miércoles, 9 de julio de 2025

Alange para empezar viaje.

 Entré Mérida y Almendralejo aparece un desvío como un guiño que llevábamos tiempo queriendo contestar. Eran unas termas romanas, no queriendo verlas se nos presentaba esa palabra en los libros y en las interneces. Así que había que abrir un día por ahí, sobre todo porque era una ruta que nos conduciría después a la calderoniana Zalamea de la Serena, de la que tenemos más necesidad una vez habernos confundido con Zalamea la Real.

Alange es un balneario romano desde aquellos siglos, pero solo desde el pasado levantaron un pantano para los fines que fuera y que además consiguió que el pueblo tuviera más nombre y más empaque turístico, porque así puede ofrecer deportes náuticos aparte de otro frescor en las noches de verano muy de agradecer en esas latitudes.

Aquí está parte del muro del pantano, que fue lo primero que nos encontramos. Aunque a decir verdad lo primero era un castillo roquero al que no pudimos acceder por un cartel de no molestar a determinadas aves rapaces en tiempo de crianza.



Arriba de esos riscos está el castillo que se ve desde más lejos, pero desde abajo aún la perspectiva no deja ver sus restos.
Ya en el casco urbano un mural nos muestra el castillo que no pudimos visitar.
                  Sí os fijáis había muchas golondrinas revoloteando aquella mañana.


Más panorámica en esos muros pintados, que parece que un día taparán los nidos de golondrinas que se agolpan perdiendo altura como las construcciones de los barrios miseria de Iberoamérica.

El balneario sigue aprovechando las cálidas aguas medicinales Creo que no puede haber balnearios sin gran hotel de chanclas y albornoces.



y sin atractivas esculturas como reclamo del baño




uno se siente el paleto de siempre entre estos lujos que aún no ha catado y que ni siquiera se atreve a envidiar. (De momento)

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