Me gusta la fruta, y mi preferida es, en estos momentos y en general, la naranja. Me dolería mucho que España perdiera Cataluña, pero mucho más que perdiera Valencia, porque me surte de naranjas. Una vez en un piso de estudiantes a uno que estaba ya como investigador y había viajado al extranjero, le comenté sobre si se iría a hacer lo suyo fuera y me contestó que no, que en otros países la fruta era muy cara.
Esta es la nota de mi compra del pasado sábado
Adquirí, rebajadas, porque en el Mercadona de Béjar los sábados liquidan muchos productos perecederos, cinco kilos de naranjas de buena calidad. Es la fruta más barata porque es la de temporada.
probablemente me como más de un kilo de naranjas diario desde noviembre hasta mediados de abril.
Mi forma de comerlas es manual, no soporto que se caiga ni una gota de zumo, y aunque es comestible, tampoco quiero comerme parte de la piel que se quedaría adherida si la pelara con un cuchillo.
Como guitarrista clásico estoy excepcionalmente dotado para pelar las naranjas gracias a mis largas uñas, y a mis poderosos dedos.
para pelarla a"garro" de la parte de arriba, que viene a ser donde está el botón umbilical donde chupaba la fruta de los nutrientes del naranjo.Una vez abierta la puerta ya continuo con el dedo pulgar de la mano derecha levantando la cáscara.
A continuación abro la naranja por la mitad, para luego extraer parte del tuétano y el falso cogollo.
suele tener una parte aprovechable, aunque no demasiado dulce. Por supuesto el placer del degustador de naranjas es ir de menos dulce al mayor dulzor, así que hay que aprovechar esto en primer lugar
pero esta parte de abajo que queda aquí es el solomillo de la naranja. Es antiestético morderla y presentárosla así, lo lamento por vuestros ojos. Sucede que, además de morderla, succiono para que no se pierda una gota: haberlo hecho este corte con un cuchillo hubiera supuesto que el cuchillo se habría quedado con parte del zumo, con lo que habría que lamer el filo, pero no solo eso, que algunas otras gotas del preciado jugo se habrían derramado en la encimera o en un plato, -yo lamería el plato en ese caso también-, pero con esta técnica del mordisco succionador apreciaréis no hay ni una gota de zumo desperdiciada. Es un placer atacarlo cuanto más lentamente mejor; no siempre tengo paciencia, y casi siempre sin recreamiento degustativo engullo.
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