jueves, 4 de diciembre de 2025

Wiener Singverein

 La primera vez que escuché conscientemente la novena sinfonía de Beethoven fue en una casete barata que compré en el mercadillo de los viernes de Ávila a primeros de los 80. Su director era Josef Krips, y la orquesta la Sinfónica de Viena. 

Después lo he escuchado quizá cien veces, mayormente en transmisiones de radio. En su día me compré la versión que hizo Leonard Bernstein con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, porque estaba de oferta de lanzamiento y también porque quería tenerla en CD y la habré dado una cuantas vueltas.

Recuerdo como muy emocionante la versión de Leonard Bernstein en Berlín al poco de caer el Muro, que retransmitieron por televisión.

Un azar puso en mis manos esta versión de Herbert Von Karajan de octubre de 1962, con su Filarmónica de Berlín. Yo tenía manía al celebérrimo director de la Deutsche Gramophon: la compra segura que todos hacían y todos regalaban. Quizá mi falta de poder económico, juntado a mi visceral rechazo por lo que todos eligen, por el Real Madrid, por el Corte Inglés, por la Cocacola, por los BMV... hicieran que hubiera preferido cualquier otra versión más modesta, por lo menos de boquilla, como la zorra hablando de las uvas. 

Nunca he montado en un BMV y tampoco me importaría que me dejaran conducir uno.



Tengo este disco hace años pero nunca me había puesto a escucharla, porque dura una hora y porque de vez en cuando la ponen por la radio, como pasa con los conciertos de violín de Brahms y de Beethoven, o la primera de Mahler, que me los encuentro sin buscarlos.

Pero hace pocos días lo hice, a la vez que leía una novela, pero parándome muchas veces a solo escuchar. Y algo me interrumpió el cuarto movimiento final que me estaba entusiasmando, por todo, pero más que nada por la interpretación coral. En estos 45 años he podido educar mi oído en la música vocal, hace años solo apreciaba la instrumental, pero hubo unos meses en que fui tenor en un coro y por entonces tuve ocasión de escuchar en directo algunos coros norteamericanos y uno portugués con profunda envidia y admiración. Soy seguidor de un compositor llamado de este tipo de música llamado Dan Forrest (buscadlo en Youtube).

El arte musical de la novena de Karajan del 62 (después grabó una versión en formato digital que no he oído) es soberbio, me ha impresionado y eso que ya no disfruto del cien por cien de audición especialmente en los tonos agudos. Hoy volví a escuchar el tercero y cuarto movimientos, esta vez sin interrupción. Este coro vienés del título Wiener Singverein era el favorito de Karajan, y los montó a todos en un avión para llevarlos a la iglesia Jesus-Chirstus-Kirsche de Berlín para que le cantaran la novena para los micrófonos de la DG. Seguro que había corales en Berlín de sobra para haberlo hecho. Pero Karajan los exigió para su versión. Los austriacos sobrevolaron la DDR, la Alemania comunista, para aterrizar en el famoso aeropuerto con el que los americanos rompieron el bloqueo soviético a la ciudad de Berlín, y supongo que harían al menos un ensayo general antes de grabarlo dos años antes de naciera yo.



El resultado valió la pena por el gustazo que me han dado en noviembre del 2025. Es preciosa. El director de ese coro se llamaba Reinhold Schmidt.



miércoles, 3 de diciembre de 2025

Más Montignac

 

Los franceses jardinerófilos se las arreglan para elegir que sus plantas florezcan también en otoño. Algún día, si vamos en primavera, esperaré una orgía de colores.


                             Un lavadero restaurado, cosa típica de la Dordoña
A la derecha esa grapa tan francesa para evitar que revienten las paredes.

Una virgencita de devoción callejera como si estuviéramos en Andalucía



otro lavadero, lo que fotografiaba mi mujer,







a un paraíso como éste no quieren venir a residir médicos jóvenes. Recordad que un anuncio los reclamaba.

martes, 2 de diciembre de 2025

El independentismo catalán no vende bien en Francia.

No me di cuenta porque no lo leí, si lo hubiera hecho no habría comprado este producto. 


Estaba en la zona anti desperdicio de un supermercado Leclerc. Yo siempre miro los artículos rebajados: los sábados; suelo ir al Mercadona de Béjar a comprar productos cárnicos ensaladas o setas que también tienen un 30% porque son más perecederos, en los embutidos o en los quesos que están pensados para durar más no pasa aquí que yo me haya dado cuenta, los suelen vender antes. Pero este fuet y otros muchos compañeros suyos que estaban en la zona anti-gaspi llevaban unos cuantos meses sin que nadie los comprara y los rebajaron para que se lo llevara gente que mira el euro como yo.

No creo que la cadena Leclerc haya ganado nada con esta transacción, se trataba más bien de no perder (obviamente no es rentable comerciar para no perder) así que probablemente no les comprarán más.

Esto de la ilegal bandera independentista que sale dos veces en la etiqueta dudo que se atrevan a ponerlo en la mayor parte de España, porque aquí no les compraría casi nadie de los que lo advirtieran. 

Tampoco los franceses que yo he conocido, -salvo en la Bretaña-, porque son bastante unitarios, orgullosos de sus enfants muertos de su bandera, de sus guerras ganadas, de su "bleu". A mí y a otros españoles que vamos por ahí nos da envidia.

Producto catalán, bien claro estaba aunque con la pegatina del 30%, no me fijé.
 
Pero no han utilizado el registro CAT, que intentó poner Pujol hace años. Han tenido que poner ES, que significa de España y GE de Gerona. No ponen Gi de Yirona, no entiendo la razón.

Así lo vi, quité la pegatina con cuidado para explicar esta historia.


lunes, 1 de diciembre de 2025

Montignac, la de los bellos tejados

 Seguro que hay cientos de pueblos con tanta armonía en las cubiertas de sus edificios, pero en Montignac lo expreso así, porque está al pie de un cerro bien edificado y lo que nos permitió subir por sus calles y hacer fotografías tan hermosas como éstas:




El castillo no era visitable, ni siquiera nos proporcionaba un mirador para ver esta armónica localidad.

Era uno de los objetivos del viaje, no por lo que os voy a mostrar hoy sino porque en su término municipal están las celebérrimas cuevas de Lascaux. Aquí sí tomamos un hotel para resarcirnos del que no habíamos pagado en Cahors.


Las calles son estrechas, forzosamente peatonales y además en cuesta, con lo que es peligroso que alguien permita cagar a sus perros sin recogerlo. Encontramos en una casa esta advertencia que en España, país superperrófilo no sé cómo sería visto por ese público.



por supuesto que tiene un río reglamentario.

Bonitas parras hermosas ventanas y tejados, calles limpias. Los franceses esconden los contenedores de basura y las papeleras y todo te lo llenan de tiestitos y hierbas casuales, que dejan crecer.
Estos detalles nos engatusan, los franceses siempre buscan agradar.
                                       ¿A que estaría fatal que en estas calles hubiera cacas de perro?