viernes, 24 de mayo de 2024

No ganar "pa" disgustos

 Los políticos profesionales de España (supongo que de todas las democracias del mundo) no pueden ganar "pa" disgustos. Salvo que uno se crea un ser providencial que todo lo que toca convierte en oro, o que está evitando a su país de las garras de unos facinerosos, o que, directamente, se esté metiendo en la cartera dineros, poderes, influencias para sí o para los suyos.

Descarto la tercera opción por demasiado simple, a pesar de los muchos ejemplos que ha habido y seguirá habiendo. Me pasa que nunca haría eso; jamás he robado nada más que fruta de árboles que sé que sobraba y que he visto que no se recogía. Desde que soy hortelano he regalado toneladas de fruta y hortaliza (eso sí, a gente que me caía bien) aunque no lo he hecho por mala conciencia por esos hurtos frutícolas, sino como una manera de que se aproveche la abundancia.

Pienso en la dureza de la política, en el músculo de aguante de los ataques, en el otro músculo de hacer como que se cae de pie, o en el resorte del "y tú más", en las medias verdades, en las exageraciones arrojadizas, en los calentones y rifirrafes.

¿Cómo se le quedará el cuerpo a una persona después de hablar y que le combatan, de ser abucheado, de que se rían de uno? No pueden compensar el querer ver que los tuyos te jalean, o que abuchean y se ríen del adversario.

Pienso ahora mismo en Pedro Sánchez, a quien nunca perdonaré sus mentiras y la prostitución que hace del gobierno y las demás instituciones del estado, pero olvidando esto reflexiono sobre las palizas que le dan, lo que le calientan las orejas, y ahora con internet lo podemos hacer cualquiera. Pienso lo mismo de Isabel Díaz Ayuso, la promesa de la derecha, la que está llamada a ser la primera española presidenta del gobierno, supongo que eso es lo que la mantiene frente a parecidos ataques que recibe todos los días.

¿Cómo dormirá esta gente? Solo he tomado una vez un somnífero pero con tanto miedo que no me hizo efecto y no me atreví a tomar más, y eso que conozco a gente que los toma, (mi madre no hace más que recomendármelos de palabra y con su ejemplo) Yo no soy capaz de dormir si algo me ronda la cabeza, si he dicho alguna palabra de más: tengo claro que no serviría para político. No sé cómo lo harán ellos.

Lo curioso es que los propios políticos, que han de saber en carnes propias cómo se sienten sus adversarios, las magulladuras que soporta su alma, cómo pueden azuzarse y zarandearse con la peor intención. He visto en mi infancia peleas de perros promovidas por humanos, y en la televisión y en la literatura también peleas de gallos en el palenque. Supongo que el orgullo del campeón hacia su amo, o el amor propio, será una remuneración que tengan los políticos después de las palizas que les dan y que se dan.

Además siempre les salen roldanes, o koldos, personajes siniestros que aprovechan su momento para robar, y que hay que defender al principio porque "son de los tuyos" hasta que caen como indefendibles y el político los repudia porque pueden hacerle caer, aunque siempre serán munición arrojadiza.

Para terminar, siempre terminan mal: Adolfo Suárez, Felipe González, derrotados. Jose Mª Aznar que se iba a retirar victorioso nos metió en la guerra del Golfo y su partido pasó de la mayoría absoluta a la oposición, creo que todos ellos están o estuvieron resentidos contra la gente, porque normalmente no se gana "pa" disgustos.

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