martes, 9 de enero de 2024

Compruebo que soy pasado

El hecho de comprobar, de revisar, de reflexionar, ya supone columpiarse en la melancolía. Es lo que prefiero, no me acuso de ello, soy un hombre que básicamente recuerda.

Escribir no es otra cosa que "apuntar" algo  para que no se olvide, porque merece la pena recordarlo, aunque mientras se escribe no se vive: se vive de recuerdos. 

Si nos ponemos  a pensar en algo tan simple y directo como la retransmisión televisiva de un partido de fútbol nos daremos cuenta de que es algo contemplado desde el inicio como recuerdo: las jugadas que repiten para ver si el balón dio en la mano o si estaban fuera de juego, son recuerdos; en ese momento se está "viviendo" otra cosa viva en la vida del partido. No digamos cuando meten un gol y lo repiten, y lo repiten, y lo repiten. Y además lo "apuntan" en el marcador: para que no se olvide.

Ayer estaba yo leyendo "Señas de identidad" de Juan Goytisolo entonces el relato pasó por una feria, por un campo de atracciones mareantes, y yo me colgué de mis recuerdos. Recordé que a los catorce años me llevaron a vivir a Ávila y paseaba solo por la ciudad, por un recinto donde estaban colocadas las atracciones. No tenía dinero, simplemente miraba los coches chocones o la gente que subía y bajaba de la noria. Recuerdo escuchar retumbando un extraño espectáculo "el hombre más pequeño del mundo". Los altavoces lo repetían y el hombrecillo debía estar allí, aunque nunca le vi. Debería haber entrado a verlo pero mis cinco duros semanales eran para un viaje en los coches eléctricos. Yo buscaba amigos, y buscaba novia: donde más podía acercarme a alguien era en los coches chocones mirándolas y hasta chocando con ellas. 

Las lecturas literarias tienen esa virtualidad, uno las imagina y las viste de  imágenes con sus propios recuerdos, y en esa faena de imaginar uno puede zambullirse en la propia existencia. Entonces paré la lectura y me puse a escribir, como el ordenador lo tenía mi mujer, tuve que echar mano de una libreta, aunque ya no me reconozco escribiendo a mano. ¡Alguna cosa buena tendría que tener el presente!

Pero no; el presente es antipático para un sesentón, carece de esperanza, ya fueron gastados sus cartuchos hace mucho tiempo. Mis actrices atractivas, las que pueden excitarme, son Sofía Loren Marilýn Monroe, Victoria Vera, Laura Antonelli... no me excitan las actrices jóvenes, es lo que lleva consigo haber tenido una hija que se hizo mujer, que todas las jóvenes me producen desde hace tiempo una sintonía incestuosa, las veo como niñas recrecidas, como ella. Y me da repelús, como conté hace un par de artículos.

Recogí una vez de un contenedor de papel una colección de postales viejas con los colores muy subidos, alguna vez miro estos tesoros en los que salen viejos modelos de coches, que antes aparcaban en todos los sitios que ahora son peatonales, y están con la matrícula sin pixelar. Hasta esto me gusta más que lo que ahora sale por la televisión, niños pixelados, matrículas pixeladas. Este año cumplirá diez mi página de Facebook "Fotos antiguas de Cardeñosa". Ha sido una hermosa oportunidad de recordar para mucha gente, y parte de mi vida en este tiempo ha circulado por ahí, reviviendo, pero puse una regla: hasta el año 2.000, esa fecha que era el "futuro" cuando se hicieron aquellas fotos tan hermosas y evocadoras. Y el futuro no me gusta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario