Cuando fui niño me caía muchas veces al suelo; me di muchos trompazos, también con la bicicleta. Uno se hacía "pupa" pero la caída era de menos altura y con menos peso, además con el ángel de la guarda dulce compañía no me dejes solo ni de noche ni de día carecían de importancia.
Pero cuando se caían las personas mayores era noticia en el pueblo, "se ha caído tío tal o tía tal" tenían que ir al médico, los escayolaban, y a veces se morían al poco.
Me he dado un buen (e inexplicable) trompazo, bajaba andando por el arcén de la carretera de Candelario y me vi en el suelo. En otra caída que tuve hace años en Salamanca reaccioné igual, no poniendo las manos y cayendo con todo el cuerpo. Creo que si hubiera puesto las manos habría tenido rotura de algún hueso y quizá finalizaría la carrera de guitarrista aficionado para siempre. A diferencia de las caídas infantiles hacen más pupa y más daño, uno se queda resentido aunque no tanto como las caídas de las personas mayores de mi niñez.
En mi exhibicionismo me hice unas fotos para mostrároslas, así habrá un espacio diferente antes de comenzar el relato de un viaje al Sur de Badajoz, de Ciudad Real y una nueva incursión en Andalucía que tenía como objetivo la plaza ochavada de Archidona.
Pero hoy mis pupas:
Se infectaron un poco. Luego picaron, lo cual es un placer anticipador de la sanación
No sé como pude rozarme debajo de la tetilla derecha. Otra cosa a destacar es mi ombligo "ojo de elefante" según le estoy viendo ahora. Creo que me ha sugerido "elefante", por el trompazo causante de este "striptease".
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