que juega al billar, y al pin pon, y a diferentes juegos de cartas o de dominó, hay tiendas de puzles y no solo para niños, hay espeleólogos, y gente que practica el kárate, bailarines de salón, y otros que lo hacen en grupos folclóricos, hay gente que pesca en los ríos y hay cazadores, pero también criadores de canarios, hay gente que toca la guitarra para sí mismo, como yo, y hay otros que la tocan para los demás, hay catequistas y misioneros, y paisanos que dan la vuelta al mundo en bicicleta, hay gente que juega al pádel, y otros que lo hace al fútbol sala, personas que beben güisqui con o sin moderación, humanos que cocinan con esmero, gente que pinta, o que restaura muebles, aficionados que tunean coches, gente que escribe, gente que lee, gente que se escucha por la radio las óperas de Wagner que transmiten desde Bayeruth, (el teatro que mandó hacer Luis II para la música de Wagner) hay gente que sigue a su equipo de fútbol y se desplaza con ellos, gente culturista de sus músculos, gente que va a correr carreras populares, gente que hace punto de cruz, y gente que tiene serpientes en casa, gente que se va de putas, gente que se engancha a drogas, gente que se mete en sectas, gente que se hace concejal.
El mundo es largo y ancho cada cual se entretiene como puede, o busca una misión que dé sentido a su vida. Creo que en el fondo damos palos de ciego buscando felicidad, amor, reconocimiento, o simple masturbación privada para buscar el sueño, el descanso que renazca a la esperanza.
Es una manera de ponerse de espaldas, o al menos de perfil, frente a la muerte.
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