Álvaro de Bazán provenía del valle del Baztán de Navarra, lugar donde un día de estos que entremos o salgamos con tiempo de Francia deberíamos pasar; pero eso del tiempo viene a ser de lo más complicado, por la avidez de lanzarse al meollo del viaje del principio, y por la otra avidez por terminarlo con bien, del final.
La divisa de este noble es un simple ajedrezado: un estratega tiene que amar este juego pero no recuerdo si era la razón que nos dieron.
Por aquí sale envuelto en mitología.
Aquí está mucho más claro, al amor de la lumbre.
Maquetas que no supieron dónde colocar los de la marina ocupan esta sala, pero que no son de barcos de la época de Don Álvaro.
Hay mucha simbología y nuestro guía creo que se la sabía toda
Hay trampantojos, y también esculturas. Lo que está claro es que había presupuesto.
Creo recordar que es Hércules
Y me parece que éste era Marte.
Cómo no fotografiar todo mientras te lo explican, parece que tomas más interés en lo explicado; lo difícil es recordar lo que te contaron.
Esta estatua de Álvaro de Bazán fue realizada por Sergio Blanco, el de Sergio y Estíbaliz, que también fue escultor.
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