En Archidona, en una plazuela que cuenta con este vistoso jardín vertical, podemos encontrarla. Hace unos artículos escribí que cuando uno vive mucho descubre que hay gente con raras pasiones como la persona que compuso esta colección. Eso está bien si se tiene dinero y espacio, pero los hijos o los herederos no ven más que un montón de cachivaches: sí, muy peculiares, muy interesantes para quien busque sus recuerdos, pero al final, si tienen serte han de ser exhibidos en un lugar público, porque no hay quien los aguante tropezándose todo el día con ellos, y también ha de ser gratuito porque si no nosotros no hubiéramos entrado. En Ciudad Rodrigo (Salamanca) hicieron un museo del orinal, no sé si era gratuito pero no entramos. No es lo mismo ¿verdad?
La primera radio que entró en mi casa, nos la regalaron porque no cabía en un piso de Vallecas que se estaba quedando pequeño a medida que crecían los niños, tenía un dial como éste, y uno soñaba con viajar a esos idiomas cuando movía la rueda. También en algunos lugares sonaban pitidos muy raros, como de extraterrestres, que invitaban a sueños más fabulosos todavía.









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