Es un pueblo de postal, quizá mucho más bonito desde fuera que desde dentro, donde se muestra más turísticamente homogéneo. Uno no puede exigir todo: encontrar pueblos bonitos y auténticos y que la gente de allí viva y los mantenga autónomamente sin que parezcan querer cobrar por cualquier cosa, o que todos los rincones están ya deliberadamente expuestos. Es una ingenuidad. España vive del turismo y cuando vayamos a Florencia será mucho más exagerado.
A esta torre costaba 3,5€ subir, pero nosotros todavía no sabíamos donde estaría nuestro alojamiento, mientras caía, inexorable, la tarde eran más de las siete y media.
me vuelvo a ver esbelto: tengo los brazos muy largos
Una vista más amplia del pantano del Gastor, muy por debajo de sus posibilidades esta primavera.
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