lunes, 14 de abril de 2025

Pío Baroja "El gran torbellino del mundo"

 


Termino esta lectura con ambivalente sabor. Parece que sería un viaje por Dinamarca, Alemania y Holanda, países que dudo que llegue nunca a conocer, con unos avatares amorosos bastante insulsos como para entusiasmarme. Como libro de viajes tampoco es lucido; sale una Berlín anterior a la guerra mundial que la arrasó en el 45. Debía de ser espectacular, con lo que si algún día, por alguna motivación diferente al deseo de conocerlo, yo fuera a esa capital, estaría lamentando más todo lo que falta que disfrutar lo que hay ahora. 

El protagonista, soltero o más bien solterón, es Larrañaga, apellido vasco como Baroja, por lo que lo he leído con la imagen del escritor, que también era un hombre pesimista, aficionado a la filosofía y a filosofar. Aparecen Kierkegard y Schopenhauer, y yo subrayé estas frases:

Yo hubiera dado cualquier cosa en mi vida por tener resignación (...) A falta de resignación me hubiera contentado con unos intervalos de estupidez tranquila.

El libro no llega a aburrirme porque se lee bien. Uno se apunta "otro Baroja menos", pero no encuentro nada que me mueva al entusiasmo, ni siquiera a un disfrute sostenido. Tengo la impresión de que este escritor quería producir obra literaria a toda costa, a los seis meses tiene ya acabada otra novela, que también tengo por ahí sin leer "El Laberinto de la Fortuna". A mí me da la impresión de que no se molesta en releerse ni en reflexionar si quiere ir a alguna parte o dar una idea con la que armar una novela. No se la recomendaría a nadie.

El título tampoco me gusta, no le cuadra a esta obra: el "torbellino" no lo encuentro por ningún lado. Es una palabra dinámica y la novela no lo es. Un torbellino deja el paisaje alterado y en ésta discurre todo sin sobresalto considerable. Por otro lado, cuando se dice que un niño o joven es un torbellino, (se suele decir más de las chicas) trata de describir con admiración la vitalidad de un carácter, un concepto alegre. La novela es todo lo contario.

Termino recitando, porque el autor cita a Schopenhauer. Expresiones que se podían repetir hace un siglo, (la "novela" es del año 1926), pero ahora da repelús hasta reproducirlas, no vaya a ser que alguien piense que yo comparto esta desconsideración misógina, pero ahí va:

El taller de tejido vestuario, visitado ahora por nosotros, está exclusivamente dedicado a las damas. Es para ese sexo inseguro, que en otro tiempo, según Schopenhauer, poseía el cabello largo y las ideas cortas, y que desde entonces acá, si no ha agrandado visiblemente las ideas, por lo menos ha disminuido ostensiblemente los cabellos.

Los amores le salen mal al protagonista Larrañaga, parecido debió pasarle a Baroja, lo cual no es de extrañar con estos pensamientos circulando por su vida.

1 comentario:

  1. Del autor me gusto’ la biografía de Juan Van Haalen. Un personaje de cuidado.

    ResponderEliminar