viernes, 8 de diciembre de 2023

Poema que podría ser letra de un tango

 Sé que Eduardo Haro Teclen, crítico teatral y director de la única revista a la que estuve suscrito "Tiempo de Historia", decidió donar su cuerpo a la ciencia.



Yo soy tacaño, sin vergüenza corporal y he pensado lo mismo para mí: que sirva para las lecciones de anatomía: que me destacen para explicar los órganos y para hacer prácticas de histología.

Es la forma mejor de aferrarse a la existencia, no sé cuantos meses duran los órganos ni cuantas vidas tienen sus filetes en la enseñanza. 

Todo se aprovecharía de mí como del cerdo: el animal con diferencia del que más estoy compuesto, porque es de lo que más he comido. El animal que me ha tocado limpiar, y él único que me he atrevido, sin odio, a acuchillar.

Después de componer este poema he mirado en internet y es mucho más complicado de lo que pensaba... para dentro de muchos años.





ÚLTIMA VOLUNTAD

Quiero enterrarme en formol, aunque sea troceado

sobrevivir a plazos

un tiempito más; sin ser pasto de gusanos,

y que mis deudos no paguen los platos

de mi incineración:

No quiero quemar por mí gas natural,

no aumentaré el ceodós

para hacerme polvo de aventar.

 

¡Seré modélico por primera vez!

“Aquí tenéis, alumnos, un riñón

para que sepáis cómo es”

Y mi gran fémur, orgulloso

de ser el óseo caporal.

Las circunvoluciones de mis sesos

donde circularon pensamientos

y pasa éste también.

 

Mi corazón, que nunca me falló,

casi sesenta años currando

-Me siento explotador-

Mira que le di disgustos amorosos

y gozosas taquicardias de amor

 

Mi ojo que ya no verá

será solo globo ocular,

que no subirá a un cielo

en el que no creí.

Tan solo el cielo de mi boca

que mi lengua ahora toca

solo por comprobar.


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