Hace cinco minutos yo estaba pedaleando en mi bicicleta estática. Me había propuesto llegar desde el 591 hasta el kilómetro 600. Pero se ha presentado él y me ha susurrado,
Pero si ya tienes bastante.., esta mañana has salido con tu mujer y habéis hecho ocho kilómetros andando.
Yo he perseverado con vista fija en el contador que avanza muy lentamente, ¿estará averiado?
Además son las diez menos cinco, a lo mejor el vecino de abajo sigue durmiendo: lo vas a despertar. Se estará cagando en tus muertos.
He pensado que ya le vale a las diez de la mañana, aunque sea domingo, además la bicicleta no hace tantísimo ruido.
Te vas a hacer daño, esto no es bueno para la espalda..., además podías desarrollar esta idea en el blog. Si no, como tantas otras, se te va a olvidar.
Y entonces me he bajado de la bicicleta con 593,6: aquí me tenéis con el antiexorcismo.
Me pasa a veces que se ha quedado un trozo de tortilla de patata de la cena y la he guardado en el frigorífico, si me despierto él me lo recuerda y añade:
Levántate, cómetela con un trocito de pan y te quedarás dormido cuando vuelvas a la almohada.
Muchas veces estoy dando vueltas al insomnio, y me concedo "venga, levántate, solo a por un poco de agua, que no engorda.
Pero cuando abro el frigorífico allí está él incitándome. A veces si no encuentro nada que me convenza en sus semidesérticas baldas, me sugiere que abra una latilla de atún en escabeche.
Y yo lo hago.
Hago mal contra mi voluntad, luego existe.
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