miércoles, 20 de diciembre de 2023

Cavilaciones prepóstumas

 Una de las servidumbres de la edad provecta a la que estoy entrando es el prurito "por poner en orden los asuntos sucesorios". Lo vi de lejos en su día con mi tío Petronilo hace más de veinte años, ahora que los sobrinos tratamos de hacerlo efectivo para nuestro provecho, lo comprendo más y mejor. También lo vi hace menos tiempo con mi padre que, después de arregladas las cuentas con la herencia de su tía e intentadas con la de su hermano, se empeñó en arreglar el tejado de la casa que tenemos en el pueblo para que, por bastantes años, las goteras no se comieran el cielo raso aunque no llegáramos a buen entendimiento los hijos.



Estando así yo en el salto de los cincuenta y nueve, escuchando cada vez más ruidos internos de pies, espalda, riñones, apagándoseme los oídos, que ya no perciben a quien se acerca por detrás cuando voy corriendo por la vía verde de Béjar.

Despierto en la premadrugada como debió hacerlo Cervantes (noches de claro en claro) y lo anotó en la descripción de su personaje más famoso. Yo, como Alonso Quijano que ya soy terrateniente, pienso en tierras y en su orden, pienso en linderos y servidumbres de paso, cavilo como aclarar bien las cosas, para que mi hija se las encuentre lo más diáfanas posible; ahora no es el momento de implicarla ni siquiera a nivel "entérate un poco de lo que es tuyo", porque ella está en otras batallitas, muchas más de las que estaba yo a su edad.

Cuando uno hace la escritura de una herencia le "regalan" (a cambio de un dineral) un montón de planos catastrales impresos con sus metros cuadrados y sus linderos, posibilidades de agrupar o desprenderse para poner en orden las cosas que decíamos al principio 


Trozos de tierra minifundista en un lugar de Castilla la Vieja impracticable para la agricultura moderna, donde no mereció la pena nunca comprar maquinaria ni hacer concentración parcelaria, aunque lo intentaron hace treinta años unos listos para cobrar a las administraciones públicas el coste de sus "estudios de ordenación del territorio": como hubo oposición de parte del pueblo el proyecto se metió en un cajón, y los listos el dinero público en su bolsillo.

Yo compré el año pasado una tierra a un primo de mi padre para concentrarla a otras dos y conseguir una finca considerable, y lo hice enterrando un poco de dinero de la herencia de mi padre allí porque ya lo había intentado él al heredar una finca de su tía, pero todavía estaba en los dos primos la idea de castellanos viejos de que las tierras heredadas no se venden, que eso es deshonra, y desprecio a la familia. Mi vendedor, con 83 años, lo hizo por hacerme un favor, porque lo comprendía y, otro poco, por arreglar las cosas. 

En esas anda mi cabeza insomne.

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