiando armas a diestro y siniestro. (Lo siento, Juan Heredia, pero debí fotografiarte el modelo de "Naranjero" del Sargento Manzano, que Manolo nos explicó que era un arma endiablada si perdía el seguro, que acepta la versión de la muerte de Durruti por un tropiezo del seguro; según él todo sucedió dentro de un coche. Que más tarde le pusieron otro seguro mejor a los naranjeros y fue un arma reglamentaria de la Guardia Civil).
Estremece pensar la vileza de esos jugueticos llamados minas antipersonas, estas de la foto fueron recogidas por el ejército español en las guerras de la ex Yugoslavia.
"marcado, como el vientre de los misiles" lo de abajo es un torpedo, ya que me puse a fotografiar por motivos humanitarios las minas antipersonas... estaban en la misma sala
En la misma vitrina de las minas antipersona estaban estas granadas que fotografié también porque no tenían belleza y sí vileza. Ahora lamento que mi pacifismo militante nos deje sin muchas fotos interesantes.