miércoles, 3 de abril de 2024

Llosismo póstumo



Ayer fui a buscar unos libros a una biblioteca pública y me encontré con éste a la mano. Una golosina. Lo he devorado pero no porque sea bueno. Está dedicado a su sufrida mujer, Patricia Llosa, es la carta de amor de un arrepentido, un ajuste de cuentas entre una vieja pareja terminal, con un despertar amargo a la muerte y la desilusión.

Recientemente a García Márquez le han publicado los hijos una novela que él decidió descartar; el público se quedó con ganas y la familia habrá hecho caja. Con Vargas Llosa esto no va a suceder, se encarga de matar a don Quijote trayéndolo a casa. Le escribe una carta de amor a Perú y a su música popular y otra carta subliminal a su mujer, la madre de sus hijos, que siempre le apoyó y que supo estar a cargo de la familia mientras el protagonista se creyó más de lo que era y rizó demasiados rizos.

Seguramente a mucho del público le parecerá un desacierto económico que no haya salido Isabel Preysler en esta novela, creo que hay que leerla muy entre líneas para hallar esto. Mi intención ha sido leerla con el conocimiento de que algo se dejaría caer de esa relación con la mujer espectacular y rutilante florero reina de las revistas del corazón. Y creo que lo he hallado quizá por cumplir mi intención.

Sí, pero el libro no es bueno; es como de encargo, está relleno para que pese más, es un ensayo sobre los valses peruanos, un homenaje a esa música cantada, que no es tan famosa como los valses venezolanos para guitarra, y que nunca podrá ser el tango, ni las rancheras, ni los boleros. Resulta un empeño quijotesco el libro como literatura, pero evidentemente es una forma de hacer dineros. La editorial y los lectores quieren más de este árbol terminal Mario, y nos lo han vendido.

Yo no recomiendo este libro a nadie que no se haya leído por lo menos la mitad de Vargas Llosa y haya atesorado suficiente cariño como para perdonarle. Lo mejor para mí es que lo he ventilado en menos de diez horas.

Por cierto, se parece mucho a las tramas de Luis Landero, que suelen ser siempre la misma. Por cierto yo leí el primer Landero por una recomendación que hizo Vargas por la radio. Luis Landero escribe ahora mucho mejor que este último Llosa.

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