Tiene, parece, entre los educadores y políticos de la educación, mala prensa la memoria. O la memorística. Yo quisiera tener más y me molesta perderla. Ayer conversando por teléfono con un amigo no éramos capaces de dar con la palabra "aforismos". Tuvimos que recurrir a internet. Todo el mundo puede hacer esto así que ¿para qué fomentar la memoria?.
Yo me sé las preposiciones, y la tabla de multiplicar, y las provincias de España y los principales ríos, cabos y cordilleras. Creo que así debe ser. Además la sociedad lo valora. Por las tardes hay muchos programas de cultura que apelan a la memoria. Yo suelo entretenerme con "El Cazador" y admiro a sus protagonistas. No me cabe duda de que ejercitan la memoria todos los días, repasando contenidos, listas, detalles, cronologías... Si no hicieran eso de repasar todos los días, pensaría que hay tongo. Antes los tenderos sabían lo que costaba todo lo que había en su tienda y hoy lo sabe solo una máquina que escanea los códigos. Antes nos sabíamos un montón de teléfonos hoy solo nos sabemos el nuestro.
Los concursantes pertenecen a mi generación y no me parece que estén tarados, sino todo lo contrario. La educación lleva consigo saber algo más de cultura general, poder decir las palabras adecuadas, no simplemente goglear. La memoria es una capacidad apreciable y atractiva. Debemos sabernos algo más que nuestro Documento Nacional de Identidad y el nº pin de nuestra tarjeta.
La memoria siempre ha sido una prueba del conocimiento y de la capacidad de saber, de la integencia en general, y su ejercicio hasta ahora no se ha demostrado que sea nocivo para el intelecto. Los jugadores de ajedrez conocen muchas partidas de memoria, los políticos se recuerdan unos a otros sus promesas anteriores. Siempre se dijo que el saber no ocupa lugar, aunque pueda ésta ser una frase polisémica.
No debemos delegar toda nuestra memoria en las máquinas.
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