Llegamos tarde y nos dejaron echar un vistazo. Eran, como en el palacio de Viso del Marqués, tiempos de comunión y un fotógrafo local aprovechaba el "marco incomparable" para hacer el reportaje con el caro vestidito de la debutante.
Estos momentos son indespreciables para un ladrón de situaciones como yo que ya había dejado escapar parecida escena en el palacio de Viso del Marqués, así que no me importó disparar contra el sol simulando fotografiar el monumento. (Además la niña era monísima, como veis)El guerrero y al caballo son parte de las atracciones de la visita del castillo que no pudimos hacer, pues todo esto fue cosa de minuto y medio: eran las ocho de la tarde y estaban a punto de cerrar.
Otra foto tirada en ese minuto y medio que nos regalaron.
Pero el castillo es precioso y fotogénico como para buscarle muchas vueltas y apretar el botón cada vez que uno volvía a mirar hacia él.
Por él habíamos venido y como probablemente volvamos a pasar cerca alguna vez, deberíamos regresar.
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