Estuvimos en la hora de la siesta subiendo y bajando. Pasamos sed apretada hasta que vimos una tienda que estaba abierta y vendía de todo a esas horas. Mientras degustábamos en unos bancos a la sombra el agua fresca (mejor beberla despacio a buches que mover el gaznate de ansia) un grupo de vecinos calculaba las ganancias del establecimiento, pero otros argüían que a ver quién tiene el tesón de abrir a estas horas con "esta" calor.
Estábamos sedientos en abril; en estos días que corren ahora, tiene que ser bárbaro.
La antigua cárcel es el actual ayuntamiento.
La ciudadela árabe, supongo que hoy pueden freírse huevos sobre estas piedras
Los olivares, la riqueza de estos lugares
Arriba corría el aire por la sombra y un viejo estaba sentado disfrutándolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario