lunes, 22 de julio de 2024

Azares librescos

 Alguien está deshaciéndose de libros en los contenedores de papel de la zona de donde vivo. El primer día que pillé un yacimiento estaban dentro del contenedor, no me dieron los brazos para llegar a todos y cuando volví de mi casa con unas tijeras de podar para capturarlos había pasado el camión de la recogida. Luego, seguramente otras personas, los han ido dejando en bolsas, al pie: da mucha rabia con lo que costaron en su día y lo importantes que han sido durante décadas, tirarlos directamente como si fueran una caja, un envoltorio o publicidad de un supermercado. De ahí los recojo yo, haciendo un pequeño expurgo, porque pesan mucho, y es tontería subir todos para bajar media bolsa después.

Estoy atento a darles vida.

De una subida anterior estaba leyendo Los Premios de Julio Cortázar, cuya lectura tomé para librarme de El Idiota de Dostoyevski, que, al final, he visto en una vieja serie de televisión porque me hacía un lío con los nombres, y después me estaba resultando demasiado lento y prolijo. Cortázar también me estaba resultando hipercortazariano, mirándose al ombligo de su gran y escogida cultura con demasiados personajes extremadamente peculiares. (quizá no tenga yo ya suficiente memoria inmediata para no perderme con algunas lecturas)

El jueves por la mañana tomé otro yacimiento de tesoros entre los que vino este libro del Círculo de lectores.



Estaba aburrido por la tarde y dejé el Tour de Francia a setenta kilómetros de la meta y lo calé. Me ha atrapado, es un libro eficaz y verdadero, esto lo he comprobado porque he buscado en internet el nombre de su autora, Inés Palou, que concuerda con su vida. Parece ser como Alberto Méndez el de los Girasoles Ciegos, autora de un solo libro al final de su vida, y muy exitoso en aquella época. Como toca el tema homosexual, y sobre todo, porque tiene excelente calidad narrativa, ha sido reeditado el año pasado, según seguí informándome.

Lo he leído en dos días, como debe ser y ha sido un placer soltarme el pelo. Está escrito con buena carpintería, con profesionalidad, -puede que esté muy editado-. La autora es culta, tenía una abuela maestra y por unos líos incomprensibles de contabilidad préstamos, adelantos y apropiaciones indebidas se ve envuelta en un desfalco con cuarenta años, y nos lo cuenta, es autobiográfico e indudablemente  toma apuntes del natural, escribe en la cárcel como Cervantes, también escribe en una revista carcelaria, y lee mucho, hay amor, solidaridad, sordidez, locura y reivindicación. Es un producto bien hecho, debió ser un best seller y hasta se hizo una película setentera que no he visto, supongo que con un poco de exhibicionismo corporal femenino que tanto se llevaba en aquellos años de apertura.

Me ha resultado muy interesante.

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