Recuerdo un chiste gráfico en el que una persona escribía algo y lo echaba a un buzón de sugerencias que iba directamente a la papelera. La papelera es la nada, no va a ninguna parte.
Acabo de leer que la oración contemplativa permite un contacto directo con Dios; la virtud de la religión permite al hombre, ejercitándola, alzarse hasta su presencia.
Escribió Antonio Machado quien habla solo espera hablar con Dios un día.
Yo no creo en Dios, por lo tanto no creo que nadie haya podido hablar con dios. Dios o no coge el teléfono, o está sordo o está mudo. Ninguna persona con la que yo haya hablado se ha atrevido a decirme que ha recibido respuesta.
Algunos se metieron curas, frailes o monjas. Algunos, en siglos anteriores, edificaron ermitas, iglesias, conventos o catedrales, para alabar a un dios que nunca ha contestado.
Hace pocos días hubo un terrible terremoto en Kamchavka, ¿eso es una contestación? Yo creo que no, ni los diluvios, ni los incendios provocados por rayos, ni las sequías son ningún mensaje divino.
Y tanta gente se acerca llena de fe, con sus peticiones o con sus reflexiones, a un buzón que comunica directamente con la papelera.
Cuarenta y muchos años de reconocerme ateo, evidentemente. Leo cosas así y me paro: ¿Cómo es posible que una mentira sea para otros la mayor verdad y consagren parte o toda su vida a ella?
***
PD. Cuando escribo esto arde el Sur de Gredos, cuyos paisajes inocentes tanto he disfrutado y amado. El incendio, como el de hace quince años, ha vuelto a ser provocado en un día de viento, por manos humanas. Hay gente que afirma que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios.
¿Cómo me voy a creer yo nada?

