Entramos en todas las iglesias que encontramos abiertas y en ninguna de ellas quedan ni los retablos ni la imaginería original. Los templos de Úbeda sufrieron los tres años de guerra en el bando republicano. Apena mucho perder los retablos y estatuas renacentistas y barrocas que debieron decorar con la misma capacidad económica para encargar arte que se ve en el exterior de los edificios de aquellos tiempos. Nuestro patrimonio sufrió a comienzos del siglo XIX la rapiña de los franceses y sus mercenarios, pero no se dedicaban a destruir sistemáticamente todo como hicieron anarquistas y comunistas en los años 30. Para mí esta imagen es desoladora y únicamente la fotografío como apoyo icónico para explicar este pensamiento.
Aunque supongo que quien haya visto así su iglesia, la verá como modelo de lo que debe ser.
El barrio de extramuros del Este de Úbeda se llama de los alfareros.
Aunque de noche también pasamos por un bar, que no es de su propiedad, y que está repleto de fotografías de este artista. Habrá decenas en todo el mundo, pero éste que veis tiene la suerte de estar en su pueblo natal. Estaba lleno.
Por dentro y por fuera.




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