Cuando en un cajón se tienen escritos de un genio sin publicar es tentador para los propietarios hacer caja. No se conforman con los derechos de autor de las obras que han labrado el prestigio de su autor; casi nadie se conforma, la avaricia monetaria es uno de las motivaciones más acusadas del ser humano.
Recientemente los herederos de García Márquez permitieron publicar una novela que él había dejado inédita. Alegaron que los investigadores que estudian constantemente sus papeles para hacer tesis consideraban que era buena y debía publicarse. No la he leído, pero tampoco he oído ni leído que sea buena, que merezca la pena.
Supongo que no tardarán en salir obras de Vargas Llosa, y si tardan, no creo que queden sin publicarse.
Siempre habrá público ávido de tenerlo todo de estos genios, y por lo tanto están dispuestos a que sus herederos hagan caja cuando las editoriales lo estimen más oportuno.
Parecido debió de ocurrir con Un par de escritores. Este libro que contiene cuatro cuentos inéditos hasta 1983, de Raymond Chandler, que había muerto en el 1.959
Los compré "por ser vos quien sois" y los he acabado por la misma razón; o quizá, en un momento de su lectura, para cargarme de razones para despellejarlos aquí. Me da la impresión de obras prematuras, pero en cualquier caso son fallidas y debieron de quedarse en aquellos cajones.
No me atrevo a decir que sea lo mismo con "París era una fiesta" publicado también póstumamente, en 1.964, tres o cuatro años después de la muerte de su autor, que me está resultando muy interesante. Este libro, que es un diario escrito sobre los años 20, resulta valioso y probablemente no se dejó de publicar porque careciera de interés o de calidad, sino porque trataba de personas que podían verse afectadas por la sinceridad consigo mismo de Hemingway, que escribe francamente de gente que conoció.
Otra cosa es que yo pensaba que los norteamericanos tenían más dinero que los sudamericanos cuando estaban en la siempre cara París. Pues no. Hemingway también pasó las de Caín y lo cuenta con mucha gracia y verosimilitud.
Es muy ágil, y además nos muestra cotilleos de gente conocida. Da pena, o grima, Scott-Fitzgerald.
No hay comentarios:
Publicar un comentario