jueves, 21 de noviembre de 2024

Problemas de memoria, que no de recuerdos

Ya no sé cómo se llaman muchas personas que conozco. En el supermercado comarcal me para gente que no recuerdo quién es, ni de qué los debía conocer. Si no fuera por las notas de mi mujer y por el mapa, tampoco sabría deciros los sitios donde hemos estado, aparcado, fotografiado, dormido... en Francia

Tengo que hacer memoria. 

En algún lugar (probablemente en el huerto) dejé un par de gafas. He perdido fotocopias de partituras,  y algunos libros. Las llaves, la cartera o las otras gafas... qué más decir... continuamente.

Pero de vez en cuando en mi casa aparecen cosas. También recuerdos. Tengo varios álbumes de fotos del siglo pasado. En éste ya hice muchísimas más porque se volvieron baratas (o es que tuve más dinero), y también aumentamos el presupuesto en fotos por nuestra niña, (decidimos no comprar una cámara de vídeo y obrar de esta forma).

A veces una foto, o simplemente porque me paro habiendo leído o escuchado una palabra que relaciono con una escena o con alguien, me despierta recuerdos, y me siento poderoso y vivido, viajado, escuchado, tenido en cuenta... no soy tan nada como otras veces me parezco.

Pienso ahora mismo en los muertos que no son celebérrimos, en lo poco que queda de ellos. Estoy leyendo "a hecho" unos volúmenes, que encontré en la calle, de la enciclopedia Espasa. En ellos salen un montón de desconocidos que escribieron varios libros que en su minibiografía se se anotan en cursiva, pero esos libros no son nada porque nadie los lee. Puede que estén en viejas bibliotecas de gente que murió, o yagan en la biblioteca nacional porque había una obligación de depósito legal de cada libro que se publicaba. Nadie está dispuesto, si acaso los paisanos por dar importancia al pueblo donde nacieron; si en mi pueblo hubiera un novelista o un ensayista del XIX habríamos hecho por leerlo, pero de otros pueblos no.

Mi hija vive su vida en Inglaterra, no sé si me dará algún día nietos que me pudieran escuchar, yo necesito prolongar mi memoria en quienes queréis leerme. 


"Memoria de uno no sirve para nada" escribió Agustín Roa Bastos en Yo, el Supremo, libro que ignoro cuándo compré y que hoy revivo al leer y lo subrayo: "no se ha sabido nunca si la vida es lo que se vive o lo que se muere". 

No me cabe duda de que la memoria es de lo muerto, que tratamos de agarrar, revivimos los recuerdos o vivimos de recuerdos, sobre todo cuando somos viejos, y somos viejos cuando reflexionamos, flexionar quizá sea un poco adorar los recuerdos, o tener la humildad de agacharse a revisar lo que hicimos mal.

Revivo el viaje con los aledaños que se quedaron sin visitar, con los pueblos donde pasamos sin parar, con las señales de las carreteras que nos recomendaban tal paraje o monumento. Hemos sido libres dentro de un paréntesis de tiempo, teníamos que elegir. Y ahora yo mismo elijo, y desprecio otra vida para fijar esa memoria repasando y escogiendo imágenes, y rebuscando y seleccionando los comentarios que pasaron por mi mente o los que surgen ahora al ver detenidamente la vida que detuvimos en fotos.



"¿Qué agua de río tiene antigüedad?" esta frase de Roa Bastos me ha gustado, yo quisiera ser un río, un río francés, que nunca se secan, de los que no tienen antigüedad. Siempre estar vivo y renovado, nunca haber sido,  ni necesitar hacer memoria. Las aguas no tienen nostalgia porque no paran de estar vivas atropellándose en busca del mar, y luego de las nubes y volver a caer. Decía Heráclito "Panta Rei" todo pasa, y "no te bañarás dos veces en el mismo río" Jorge Manrique dijo nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir. Muchos ríos españoles suelen tener importantes estiajes, su agua sí tiene antigüedad. Yo, como ellos, tengo antigüedad, a veces no circula el agua por mi cauce. Pero voy a afirmar otra verdad, tengo vividos sesenta años y casi dos meses, pero también puedo decir tengo muertos esa cantidad de años y de meses, porque no hay vuelta atrás: no nos bañamos dos veces en el mismo río de la vida, la vida va muriendo, segundo a segundo, y a cambio, si no olvidamos, nos presta recuerdos, que se cobrará al final. Para ello inventamos el dibujo rupestre y la escritura y la fotografía y el cine y hasta este lugar donde alojo esto que escribo, que ignoro en qué parte de Estados Unidos me lo están guardando. Con lo importante que es para mí.

El agua de los ríos paraguayos, del soberbio Paraná y el Paraguay, no tiene antigüedad; yo sí, soy un hombre con antigüedad, y con gusto por revivirla, pero como la mayoría de los viejos me decían, "no me pregunte qué he desayunado esta mañana, que no me acuerdo". 

Ya he escrito otra vez que me da miedo el Alzeimer, no sé si se me empieza a apoderar, -quizá invocando el miedo quiera pulsar una una manera de conjurarlo- pero al menos no me lo han diagnosticado antes de los sesenta. Este blog es otra manera de afirmar que tengo, que tuve, memoria; que maté los segundos que me dieron de esta manera.

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