lunes, 25 de diciembre de 2023

"El olvido que seremos" segunda crónica de una muerte anunciada.

 No sé cómo alguien puede desprenderse de un libro tan hermoso, si lo ha leído. Lo habrán hecho los hijos o los sobrinos con todos los libros de algún muerto al que debo estar agradecido, por dejar esa herencia a alguien que no la apreció.

No he vivido en un país mortífero, aunque sí: viví los años de la ETA que mató a mucha gente, y dudo que ninguno de los hijos o hermanos de los asesinados pueda leer sin desgarro las últimas páginas de esta crónica de vida y de muerte.

El libro está escrito por su hijo, veinte años después, aunque no es cierto: el autor, que ya era escritor,ha estado masticando la muerte de su padre hasta que se hizo una pasta inteligible, hasta que pudo tener la perspectiva para convertirlo en palabras flotantes en sus mares de lágrimas y espuma rabiosa, y llegaran a una playa como una botella con mensaje, y eso me encontré yo el pasado viernes 22 día de la lotería de navidad que me tocó este premio por un euro.

Nada conocía yo de Héctor Abad Faciolince. ni idea de que este libro tuviera ya una sexta reimpresión en enero de 2009. Aprendo de la vida, que siempre está dispuesta a enseñarme tesoros desconocidos del conocimieto. Una vez más.



El libro es ameno y tiene el humor de la vida que se va volcando en el mal humor de un asesinato, con todos los detalles en carnes vivas de aquel día, todo lo que pasó y lo que pudo haberse evitado moviendo una brizna de realidad, pero pasó. En el bolsillo del asesinado su hijo encontró, copiado a mano, un enjundioso soneto de Borges que contiene la frase "el olvido que seremos". 

Y yo no puedo dejar de evocar el olvido, los olvidos de la democracia española también que vive al bollo y se olvida los que quedaron en el hoyo, hasta hace bien pocos años. Yo he sentido muchos asesinatos de guardias civiles ametrallados por las famosas "nueve milímetros parabellum", pero ninguno como el último guardia civil asesinado en Mallorca, quizá por bomba-lapa. Mi compañera de oficina de entonces tenía un hijo en la Guardia Civil, aunque estaba en la Seo de Urgel, menos mal, pero ella, como madre, se puso mala y yo escuché aquellas llamadas, ha sido en Mallorca, y sentí aquellas vibraciones mortales en directo.

No olvideis esta joya, es una delicia que todo hijo debe leer si quería mucho a su padre. Seguro que aún  se puede comprar nueva, pero si algún heredero la regala a un lugar de libros de segunda mano, lanzáos a ella. 

Será una gran experiencia. De verdad.

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