Francia cultiva el turismo caro y elegante. Lo es comer en la plaza de Eymet. Los extranjeros ricos se parecen todos, tienen mucha clase en varios sentidos, y lo mismo podrían ser alemanes que italianos, británicos que norteamericanos o franceses. Era lunes y ni el dinero ni el tiempo tenían importancia para ellos; el metereológico sí, como para nosotros.
La plaza tiene una curiosa fuente en su centro. Aunque estas mesas no estuvieran llenas, toda la plaza lo estaba. Pero no me atreví a fotografiarlos. En cualquier caso estas mesas parece que son de café (creo yo que ahí no pueden comer cuatro personas)
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