Era domingo y allí tuvimos motivos sobrados donde parar, después aprovechamos para comer a la sombra nuestras vituallas: tortilla, embutidos y tomatillos de los que cultivo en el huerto. Un turista francés mayor nos saludó con el
"bon apetit"
Y le ofrecí un par o tres de tomatillos que le encantaron tanto que buscó a su mujer que andaba por ahí para ofrecerle uno. Después estaba yo comiendo mi manzana reineta con navaja e igualmente le ofrecí un trocito. También lo agradeció efusivamente.
Tenía yo un cliente en Candelario, que decía que los franceses nos tienen mucha envidia porque nuestra fruta es más dulce, el sol debe ayudar a que suban más azúcares. Me sentí en esos momentos un poco superior a pesar de estas maravillas que ofrecía un pueblecito que no está recuadrado en nuestro mapa Michelín.
Flautas, duendes, princesas, caballeros, leñadores... como niños encantados podíamos sentirnos por ahí.
El puente interrumpido, como el de Avignon.
Por aquí comimos
Hemos coleccionado monumentos varios sobre la primera guerra mundial. No sé si habrá un país que quiera más a sus "efants de la patríe". Todas las plazas tienen un monumento, y en todas las catedrales y muchas iglesias tampoco falta un listado de los caídos en guerra; los suele acompañar la imagen de la piedad. En este caso una madre civil solloza. Lamento no haber tomado mejor el detalle.
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