Siendo capital de algo tan famoso como la Gascogne, era de esperar que fuera hermosa y tuviera alojamiento. Solo es famoso un gascón pero también es de los franceses más célebres: D'Artagnan, pero yo, que me he leído Los Tres Mosqueteros, -y no los recomiendo-, puedo deciros que resulta que el aspirante a mosquetero es un palurdo y su rocín es escuálido como Rocinante, el libro compara varias veces a D'Artagnan con don Quijote y muestra su paletismo en París como algo risible por el contraste con la elegancia y la finura de la capital de siempre.
No es que la ciudad carezca de belleza, pero no está a la altura de la media de lo que vamos a ver los días venideros. El tiempo nos apremiaba y tampoco encontrábamos alojamiento en esa "capital" así que tuvimos que huir para asegurárnoslo en Mont de Marsan, que era la opción "grosso modo" o "prima facie" para el primer día.
Estas, como a especie de claves de sol, son un sistema para sujetar las piedras de las paredes con un refuerzo externo de hierro, así no se engordan "y paren". Lo vería en más sitios durante el viaje, pero ya lo fotografié como curiosidad en Saint Sever.Era domingo por la tarde y a penas si se veía gente.
Este era un lugar donde practicaban juegos autóctonos.
A la salida del cual había unos servicios públicos gratuitos, cosa que hemos agradecido muchísimo siempre por su abundancia. Yo lo reclamo para España, que antes ofrecía por doquier bares baratos con su reglamentario servicio, pero en la actual crisis están desapareciendo y no hay dónde. En Francia sí.
Esta es como la plaza mayor, el único alojamiento que vimos estaba sobre ese bar. Booking tampoco nos los ofrecía.
En estos momentos le contaba yo a mi mujer lo de los tres mosqueteros.
el claustro de la iglesia principal.
El amor por lo vegetal no faltaba como en ninguna parte de Francia, esa puerta abierta también eran servicios públicos, que usamos.
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